Quiero cambiar de rol

92 7 2
                                    

_________ no tenía ninguna prisa por acabar de trabajar. Miró el reloj, vio que eran las seis y diez y apenas pudo encontrar fuerzas suficientes para moverse.

-Bueno, es fantástico tenerte de vuelta, Finch. Pero yo me largo -le dijo Piero a la vez que lanzaba un último libro sobre su mesa.

-Que tengas una buena noche -se despidió _________.

-Seguro que la tendré -le respondió el chico con una amplia sonrisa.

-¿Oh? ¿Una cita interesante?

-Podría decirse que sí. ¿Por qué te quedas? ¿Vas a ayudar con el ensayo?

-¿Qué ensayo?

-Carlotta va a organizar el lugar para la gala. Una especie de ensayo general. Pensaba que quizá te había liado para que ayudaras.

-Oh, Dios, aún no. Pero gracias por avisarme. -Metió apresuradamente las cosas en el bolso y anunció-: Me iré contigo.

Bajaron la escalera hasta el vestíbulo de entrada y notaron un anticipo del calor y la humedad que los esperaba fuera.

Había gente sentada en ella, aunque menos que a la hora punta de la comida. La acera de la Quinta Avenida estaba atestada de transeúntes que corrían hacia Grand Central Station y _________ sintió pavor por el caluroso trayecto en metro que la aguardaba.

-Hasta luego, Finch -le gritó Piero, mientras se desviaba hacia el sur.

Estaba a punto de decirle adiós, pero las palabras se le quedaron atascadas en la garganta cuando vio el Mercedes negro aparcado al otro lado de la calle.

«Puedes limitarte a girar hacia la izquierda, hacia la estación de metro», se dijo. Y eso fue lo que hizo. Por desgracia, Ignazio la conocía lo bastante bien como para saber adónde se dirigía. Y con sus largas piernas llegó hasta allí antes que ella y la interceptó en la esquina de la Cuarenta y dos con la Quinta.

-No contestas al teléfono -le dijo, colocándose justo delante de ella y bloqueándole el paso.

_________ no se permitió mirarlo a los ojos. Si lo hacía, estaría perdida.

-¿Te refieres a éste? -preguntó, a la vez que sacaba el iPhone del bolso y se lo entregaba.

No lo había encendido en tres días. Ignazio se negó a cogerlo.

-¿Puedes hablar conmigo un minuto? -le preguntó.

________ sabía que debería seguir andando, pero en lugar de eso alzó la mirada hacia él. La visión de aquellos aterciopelados ojos negros y aquella boca tan masculina la afectó de tal manera que se quedó petrificada, incapaz de moverse.1

Ignazio interpretó su silencio como un sí.

-¿En el coche? -volvió a preguntar.

-No voy a subir al coche.

Miró a su alrededor, claramente incómodo.

-Va a ser difícil hablar aquí.

Como subrayando que tenía razón, un hombre con traje golpeó a __________ con su maletín.

-Me arriesgaré a ser arrollada por la gente -contestó ella.

-Habla por ti misma -comentó él con una leve sonrisa.

Algo se removió en su interior. Lo amaba, que Dios la ayudara, pero mantuvo su expresión impasible. Ignazio volvió a mirar a su alrededor y se pasó la mano por el pelo. _________ siguió su mirada hasta el otro lado de la calle y vio que su chófer había dado la vuelta a la manzana y en esos momentos estaba parado en la calle Cuarenta y dos entre Madison y la Quinta.

La Bibliotecaria (con Ignazio Boschetto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora