Con que eso paso....

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_______ estaba acurrucada junto a Ignazio, con la cabeza apoyada en su pecho, cuando la primera luz de la mañana empezó a filtrarse en el dormitorio. A pesar de que habían intentado conciliar el sueño, aún estaban totalmente despiertos.

—Es imposible que aguante todo el día en el trabajo —se quejó ella.

—¿Después de la noche que has tenido? Necesitas descansar. Ni se te ocurra pensar en ir a la biblioteca —le advirtió.

—Tengo que hacerlo. Quiero ir. Lo que tú y yo tenemos es importante para mí, pero también lo es mi trabajo. No quiero estropearlo.

—No vas a estropearlo —le dijo él—. Llama a Carlotta y dile que no estás bien y que irás más tarde.

________ asintió.

—Vale. Pero no puedo seguir haciendo esto. Yo...

—Relájate —insistió Ignazio silenciándola con un beso.

—¿Puedo preguntarte una cosa?

Él se incorporó sobre un codo y la miró acariciándole la mejilla.

—¡Oh, oh! —exclamó—. Eso suena serio. Y, según los términos recientemente negociados de nuestra relación, supongo que tendré que responderte.

—Exacto —afirmó _______.

—Me ha hecho tan jodidamente feliz que me dejaras fotografiarte... Tenía mis dudas sobre lo que querías hacer en ellas, pero lo has logrado.

—No me cambies de tema —protestó ella, aunque sus palabras la entusiasmaron—. Tengo curiosidad. ¿Puedes tener sexo sin todo el... bondage y la disciplina antes?

—Claro —respondió—. Aunque, para mí, ir directamente al sexo es más para ligues de una noche... material desechable.

—¿Y qué hay de esa mujer con la que te vi en la biblioteca?

Ignazio se rió.

—Me preguntaba cuándo ibas a preguntarme por ella. Ése es un ejemplo perfecto, sólo sexo, nada especial. Una vez y ya está.

—Una vez y ya está —repitió ________—. ¿Es cierto lo que has dicho antes? ¿Que nunca has estado enamorado?

Ella sintió que se tensaba y, por un instante, temió que la pregunta los hiciera retroceder hasta donde estaban la noche en que él le advirtió que no lo estropeara y la mandó a casa.

—No —contestó—, no es del todo cierto.

—Okey—dijo ella, prácticamente conteniendo la respiración mientras esperaba a que él continuara.

—Te expliqué cómo me metí en la fotografía... que Astrid me introdujo en ella.

—Sí —asintió.

—Sólo tenía unos pocos años más que yo. Creo que se aburrió rápidamente de su matrimonio con mi padre. Éste tenía muchísimo dinero y era guapo, pero no estaba dispuesto a salir a clubes nocturnos con ella o a ir a ver a una banda en Roseland. Así que, a veces, cuando le decía que estaba demasiado ocupado o cansado o lo que fuera, me hacía acompañarla a mí.

—Okey—convino _______ en voz baja, mientras lidiaba con la imagen de un Ignazio adolescente paseándose por Nueva York con una de las modelos más famosas del mundo.

—Creo que sabía que estaba aburrido y muy solo también. Yo tenía amigos, pero era hijo único. Y, de algún modo, el dinero de mis padres me aislaba. En algunos aspecto, ella y yo teníamos mucho en común. Y entonces me enseñó a usar una cámara y a llevarme a algunas de sus sesiones de fotos.

La Bibliotecaria (con Ignazio Boschetto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora