Se termino

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El salón de baile -si se lo podía llamar así- era más similar al salón de una decadente mansión propiedad de una familia fabulosamente rica de gustos fastuosos y excéntricos. Si hubiera que describir el ambiente con una sola palabra, podría definirse como «victoriano», aunque ese término no sería muy preciso. La enorme estancia tenía techos con paneles, cornisas vintage, descoloridas alfombras persas, una enorme chimenea y especímenes de taxidermia; por encima de todo aquello, colgaba una gigantesca bola de discoteca. Había sofás de terciopelo dorados y granates, antiguas mesas de madera, sillas tapizadas de cebra, grandes plantas en macetas, arañas y ventanales que iban del techo al suelo, cubiertos por cortinas de terciopelo.

Y en ese telón de fondo de descolorida gloria cuidadosamente ideada, hombres y mujeres vestidos de etiqueta se relacionaban y bailaban al son de un DJ que pinchaba la canción de Edwyne Collins A girl like you.

Había un palco y a ________ le entraron ganas de subir para tener una vista panorámica de la estancia.

Un hombre se les acercó. Llevaba un traje de terciopelo rojo, el pelo negro peinado hacia atrás y una máscara en forma de pico.

-¿Participaran en la búsqueda del tesoro de medianoche? -preguntó-. Si les interesa, hay una hoja de inscripción junto a la cabina del DJ.

-No, gracias -respondió Ignazio.
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A ________ le gustaban las búsquedas del tesoro y la idea de que se hiciera una a medianoche, con un disfraz así, le pareció fascinante.

-¿Estás seguro de que no quieres participar? -le preguntó a Ignazio.

-Sí, es sólo un ejercicio para ayudar a la gente a establecer vínculos y que así puedan pasar a actividades más... íntimas a lo largo de la velada. Nosotros no necesitamos eso.
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La distrajo la imagen de un hombre con esmoquin seguido por otra persona -era imposible saber si era hombre o mujer- que andaba a cuatro patas, cubierto de pies a cabeza con un traje negro de látex.

-¿Cómo puede alguien respirar con eso? -preguntó, estremeciéndose.

Parecía algo poco natural e incómodo y le resultó perturbador.

-Estoy seguro de que hay agujeros para el aire. Bueno, no estoy seguro. El látex no es lo mío -comentó él.

A pesar de que se esforzó al máximo por no hacerlo, ________ se descubrió siguiendo con la mirada a la extraña pareja.

-Vamos arriba -sugirió Ignazio.

Ella lo siguió a través de una puerta tapizada en piel con incrustaciones de bronce. Cogieron un ascensor hasta el segundo piso y recorrieron un estrecho pasillo revestido de madera. Como ya les habían explicado, todas las puertas de las habitaciones estaban abiertas de par en par.

_________ miró hacia el interior de una y, de inmediato, apartó la vista. La puerta abierta reveló a una mujer desnuda en una cama individual, atada con un elaborado sistema de cuerdas que la mantenía tumbada boca abajo, con las manos y los pies unidos y una mordaza de bola en la boca. Tenía el culo cubierto de verdugones rojos.

-¡Oh, Dios mío! -exclamó ________ y cogió la mano de Ignazio -. ¿Crees que está bien?

-Por supuesto que sí -le aseguró él.

-Alguien la ha dejado ahí... -Esa imagen le resultó perturbadora, pero se dijo que era una especie de representación, como una de las fotos bondage del libro de Bettie Page.

La Bibliotecaria (con Ignazio Boschetto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora