Nadir

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Nada era mejor que despertar junto a Bucky. Su suave cabello haciéndole cosquillas en el cuello, su olor, su toque y su cálida respiración sobre su pecho. Abrir los ojos y encontrarlo allí, abrazándolo, después de cada sueño roto y después de cada esperanza fallida resultaba apabullante para  Steve. Bucky. Su Bucky estaba allí en sus brazos. Estaba vivo y sano. E incluso más allá, lo había recordado. Lo conocía. ¡Aún lo amaba! 

Steve trató de calmar su respiración y convencerse de que aquello era real. Lo admiró un poco más. Todo en aquel hombre era increíblemente hermoso; desde el rico color de su cabello hasta la maravillosa forma de sus dedos, apenas asomándose entre la manta. Finalmente estaban juntos, y Steve apenas registró el momento en que los ojos de Bucky se abrieron.

-Hola. -Bucky murmuró contra el cuello de Steve.

-Hola, bebé. -Steve estaba radiante de felicidad. -Todavía tienes los pies helados. -Agregó, con una deliciosa pereza. -Recuerdo que solías usar dos pares de calcetines cuando hacía frío afuera de nuestro apartamento.

-Mis pies siempre han estado fríos. Justo como esa vez que pasamos la noche en la azotea, porque querías mirar las estrellas, pero alguien dejó las llaves adentro. Tu madre nos encontró acurrucados juntos en el lugar. -Bucky declaró descaradamente.

-Honestamente, me encantó, Buck. No habría cambiado ni un segundo de esa noche. -Steve rió. Fue simple y honesto. No había reído así en más de siete décadas. De la nada, sus labios se encontraron. Se sintió espontáneo y suave, como una vieja costumbre.

-Te extrañé. -Los ojos del rubio emanaban esperanza. -Desearía poder quedarme así para siempre. -La sonrisa en el rostro de Bucky se desvaneció. -Tenemos mucho que hacer, Steve. Preparemos nuestro plan.

"No. Solo un momento más de felicidad... Uno mas." La mente de Steve gritó, cuando Bucky inconscientemente le recordó lo frágil y precioso que era este instante. 

-Lo haremos. Pero antes, preparémonos. Déjame tomar algunos suministros del Quinjet y desayunar. Mientras se cocinan automáticamente, podríamos tomar un baño; este lugar tiene sus propias aguas termales, y no he comido durante días. ¿Qué hay de tí, Buck?

-No. Yo tampoco. Pero no sé si esto sea seguro. -Winter reflexionó.

-Estás frío y tenso. Estoy seguro de que algo de comida y un baño caliente ayudarán. -Dijo Steve, y lo miró con aquellos enormes ojos azules, que Bucky no podía resistir. El capitán se desnudó y entró al estanque, que era una porción de un manantial termal más grande, situado al exterior de la cabaña. Buck caminó tras él, todavía vestido y la vista baja. Rozó suavemente su brazo izquierdo, y apenas Steve lo notó, volvió y le tomó las manos.

-Está bien, Bucky. -Aseguró sonriendo, y lo que sus ojos decían era "Aún eres hermoso y amado. Ven conmigo". 

El agua estaba maravillosamente caliente y llena de vapor. Eventualmente, ambos se relajaron y se lavaron como lo solían hacer cuando eran más jóvenes.

-¿Steve?

-¿Sí, Buck?

-¿Te importaría ayudarme con la espalda?

-Con gusto. -Steve usó un paño jabonoso para limpiar aquella piel, sonriendo. El brazo de metal y las cicatrices no significaban nada. No ahora que Bucky estaba tan cerca y tan vivo. Su toque se convirtió en una caricia sin que ninguno lo notara.

-Como en los viejos tiempos. -Bucky bajó la voz, ligeramente conflictuado, mientras tocaba el pecho de Steve. 

-¿Te gusta esto? -Preguntó el rubio, con cautela, mientras deslizaba sus manos jabonosas sobre la espalda de su amante.

Latitud CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora