Proyecto Nautilus

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Natasha sintió dos cuchillos cruzándose frente a su cuello, peligrosamente cerca de su piel.


-Hola, Romanoff. -Una voz profunda y fría rozó el lóbulo de su oreja.

-Es lindo verte de nuevo, Rollins. -Natasha sonrió mientras observaba su propio reflejo en la ventana más cercana. Sin duda, el coronel y ex marine Jack Rollins era uno de los hombres más impresionantes que incluso ella había conocido. No solo era uno de los mejores luchadores cuerpo a cuerpo en SHIELD, tan brutal como eficiente, sino que también era una de las mentes más agudas de STRIKE. La mayoría de sus oponentes no tenían oportunidad contra esos ciento cinco kilogramos de músculo sólido, y su increíble habilidad con cuchillos solo era superada por la de Rumlow. Sin embargo, Black Widow ni siquiera se inmutó y continuó charlando casualmente. Tan inexpresiva como siempre. 

-Lo mismo digo, pero ahora mismo tienes dos opciones: Guardarás esas cosas en sus fundas y cooperarás con nosotros, o te arriesgarás y tendrás de verdad un mal día, Jack.

-Yo no soy quien tiene un par de cuchillos en el cuello. -Susurró el hombre, casi enterrando su nariz contra el cabello rojo de Natasha.

-El retiro no te sienta bien, Rollins. Seguramente debes estar tan aburrido... Si yo fuera tú, anhelaría más que nada un poco de acción real. -Murmuró Nat, inclinando su pálido cuello contra él y deslizando casualmente sus dedos sobre los muslos de Jack. 

Eso era solo parte de su encanto. Ella podría tentar a cualquiera.  ¡Aquella cintura estaba hecha para ser tocada y acariciada, y ese trasero redondo y firme!... Oh, Dios. ¡Era tan hermosa! Seguramente, Rollins lo había notado antes, al igual que muchos otros hombres, pero estar adherido a ella era muy diferente.

Por un momento, el agente pudo sentir a Natasha presionarse aún más contra su cadera a través del revelador traje táctico de la Viuda Negra. Era flexible y perfecta. Incluso más que eso, pudo aspirar el ligero aroma de su shampoo y notar las venas casi imperceptibles debajo de sus párpados.  Por un segundo, se permitió cerrar los ojos, tratando de intuirla más allá.

Lo que no pudo prever fue el rápido "clic" que provino de aquellas  delicadas muñecas, cuando con un solo movimiento, se liberó del agarre de Rollins y descargó una intensa corriente hasta que el agente estuvo en el suelo, paralizado, con los dientes apretados y los dedos torcidos.


Nat esperó unos segundos hasta que la respiración de Rollins se volvió regular y le apuntó nuevamente.

-Basta de juegos. Dime ¿Dónde está  él

El hombre solo la miró ferozmente.

-Deberías... ocuparte de ti en lugar de hacer preguntas tontas... -Siseó.

De repente, una sombra silenciosa y rápida, vestida con un traje táctico negro aterrizó desde los conductos de ventilación, justo encima de sus cabezas con la gracia de un gimnasta profesional, y se interpuso entre Natasha y Rollins. Su rostro y los nunchaku que sostenía en sus manos estaban completamente cubiertos de la sangre de sus oponentes. 

Ella sonrió.

-Romanoff. -El hombre asintió, mostrando aquella inconfundible sonrisa ensangrentada.

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