Casi dos meses después de este incidente, a mediados del mes de mayo, volví a escuchar la voz del doctor Clarke, quien estaba conversando, nuevamente, en ese mismo living, con el anciano.
-Está bien- dijo-. La estamos vigilando. Está en la sala 5 del Instituto, pero ella no sabe que está allí. Notoriamente, la bacteria puede influir en ciertas zonas del cerebro, y de la memoria humana, y suponemos, por los estudios que hasta ahora hemos realizado, que cumple la función de impedir la evocación o experimentación de aquellas situaciones que pudieran resultarle desagradables al individuo en el cual se aloja. Es extraño, sí, lo cual refuerza mi teoría de que se trata de un agente artificial. Y, respecto a su condición física, debo decirle que, lamentablemente, la mancha que detectamos en su ojo izquierdo ha crecido, si bien no somos todavía capaces de comprender el motivo de este fenómeno. También nos sorprende la palidez de su piel, y algunos cambios en la tonalidad de su voz.
El médico hizo una pausa. El anciano se mantuvo en silencio. Creí que la conversación había terminado, pero luego el médico agregó:
-Ella cree que está en la casa que usted mencionó, con usted y con su madre, la cual, según usted me dijo, falleció hace mucho tiempo. Ese escenario ilusorio la mantiene casi totalmente alejada de la realidad, pero puede escuchar mi voz y responderme con bastante coherencia. Me intriga que usted no muestre esos síntomas. Evidentemente, la infección no se transmite de un humano a otro. Pero ¿cómo llegó a ella?
-Tengo un gato- dijo inmediatamente el anciano.
-Bien-dijo el doctor-, es posible. Sí, es posible que haya contraído la bacteria, o el virus, a través del contacto con un animal. ¿Cree usted que podríamos disponer del animal para realizarle estudios?
-Sí-respondió el anciano-, claro. Debe andar por ahí. Apenas lo vea, lo meteré en una caja y se lo llevaré al consultorio. Gracias por todo, doctor Clarke.
El doctor dijo algo más, pero no pude escucharlo claramente. Luego se retiró, y el anciano comenzó a merodear por el living como un alma en pena y murmurando el nombre de ese horrible animal.
