FOREVER YOUNG ♡ BLARIO

16. Galicia

No sé ni que hora es, pero lo que está claro es que ya es de día y he dormido hasta reventar aunque de momento lo de levantarme de la cama no entra en mis planes.

Ni siquiera soy capaz todavía ni de abrir los ojos, aunque me entero de todo lo que sucede a mi alrededor. Oigo como entra por la ventana el sonido de los pajaritos al piolar, al igual que oigo los ruidos de una casa en movimiento. La familia Casas está en marcha y estoy casi convencida de que soy la única de la casa que no lo está.

- Ey señorito, ¿dónde te crees que vas? - oigo la voz de Mario con bastante calidad y supongo que está en el pasillo.

- Venga, Mario, vamos a despertar a Blanca que ya es muy tarde, porfi porfi. - reconozco la voz de Daniel.

¿Es muy tarde? Muy bien Blanca, primer día de vacaciones con tu familia política y ya estás dando el cante.

- Daniel, ya te he dicho que no. Déjala, que ayer llegamos tarde de un viaje muy largo y está cansada.

Si lo tuviera delante ahora mismo, me lo comía a besos.

- Bueno pues, ¿para eso existe la siesta, no? Venga Mario, por favor, por favor.

No lo estoy viendo pero me imagino perfectamente la escena con Daniel mirando a su hermano con cara de cachorrito abandonado y suplicándole.

- Está bien. Pero no me hago responsable de como reaccione, si se enfada es culpa tuya.

- Tú tranquilo que conmigo no se enfada. - dice Daniel bastante seguro de sí mismo. Y lo peor de todo es que es verdad, por mucho que lo intente, no puedo.

Oigo la puerta abrirse poco a poco e intuyo que son ellos dos los que entran. Parece que va enserio y se me ha acabado el chollo.

- Blanca. - Mario empieza a acariciarme el hombro. - Venga, despierta bella durmiente.

Sigo con los ojos cerrados haciendo como que sigo dormida y no estoy escuchando absolutamente nada de lo que están diciendo.

De repente noto como el lado derecho de la cama se hunde y alguien empieza a saltar. Daniel. Como Daniel el travieso se tenia que llamar, el nombre le viene que ni pintao.

- Buenos días, Blanca. - dice sin parar de saltar. - ¿Te apetece bañarte en la piscina?

Sera mejor que empiece a hacerme la idea de que me tengo que levantar ya, ¿no?

- Daniel, baja de ahí que se va a enfadar contigo y ni piscina ni leches, venga. - le dice Mario en tono serio y Daniel baja rápidamente. Sabe dónde darle para que le haga caso.

Voy estirándome y haciéndome un poco la remolona cuando abro los ojos y me encuentro con el mayor y el pequeño de los hermanos Casas sentados en el borde de la cama adorándome como al niño Jesús.

- Buenos días. - Mario se acerca a darme un beso. - Daniel, ¿por qué no nos esperas en la piscina? Ahora vamos nosotros.

Eso ha sonado a indirecta bastante directa.

- ¿Por qué? ¿Vais a hacer cosas de mayores?

- ¡DANIEL! - el grito de Mario me asusta hasta a mí - Por favor.

- Vale, vale, ya me voy. - dice alejandose hasta cerrar la puerta al salir.

Mario me mira de nuevo y como si no hubiera pasado nada, con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¿Lo hacemos ahora que están todos en el jardín?

¿Soy yo o me está proponiendo que follemos a las doce del mediodía?