FOREVER YOUNG ♡ BLARIO

17. Un golpe de realidad.

Septiembre. Mi siempre odiado mes de Septiembre. Unos años más que otros. Cuando era pequeña por la vuelta al cole y hoy en día por la vuelta a los rodajes o simplemente por la vuelta a la "rutina" y al insoportable calor de Madrid. Y es evidente que este año no iba a ser menos.

Desde que volvimos de Galicia no he parado quieta ni un segundo entre entrenamientos con Crys, que me está dando bastante caña con el tema del suelo pélvico; campañas publicitarias con Adidas, en las que pretenden motivar a las mujeres a hacer ejercicio durante el embarazo, y el rodaje de la segunda temporada de la serie, en la que retomo mi personaje de la inspectora de policía Valeria Romero, aunque esta vez embarazada, soltera y con un asesinato por resolver. Se puede decir que se avecina el drama.

Para entendernos, digamos que voy tan acelerada como el crecimiento de mi barriga durante las últimas semanas. Junto al mes de Septiembre he recibido al tercer y último trimestre de embarazo, y la verdad es que no me puedo quejar. Más bien, me siento muy afortunada. Soy consciente de que no todas las mujeres, especialmente actrices, embarazadas de seis meses, cuentan con la suerte de encontrarse tan bien físicamente y tan capaces de seguir trabajando al pie del cañón como yo, aunque al llegar a casa cada noche parece que vengo de hacerme el Camino de Santiago en tiempo récord. Para colmo, Estela en esta última semana tiene complejo de lagartija y ha descubierto, entre otras cosas, que tengo costillas y al parecer cree que el momento en el que me siento en el sofá o me voy a la cama es el mejor para hacer, lo que yo llamo, "un bailecito flamenco a mami" y empezar a patalearlas. No sé si interpretarlo como un "¿Por qué te quedas quieta si a mi me va la marcha?" o un "Ya era hora tía, estate quieta que ahora me toca a mí" Lo único que tengo seguro es que, mandona es un rato, y eso que todavía no ha nacido. 

Pero sin duda alguna, lo que peor llevo es tener a Mario lejos. Hace casi una semana, se fue a Castellón a continuar el rodaje de su misteriosa serie que ni yo sé cómo se llama, y sí, se que una semana es una mierda de tiempo en comparación con las otras muchas veces que nuestras agendas nos han obligado a estar separados, pero esta vez no es lo mismo. Y es que desde que volvimos de Cerceda, estamos en un momento muy intenso de nuestra relación, en el que no podemos dejar de quitarnos la ropa en cualquier momento y hacer el amor a todas horas. En definitiva, estamos en nuestro mejor momento, en todos los sentidos, y lo estoy echando más de menos que nunca.

Es viernes y acabo de llegar a casa después de un entrenamiento con Crys por la mañana y una entrevista y sesión de fotos para Instyle por la tarde, que se ha alargado por un picoteo con Paloma y Valero. Solo tengo ganas de caerme al suelo y que me recojan con una grua.

- Hola Pista, no me agacho a saludarte porque sino no me levanto. - dejo caer los zapatos y me preocupa entre nada y menos que se hayan quedado en medio del pasillo.

Cojo una cerveza sin alcohol de la nevera y me dirijo a la terraza, pero me paro en seco cuando paso por el espejo de cuerpo entero.

- Hay que ver qué pintas llevo. - digo mirándome desde todos los ángulos posibles. - ¿Tú que opinas, Pista? Necesito ropa pre-mamá, ¿verdad?

Pistacho me mira con cara de "me la sudan tus problemas" y pasa de largo saliendo a la terraza delante de mí.

Pero la verdad es que no puedo negar la realidad por mucho tiempo más. Estas últimas semanas no paro de ponerme vestidos anchos y aprovecho que en Madrid todavía hace calor para ponerme la ropa que me compré en las rebajas, aunque también soy consciente de que en cualquier momento puede llegar el frio y yo no estaré preparada. Menos mal que en los rodajes y sesiones de fotos son ellos los que me dan la ropa, porque si tiene que ser por mí... ¿Por qué tiene que ser tan cara la ropa pre-mamá?

El momento de sentarme en una de las sillas de la terraza y apoyar los pies en otra, lo siento como si acabara de llegar al cielo. Siento como la cerveza fresquita baja por mi garganta a la vez que una pequeña brisa me acaricia la cara. Esto es gloria. Aunque no por mucho tiempo.