21 parte 1: Dulce navidad.

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Los primeros días conviviendo con Estela se resumen en una simple frase: estoy cuidando más de los ramos de flores que de mi propia hija.

Es una niña buenísima, tan solo se despierta para comer y entre eso, y que Mario no se despega de ella desde que llega del rodaje hasta que se va a dormir, a veces dudo si he tenido un bebé de verdad o de juguete. Como siempre ocurre, uno se monta la peor de sus expectativas y luego la vida te enseña que dejarse llevar es lo mejor que puedes hacer para adaptarse a estas nuevas situaciones, aunque tampoco quiere decir que todo esté siendo un camino de rosas. O sí, porque las rosas a veces también pinchan.

Los miedos y los desajustes emocionales siguen ahí. Y sí, es lo normal después de tener un bebé hace tan solo cinco días, lo sé, pero la cuestión es que solo yo puedo luchar contra ellos, y eso ya no resulta tan fácil.

Ya han pasado dos días desde que llegamos a casa. Dos de los cuatro días que Mario tiene que ir a rodar hasta acabar la serie. Una cosa más que no nos está resultando nada fácil de sobrellevar, sobre todo a él. Yo, evidentemente, le echo mucho de menos y me da mucha pena no poder estar los tres juntos en estos primeros días tan especiales a la par que importantes, pero al fin y al cabo tengo la suerte de que todos los días tanto mi madre como Heidi hacen turnos para venir a hacerme compañía y ayudarme. También estamos recibiendo muchas visitas de amigos y familiares que vienen a conocer a Estela y me mantengo bastante entretenida hasta que Mario llega a media tarde.

Mario es el que peor lo lleva con diferencia y no me gustaría por nada del mundo estar en su lugar. Es el que está lejos de las dos, el que nos llama por videollamada cada vez que tiene un descanso, el que se duerme sin separarse de Estela de lo cansado que está por levantarse todos los días a las 6 de la mañana, y a mí me duele más verlo así que el hecho de estar separados mientras está en el rodaje. No está siendo fácil para ninguno de los tres, pero Mario saca fuerzas de donde no las tiene para demostrar lo padrazo que es.


Es miércoles y por fin Paloma y Natalia han encontrado un hueco para poder venir a conocer a Estela, tenía muchas ganas de que llegase este momento. Mi madre acude a abrirles la puerta mientras yo acabo de cambiarle el pañal a Estela. Es muy buena pero muy inoportuna.

- Mirad, por ahí viene Blanca. - dice mi madre mirándome mientras bajo las escaleras con Estela en brazos. 

Natalia y Paloma se acercan a mí con una sonrisa de oreja a oreja y no puedo evitar emocionarme un poco cuando acabamos las tres abrazadas. Bueno, las cuatro. 

- Pero qué cosita más bonita habéis hecho. - dice Paloma mientras coge a Estela de mis brazos. - Eres aún más guapa que en las 100 fotos que me ha enviado tu mami.

Me rio porque sé que tiene razón, y eso que no le envío ni la mitad de las fotos que le hago al día.

- Por fin conocemos en persona a la nueva llitle pony. - Natalia le acaricia la manita y Estela aprieta con fuerza su meñique. - Lo siento amiga, tu hija te ha quitado el puesto. - dice encogiéndose de hombros.

- Estáis de suerte, la habéis pillado despierta. Lo nunca visto. - mi madre pasa por nuestro lado con una bandeja llena de dulces. - Venga, pasad al salón y tomamos algo.

- Laura, no tenías por qué haberte molestado. - dice Paloma mientras se sienta en el sofá.

- Anda calla y merendad un poco, que seguro que estáis sin parar de trabajar y hace mucho rato que no coméis nada.

Paloma me pasa a Estela cuando se da cuenta de que no tienen nada que hacer contra mi madre y las dos empiezan a picar de lo que hay en la bandeja.

FOREVER YOUNG ♡ BLARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora