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Al día siguiente de su primer beso, Jihoon no se pudo controlar, los pensamientos le invadían con esa escena ¿Que no se suponía que el amor apesta? Eso se suponía, eso debió sentir desde el principio.
El dolor ajeno le da satisfacción, debió en ese momento sonreír en vez de hacerlo sentir mejor por un rechazo.

El amor es un asco
El amor apesta
El amor no es siquiera real
¿Qué es el amor y por qué lo odiaba tanto? Odio

Y esos pensamientos se repetían una y otra vez como había pasado desde que ese chico se cruzó por su camino, con unas lágrimas en los ojos pero una sonrisa brillante después de la rosa que le entregó, incluso sus ojos brillaban tanto como si de un niño pequeño se tratase ¿Qué demonios le sucedía?

<<Nos vemos luego, Jihoonie...>> Recordó las últimas palabras que dijo el chico, soltando su mano y sonriendo nervioso, recordó cómo se alejaba y luego por la ventana observó cómo su padre lo abrazaba pero el se notaba ¿Triste? Esa misma mirada que tenía cuando lo miró por primera vez en la parada de autobús, era exactamente la misma y eso le inquietó. Quería quedarse a mirar pero pronto el taxi que había pedido antes de salir del lugar había llegado y tuvo que dar un último vistazo antes de subirse al vehículo. Ahora sonreía, sus ojos se hacían pequeños cada que lo hacía y eso era algo también fascinante, sus mejillas se levantaban y aquello sólo indicaba admiración, o por lo menos eso sentía Jihoon aunque no lo quisiera admitir.

Sabía que era el miedo. Tocó sus labios reproduciendo de nuevo ese instante, se sentía en las nubes, como si podría volar. Jamás había conocido a alguien que le pudiese hacer sentir así, alguien que lo exaltará tanto y le hiciese olvidarse de sus problemas con tan sólo verlo. Se estaba enamorando como lo había hecho antes. Y estaba asustado, porque jamás había conocido el amor, jamás había sentido eso con alguien antes, el observarlo y mirarlo más a fondo, conocerlo y sentirse completo simplemente con su presencia, haciendo su presente más brillante sólo con sus chistes malos y los pucheros que hacía.
Qué demente, ni siquiera eran algo en concreto, algo que se pudiera conocer, era un sentimiento inimaginable y todo eso se juntaba.

Por fin lo entendió después de hundirse entre tantas palabras, letras, sonidos y escenas al lado de ese chico de sonrisa brillante. Le gustaba, realmente sentía eso e incluso se atrevería a decir que se estaba enamorando y se odió por ello pues juro que nunca se iba a enamorar en su vida otra vez, que los comentarios de Mingyu sobre el amor eran basura y un simple cliché sacado de películas tontas de adolescentes, o incluso un invento del gobierno para controlar las masas y ahora... Estaba frente a las flores que había recibido ese 14 de febrero, las tomó admirando como el sol chocaban contra los pétalos y se dió cuenta que realmente habían sobrevivido bien, casi siempre las flores que tiene terminan muertas pero pareciese que esta era la excepción pues el brillo de sus hojas seguía intacto como cuando las había visto por primera vez.
Las tomó entre manos sacándolas momentáneamente y oliendo la fragancia que desprendía, le recordaba tanto a Soonyoung y su hermosa existencia aunque no sabía porque aquello le estaba sucediendo.

Fue entonces que se percató que una de las rosas se veía extraña. Frunció el ceño tomándola y dejando el resto en el agua que le correspondía.
Era un mensaje en un pétalo. Sonrió pensando que realmente Soonyoung se lo había tomado muy en serio y eso era algo digno de admirar para él en esos momentos.

<<Me gustas tanto>> alcanzó a leer las letras blancas que ya se estaban borrando un poco debido al agua y el fuerte sol. Sonrió y a su mente volvió ese chico con su dulce voz y esa hermosa risa que le hacía cuestionarle si en realidad el amor apestaba tanto como mencionaba.
Se quedó pensando por unos momentos Claro que no, el amor no apesta sólo que el mismo se limitó pensando que nunca podría volver a ser feliz como siempre quiso, no había tenido suerte en ello y lo reconocía. Pero la fuerza con la que reconocía lo que le pasaba era la misma con la que aseguraba que con Soonyoung se había sacado la lotería.

Se había sacado la lotería

Y ahora debía correr por él

Correr.

Tomó su abrigo apresurado, esperando que a esa hora y un sábado pudiese encontrar a Soonyoung en la tienda departamental en la que trabajaba. Realmente tenía esperanza así que salió de casa no sin antes despedirse de sus padres, avisar que salía y salir corriendo esperando por verlo, y decirle que a él también le gustaba pero que era un tonto, que tenía miedo de ser lastimado porque ya le había sucedido varias veces pero estaba dispuesto a tomar el riesgo por Soonyoung, eso le diría y entonces todo estaría bien y lo abrazaría sin dudarlo dos veces.

Lo abrazaría corriendo

Y

Corriendo.

Ahora era el momento pues la misma tienda estaba frente a él, sin rastros de Soonyoung debía aclarar. Pero su amigo Joshua estaba ahí, le parecía extraño hasta cierto punto.
También vió como Seokmin estaba allí al lado del mostrador alentando a Joshua a qué siguiera haciendo su trabajo sin prestarle tanta atención a el. Pero Soonyoung no estaba ¿Por qué?

Se acercó y entonces aventó la puerta para dirigirse dentro del lugar, saludó a Seokmin y Joshua, ambos se sorprendieron cuando le vieron entrar y dirigirse directamente a un costado del mostrador.

ー¿Y Soonyoung?ー cuestionó finalmente Jihoon entre susurro esperando no ser escuchado por Seokmin pues que sus amigos se enterasen que estuvo haciendo cosas por amor era algo que los podría poner de locura pues el Grinch de San Valentín sí tenía sentimientos.

ーNo vino hoy, me dijo que se quedaría en casa porque está enfermoー respondió Joshua sin despegar la vista de los artículos que le despachaba a la señorita frente a él.

Jihoon suspiró y entonces volvió a salir del establecimiento dejando a Joshua y Seokmin confundidos por lo que pasaba,  ahora su próximo destino era la casa de Soonyoung, pues debía solucionar estás incógnitas que durante los últimos días no le dejaron dormir correctamente.

嫌い- 𝘷𝘢𝘭𝘦𝘯𝘵𝘪𝘯𝘦 - {h.z}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora