𝔰𝔦𝔢𝔱𝔢.

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SIETE

CABEZA DE PUERCO



La estancia de Catherine en Hogwarts a lo largo del primer trimestre había marcado un profundo cambio en comparación a sus años anteriores en el castillo.

La presencia de Umbridge, sus absurdas normas e injustos castigos (aunque la sentencia dependiera de a quién le preguntaras) habían hecho a Catherine esperar con ansias las vacaciones de Navidad, aunque para llegar a ellas todavía faltara el peor tramo: los exámenes del primer periodo. Para colmo Catherine empezaba a hartarse, al igual que Rose, de que realmente no estuvieran aprendiendo nada útil en Defensa Contra las Artes Oscuras. Quería coger su varita y aprender algo de una vez.

Era un jueves por la tarde, Catherine había perdido la cuenta de las horas que llevaba en la biblioteca, ni siquiera recordaba la última vez que había comido, ¿había sido por la mañana? No, sin duda aquella mañana Catherine se había quedado dormida por estudiar hasta tarde y no le había dado tiempo a desayunar. Tampoco había asistido a medio día al Gran Comedor, estaba demasiado enfrascada en sus traducciones de Runas Antiguas. No quería levantarse de la mesa hasta saber traducir a la perfección todos los manuscritos pendientes, que no eran pocos.

—Ha anochecido ya —rezongó Rose en frente de ella, mirando por la ventana como si la idea de salir al exterior fuese un postre exquisito.

Lo único bueno de estar en la biblioteca para Catherine era que habían conseguido convencer a Madame Pince de que le levantara el veto a las dos amigas y ahora podían estudiar juntas.

Draco y Catherine se giraron alarmados. ¿Tanto tiempo había pasado ya?

—Madre mía no he avanzado nada —se lamentó Catherine tirándose del cabello con frustración.

Comenzó a escribir muy rápido, murmurando reglas de declinación de las palabras antiguas.

Draco estiró los brazos y dejó escapar un largo bostezo, sin molestarse en taparse la boca. Rose lo miró con una ceja alzada por su falta de educación pero él ni siquiera se dio cuenta.

—Por mucho que escribas ahora ya no vas a hacer gran cosa —le dijo a Catherine comenzando a recoger sus cosas—. Vamos a cenar antes de que desaparezca la comida.

Cath lo miró con enfado pero admitió para sus adentros que Draco llevaba razón. Tan solo quedaban diez minutos para la hora del cierre de la biblioteca.

Los tres amigos recogieron sus libros, tinteros y plumas en silencio e hicieron su camino al Gran Comedor. Ninguno hablaba mucho, llevaban toda la tarde estudiando después de haber tenido una de las clases más duras del año, tanto en Encantamientos como luego en su doble clase de Transformaciones.

Catherine se dejó caer en los bancos de la mesa de Slytherin y engulló cuanto pudo para suplir su falta de alimento a lo largo del día.

—Hoy no me acostaré tarde —decidió—, si no no me puedo levantar a tiempo para el desayuno.

—¿Has terminado la redacción para Snape? —le preguntó Rose.

—¿Qué redacción? —Cath miró con miedo a su amiga.

Con todo el trabajo que tenía encima, lo atrasada que iba con la mayoría de asignaturas, y ahora tenía que hacer una estúpida redacción para la estúpida clase de...

—Es broma, mujer —rió Rose.

Catherine gruñó algo sobre que no tenía ninguna gracia y siguió cenando.

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⏰ Última actualización: Nov 17, 2021 ⏰

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