—James—llamó dulcemente su madre, sacudiéndole un poco el hombro—, cariño, hay que despertarse. Hoy vuelves a Hogwarts con Sirius, Remus y Peter. ¿No estás emocionado? ¡Empezáis tercero!
Él sólo se movió en la cama, sin llegar a abrir los ojos, y masculló algo que podría interpretarse como un «ya voy». De hecho, así lo interpretó su madre, pues en seguida dijo:
—No te creo. Venga, James, el desayuno está listo. ¿Quieres llegar tarde a la estación y perder el tren?
—No, mamá—su voz se oía ahogada por culpa de la almohada en la que había hundido la cabeza, pero su madre le escuchó perfectamente.
—Pues entonces levántate, y date una ducha, que hueles como los calzones morados de Merlín.
—Mamá...—se quejó James.
—Es la verdad, Jamie, pero tranquilo, que eso es la adolescencia y se pasará antes de lo que crees. Sólo dúchate mucho y ventila tu cuarto.
Dicho esto, la señora Potter salió por la puerta de la habitación de su único hijo, quien se levantó con pereza, acostumbrado a hacerlo a mediodía durante el verano.
—Buenos días James—saludó su padre asomándose por la puerta—. Dame tu baúl para que lo baje y asegúrate de no dejarte nada, ¿sí?
—Buenos días papá.
Cuando su padre se hubo marchado con el baúl, James cerró la puerta y se metió en el baño para ducharse.
Cuando salió, ya vestido, se dio cuenta de a qué se refería su madre con el mal olor.
—¡Por Merlín, huele a muerto!—pensó, abriendo las ventanas.
Deshizo aún más la cama para que se ventilase bien y comprobó todos los cajones antes de bajar a desayunar. Cuando salía por la puerta se giró un momento para mirar su cuarto: las paredes tenían varias fotos de jugadores de Quidditch pegadas y cuadros que había pintado su abuela cuando todavía vivía, las sábanas estaban revueltas y la cama estaba pegada a una pared, frente a esta había un escritorio lleno de pergaminos sin usar y alguna que otra pluma de lechuza. Las puertas del armario estaban abiertas. James prestó especial atención a esos pequeños detalles, sabiendo que, cuando volviese, las fotografías serían más, su padre habría tomado prestado algún cuadro, la cama estaría hecha, el escritorio recogido y limpio y las puertas de los armarios estarían cerradas de nuevo.
—¡James, baja!
—¡Voy, mamá!
James sabía que su vida iba a cambiar, pero nunca imaginó que lo haría tanto.
—¡SIRIUS ORION BLACK, BAJA AHORA MISMO!—gritó la señora Black desde el comedor.
Sirius dejó la camisa que estaba doblando dentro del baúl y lo cerró con llave. Casi no le habían cabido las cosas allí dentro, pero aquel falso fondo que había añadido en su primer año era muy necesario para que sus padres le dejasen entrar en Hogwarts llevando todo lo que llevaba.
—¡VOOOOOY!
—¡NO ME GRITES!
Bajó corriendo las escaleras, pasando cerca de las cabezas de elfos domésticos y casi tirando a Kreacher, quien llevaba el desayuno de Regulus, en el último escalón.
—La señora se enterará de esto—masculló el elfo con odio.
—Siéntate—ordenó Walburga Black nada más verlo entrar, e hizo una mueca de asco al ver la poca elegancia con la que se sentaba su hijo—. ¿Tengo que repetirte que esperamos lo mejor de todos los Black, sin excepción? ¡Eres una vergüenza!—dijo entre dientes, escupiendo veneno con cada palabra—. ¡Das asco! ¿Quieres saber cómo se puso tu padre cuando nos enteramos de que eras un Gryffindor?—preguntó por milésima vez en aquel verano.— Si los ataques al corazón no fuesen cosa de muggles le habría dado uno. ¡Y aún te reirás! —hizo una pausa dramática—. Es la última ves que te juntas con Lupin y Potter. ¡LA ÚLTIMA! ¿ENTENDIDO? —y añadió sádicamente—: Si me entero de que hablas con traidores a la sangre, con mestizos o con sangre sucia, colgaré tu cabeza junto a las de los elfos domésticos, ¿me has oído? Quemaré tu retrato del árbol familiar, destrozaré tu cuarto, quemaré tu cama y Kreacher utilizará las cenizas para condimentar la sopa. ¿Ha quedado claro?
ESTÁS LEYENDO
Jily, Años de Conquista
Fiksi PenggemarTodos sabemos que Lily empezó a salir con James en 7º, que Frank y Alice estaban muy acaramelados, que Remus siempre temió al amor y que Sirius era un alma libre. Pero no sabemos qué mil locuras hizo James por amor, ni qué pasó antes de que Alice y...