XIV

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"Con cada pequeño desastre,

dejaré que se calmen las aguas,

llévame lejos, a algún lugar real.

Mientras estemos juntos, ¿importa a dónde vayamos?"

(Home – Gabrielle Aplin)

Todavía un tanto aturdido por la discusión ajena, Thayer también dejó la cena siguiendo a Madison, quién había huido de lo que ella consideraba, una situación al extremo desastrosa. Corrió hasta salir al patio, creyendo que el aire fresco era lo que necesitaba para tranquilizarse, aunque no estaba dando resultado. Su respiración era interrumpida por una fuerza invisible que presionaba justo en medio de su pecho. Así la encontró Thayer, de espaldas a él, en medio del patio, sintiéndose una persona miserable, incapaz de hacer algo para mejorar su familia o cambiar el estado en que se encontraba su hermano.

—Lamento que tengas que pasar por todo esto. Sé que debí haberte dicho como eran las cosas aquí desde un principio— se lamentó al percibir que Thayer estaba a unos pocos pasos detrás de ella. —Pero yo... Todo esto es muy difícil— moduló como pudo, sintiendo que las palabras no surgían con simpleza. —Voy a entender si estás molesto— dijo en un hilo de voz, tratando de disculparse por haberlo introducido en esa situación.

— ¿Molesto? Esto es sobre ti, no sobre mí— no le importaba cuanto le hubiera ocultado, Madison se había pasado las últimas semanas preocupándose por él, ayudándolo en sus problemas, cuando ella tenía los propios. Se sentía culpable por no ayudarla antes. —Mad, tranquila. No pasa nada— aseguró, adelantándose hasta posicionarse a una distancia cada vez menor. Atinó a rodearla con un brazo, pero Madison se removió.

—No, Thayer— quiso zafarse de aquel toque, aunque no luchó contra él. Tenía miedo de lo que pasaría, de lo vulnerable que podría llegar a ser. Presentía que algo en ella se desataría si él la tocaba y así fue. El muchacho la rodeo con uno de sus brazos y Madison empezó a llorar, una lágrima tras otra. Thayer la sostuvo con más fuerzas y su sollozo aumentó. Aun así, se obligó a mirarlo con los ojos húmedos y el agua que aún resbalaba en su piel. —Hace cinco años que le detectaron cáncer a Austin. Y desde eso, hemos pasado por un millón de cosas, tratamientos, hospitales, cuando parecía que todo iba bien siempre aparecía un problema nuevo— respiró y Thayer le suprimió una lágrima con la yema de su dedo. —Entiendo que quiera irse y yo... Lo apoyo. Aunque suene egoísta dejar que se rinda.

—No es egoísta. Estás apoyando lo que él quiere, a pesar de lo mucho que pueda doler dejarlo ir— le dio su punto de vista a una Madison que de a poco recuperaba su estabilidad. Había dejado de llorar desconsoladamente, solo porque sentía que a su lado estaba alguien qué no la dejaría hundirse más.

—El resto no piensa así— murmuró, lamentándose aquello. —Desde que pasó todo esto, tuve que dejar muchas cosas... Me vi obligada a tomar un trabajo aquí en lugar de ir a la universidad, me alejé de mis amigos, mi vida social empezó a ser más reducida...— suspiró luego de nombrar algunas cuestiones que la habían afectado. —En fin, mi vida cambió por completo. Y la gente cree que quiero que Austin se vaya solo para recuperar la vida que tenía antes. Incluso creo que mis padres también piensan eso de mí— agregó, una posible idea certera que le dolía admitir. Todo estaba difícil en su familia. Se echó el cabello tras sus orejas, mientras volvía a secarse los ojos. —En realidad yo solo quiero que Austin deje de sufrir. Eso es todo.

—Lo sé. Yo haría exactamente lo mismo si estuviera en tu lugar— él podía entenderla, algo que de inmediato ayudó para que una parte de ella se sintiera mejor. Madison sonrió a medias, aún un tanto débil. —Ellos tienen suerte de tenerte, Mad. Hiciste y haces mucho por tu familia, no todo el mundo es capaz de dar tanto.

Mi salvaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora