Una gota en el océano,
un cambio en el clima
Yo rezaba para que tú y yo estemos juntos.
Es como querer que llueva, estando en el desierto.
Pero yo estoy aguantando más que la mayoría,
porque tú eres mi cielo.
(A drop in the ocean – Ron Pope)
Thayer manejaba intentando mantener la visión fija en la ruta, apenas transitada, mientras Madison buscaba sintonizar una canción en la radio. Era imposible mantenerse concentrado con ella a un lado, porque no podía resistirse a voltear a verla, aunque sea por unos segundos. Sonrió de lado cuando la observó de reojos bajar el vidrio y luego, sacar su cabeza hacia afuera, disfrutando del aire fresco estampándose sobre su cara, la calidez del sol y su cabello desordenándose por el viento. Mad saboreaba la libertad. Thayer la vio sonreír y eso le bastó para asegurarse de que estaba haciendo las cosas bien.
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Cuando Mad abrió los ojos, se desconcertó por un instante. El paisaje no era el mismo, podía ver a lo lejos el mar y las costas que lo rodeaban. Se estregó los ojos para despabilarse, aunque la claridad del día ayudaba y volteó a ver a Thayer, que conducía. De fondo, muy despacio, sonaba una canción de The Smiths y comprobó que los labios de Thayer se movían musitando en voz muy, muy baja, lo que decía la canción. Sonrió para sí misma sin hacer ruido, al parecer el aún no había notado que ella estaba despierta. Continuó mirándolo, de perfil, los detalles de su piel y sus labios que continuaban moviéndose
—Te despertaste— murmuró un tanto nervioso, cuando se percató de que Madison lo observaba.
—Estabas cantando— replicó ella, sin olvidar ese detalle.
Él emitió una especie de sonrisa, delatándose. —No. No cantaba— fingió desligarse del tema.
—Si, si lo hacías— insistió divertida, no olvidaría tan rápido lo que había visto. —¿Qué tiene malo?— curioseó. Él negó una vez más con la cabeza.
—Seguro lo soñaste— encontró la excusa perfecta para defender su postura. Le echó una mirada a Madison, quién puso los ojos en blanco. De alguna manera, Thayer siempre tenía algún truco bajo la manga que le permitía salirse con la suya. —Dormiste como tres horas, Mad. Tuviste tiempo de sobra para soñar.
—¿Tres horas? ¡No fue más de media hora!— le reclamó tras su exageración entornando los ojos. Seguía sin creer que él siempre encontrara la excusa perfecta. —Sé muy bien lo que vi— se cruzó de brazos, como si estuviera realmente enojada. —Debí haberte filmado.
—No hay pruebas— Thay se encogió de hombros, sonriendo más extensamente al darse cuenta de qué había encontrado la forma de "ganar".
—¿Por qué tienes que ser tan malo, eh?— bromeó todavía fingiendo estar enojada. Él conduciendo, giró el volante para tomar otro camino, mientras no pudo evitar volver a divertirse por el tono molesto que ella usaba.
—¿Por qué no admites que estabas soñando?— replicó, ofreciéndole otra mirada rápida porque de inmediato continuó fijando la vista hacia adelante.
—Porque dormí menos de media hora y no alcancé a soñar nada— dejó caer su cuerpo sobre el asiento, exagerando su frustración en un suspiro, percibiendo como el auto se detenía. —¿Ya llegamos?— observó a su alrededor, más allá la playa, a unos pocos metros una casa típica de vacaciones. Se asombró, pero decidió que todavía tenía que fingir un momento más. No se lo haría tan fácil.
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Mi salvación
RomanceLa vida de Thayer siempre ha sido un caos. Con un padre ausente y una madre que lo abandonó, se vio obligado a hacerse cargo de su hermana menor, Maxine. Pero cuando finalmente todo parece ir bien, los problemas retornan. Maxine comienza a comportar...