XV

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"Pero la deseo, y es un crimen

que ella no esté por aquí la mayor parte del tiempo.

Dulce, y correcta, y piadosa.

Yo soy arrastrado por la marea de su respiración.

Y ella lo vale, es divina.

Oigo esta canción todo el tiempo".

(Cherry Wine – Hozier)

— ¿Qué estás mirando?— preguntó Thayer mientras preparaba café, observando al mismo tiempo a Madison, que le daba la espalda unos metros más allá. Se estaba tomando el tiempo de conocer cada libro que encontraba dando vueltas, le parecía demasiado interesante. Si no fuera por esa noche en su casa cuando descubrió que a Thayer le gustaba leer, jamás se lo habría imaginado.

—Historia de la mitología griega— leyó el título del libro en voz alta y luego comenzó a hojearlo. — ¿En serio te leíste todo esto?— era un libro extenso, de hojas ya amarillentas, pero probablemente era muy interesante.

—Sí y fue muy entretenido. ¿Estás dudando de mi capacidad?— bromeó, dejando a un lado las tazas de café ya preparado, para aproximarse hasta quedar detrás de Madison y espiar el libro sobre su hombro.

—No, para nada. Solo parece un poco... Extenso— echó apenas la cabeza hacia atrás hasta mirarlo y darle una sutil sonrisa.

—El capítulo diez es muy bueno— Thayer habló otra vez y Madison percibió su respiración a escasos centímetros de su cuello. —Deberías leerlo.

—Quizás lo haga— respondió, todavía hojeaba el libro aunque ya no era capaz de leer una sola oración con coherencia. Sus sentidos estaban siendo alterados por el chico detrás de ella. — ¿Leíste todos estos libros? ¿Cada uno de los que está dando vueltas por acá?

—La mayoría— aseguró. Levantó el dedo índice y lo pegó a una de las hojas que Madison pasaba, señalando una parte del texto. —Este párrafo en especial es muy interesante— comentó.

— ¿Si? Tú porque amas la historia.

—Me encanta la historia— tenía una evidente pasión por esos libros. —Si hubiera ido a la universidad, habría estudiado algo en relación a eso— comentó. Su chance de estudiar se vio acabada cuando tuvo que encargarse de su hermana.

—Todavía estás a tiempo de ir— Madison volteó una vez más a mirarlo, pero al instante regresó la vista al libro. Estaba muy nerviosa. Demasiado. Pero nerviosa de una forma buena, desesperante, pero agradable.

—Podríamos ir juntos— mencionó, prediciendo la posibilidad de hacer lo que ambos querían.

— ¿De verdad lo crees?— se sorprendió al oírlo haciendo planes futuros con ella. Aunque ella también había imaginado los propios, no pensó que él lo hacía. Simplemente a veces creía que todo lo que estaba viviendo con Thayer era temporario, que Lexie regresaría de su viaje y el retomaría su relación porque, al fin y al cabo, era su novia de toda la vida.

—Podría ir contigo a cualquier parte— pronunció y de inmediato sintió su aliento aún más cerca, la mano de Thayer moviendo su cabello a un lado y de pronto sus labios sobre su cuello. Cerró los ojos, sintiendo que él acababa de destrozar cada uno de sus muros con los que intentaba protegerse. Él era capaz de causar una entera revolución dentro de ella. Thayer con su mano libre le quitó el libro, dejándolo a un lado, mientras Madison echó la cabeza hacia un lado, permitiendo que sus besos recorrieran sin obstáculos la curvatura de su cuello. Jamás había sentido un cosquilleo tan intenso como aquel, que aumentó cuando los besos se extendieron hasta su mandíbula y entonces, por inercia se giró, atrapando los labios del contrario sobre los suyos.

Mi salvaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora