XXVIII

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Perdóname un momento,

mientras estoy con los ojos abiertos de par en par,

y estoy tan deprimida,

atrapada en la mitad...

Puedo parecer tan fuerte,

sí, puedo hablar mucho tiempo,

nunca he estado tan equivocada.

(Strong – London Grammar).

Cuando Madison llegó a la comisaria, Patrick y Thayer ya estaban dentro, realizando sus respectivas declaraciones por separado. A ella le indicaron que tenía que esperar, sería la última en dar su versión. Tomó asiento en la sala, acomodándose la chaqueta masculina que aún la cubría, haciéndole sentir reconfortada entre todo el disturbio. Continuaba aturdida por el estruendo del choque, desequilibrada por la discusión y aún la invadía la impotencia por observar cómo se llevaban a Thayer sin poder evitarlo. Cerró los ojos, echándose levemente hacia atrás por un instante, deseando que todo pasara rápido... Ya ni si quiera sabía cuánto más podría soportar. Volvió a abrirlos cuando percibió que alguien tomaba asiento a su lado.

El señor Kennard.

Lo miró de reojos pero no dijo nada, no hasta que él habló.

— ¿Quieres que todo esto pase rápido, no?— le preguntó. Madison asintió, dudando en entablar una conversación con el hombre.

—Nadie quiere pasar tiempo en una comisaria— respondió, haciéndole notar que lo que preguntaba era una obviedad.

—Peor sería ir a la cárcel— mencionó el contrario.

—Justo a donde irá Patrick después de lo que hizo— aseguró. Sabía que a Patrick le habían encontrado la navaja que usó para amenazarla, solo faltaba que ella lo confirmara en su declaración y el chico no tendría escapatoria.

El sujeto sonrió con cierta ironía.

—Thayer no se quedará atrás.

—Thayer saldrá de aquí porque no hizo nada— le aclaró.

— ¿Eso crees?— el señor Kennard habló mirando a Madison como si fuera una ingenua.

—Sí, eso creo.

—Lamento decirte que estás bastante equivocada— pronunció. —Mira Madison, esto es muy sencillo. Si cae Patrick, no me voy a detener hasta que Thayer caiga también. Sabes que puedo hacerlo— la amenazó, aunque encubriéndolo con palabras para que sonara parte de una conversación casual. —Claramente tienes dos opciones. Declaras en contra de Patrick y condenas a tu novio a la cárcel por un largo tiempo, o podemos olvidar todo aquí y tienes mi palabra de que no volveré a actuar en contra de Thayer. Mientras se mantenga lejos de mí y de mi familia, por supuesto— concluyó. Mad estaba evitando sentirse en aprietos, pero finalmente fue así como se sintió, entre la espada y la pared. Mientras tanto, el hombre estaba seguro de que ganaría, a pesar de estar actuando como un cobarde, aprovechándose de la chica que seguía en shock por el accidente y ahogada por el estrés a causa de lo que transitaba. Vulnerable.

— ¿Señor Kennard?— un policía le llamó la atención. —No puede hablar con la chica— le resaltó y el contrario fingió sorpresa.

—Disculpe, solo le estaba preguntando si se encontraba bien— mintió, enviando otra mirada amenazante a Madison. —Realmente espero que puedas hacer lo correcto— le dijo, antes de alejarse por orden del oficial.

Entonces entendió porque Patrick tenía esa forma de ser, una calcomanía de su padre. Sin embargo no lo justificaba, solo sentía lástima. Pero lamentablemente sabía que esa amenaza tendría efecto, Kennard era un hombre de negocios con contactos e influencias que podía utilizar para hacerle la vida imposible a Thayer o a ella misma.

Mi salvaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora