Ainya.

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El castillo me parece ahora una cárcel. Y si ya ha pasado y si llegamos tarde o peor ...

—Tranquila. —Leila intenta ser convincente, aunque sabe que nada me tranquilizará hasta que vea a mi madre, a Selenne, viva.

Le correspondo con una débil sonrisa.

Entramos, nadie pregunta por Leila, va tapado por la capa y, aunque parece sospechoso va con la princesa, así que nadie pregunta.

Conozco el palacio como la palma de mi mano, pero hoy me siento desorientada, Delia nunca falla en sus predicciones, acelero el paso, no sé si Leila me sigue, no me giro para comprobarlo.

No. No. No. Intento convencerme de que todo está bien, pero no soy capaz.

Una puerta nos separa del salón del trono, sé que está ahí, siempre está en el salón del trono a esta hora atendiendo las peticiones populares, por eso siempre me escapaba a ver como estaba Leila a casa de Miluna, mi criada, aunque más que eso es una amiga.

—¿Preparada? —pasa su mano sobre mi hombro, intentando transmitirme paz y confianza.

Cuentos en una noche estrellada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora