☣ Cαρίтυlσ 10 ☣

573 107 48
                                    

Como no esperaba respuesta alguna, Seokjin se dirigió a su escritorio.

En realidad, tenía razón. Terminé la comida y cuando me disponía a marcharme a mi cuarto, Jin volvió a centrar su atención en mí.

—¿Qué comprarías con el dinero?

Una lista de objetos salió de mi boca, sorprendiéndome a mí mismo.

—Una hoja para afeitarme, camisones y me gastaría una parte en el festival.

Quería un camisón porque estaba harto de dormir con el uniforme. Las noches eran un poco frías para dormir en ropa interior, ahora más que nunca debía cuidar mi estado de salud. No podía ser un buen catador estando resfriado. Además, el festival del fuego que se celebraba todos los años se acercaba. Para mí, era como una especie de aniversario. Durante el anterior, había matado a Yunjong.

Aunque el comandante había prohibido toda forma de religión, promocionaba los festivales como una manera de aumentar la moral. Sólo se permitían dos.

Durante el último festival de hielo, yo estaba en los calabozos y me perdí todos los acontecimientos. El festival de hielo siempre se celebraba durante la estación fría, cuando no se podía hacer nada más que acurrucarse al lado del fuego y realizar manualidades. Cada ciudad organizaba su propio festival.

Por el contrario, el festival de fuego era un enorme carnaval que viajaba de ciudad en ciudad durante la estación calurosa. El festival comenzaba en el norte, donde la estación cálida sólo duraba unas pocas semanas, y luego iba bajando hacia el sur. 

Tradicionalmente, se organizaban actuaciones y concursos para las celebraciones, que duraban una semana, en el interior del castillo. Yo esperaba que se me permitiera asistir. Seokjin mencionó que continuaría enseñándome por las tardes, pero, el resto del tiempo entre las comidas había sido, hasta el momento, sólo mío.

Siempre me había encantado acudir al festival de fuego. Son solía dar una pequeña cantidad de dinero a los niños de su orfanato para que pudieran ir todos los años. Era el acontecimiento más esperado en la casa. Practicábamos todo el año para poder participar en los concursos y así poder ahorrarnos el dinero de la entrada.

La práctica voz de Seokjin me sacó de mis pensamientos.

—El sastre te puede dar algunos camisones. De hecho, debería habértelos dado con tus uniformes. En cuanto al resto, tendrás que arreglártelas con lo que puedas encontrar.

Las palabras de Jin me devolvieron a la realidad de mi vida, en la que no se incluía el festival de fuego. Tal vez pudiera verlo, pero no podría saborear el pollo picante o el vino.

Con un suspiro, recogí mi cuaderno y marché a mi habitación. Una brisa cálida y seca me acarició el rostro. Limpié el resto del polvo, y el escritorio, pero sólo borré la mitad del mensaje de Dongbae. En cierto modo, él tenía razón. La soga me esperaba. Mi futuro no incluía una vida normal. Su mensaje me serviría como recordatorio de que no podía acomodarme demasiado.

O lo estropeaba todo y me sustituían en mi puesto como catador de comida o iba a frustrar un intento de asesinato con mi propia muerte. Tal vez, técnicamente, no me moriría porque se me rompiera el cuello, pero la turbadora imagen de la soga me perseguiría para siempre.

☣☣☣

A la mañana siguiente, me detuve frente al taller de Hoseok. Él estaba sentado en un rayo de sol, tarareando y cosiendo. Los mechones oscuros de su cabello relucían. Como no quería molestarlo, me di la vuelta para marcharme.

—¿Taehyung? —me llamó. Yo volví a asomarme—. Entra. Tú siempre eres bienvenido —dijo. Dejó su costura y me indicó una silla al lado de la suya para que me sentara—. Estás tan delgado como mi hilo más fino. Siéntate. Deja que te traiga algo de comer.

Polvo de Mariposa [☣JinTae☣]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora