Me levanté de un salto de la cama. Inmediatamente, examiné el mensaje. No era sangre, era pintura o alguna sustancia como jugo, pero yo no me sentí nada mejor. El miedo me asaltaba el corazón imaginándome una situación terrible tras otra. ¿Estaba Dongbae advirtiéndome o amenazándome? ¿Estaba pensando recuperar el dinero que había perdido apostando contra mí entregándome a los hombres de Son por alguna cantidad?
¿Por qué me iba a advertir? Me tranquilicé. Una vez más, mi reacción había sido exagerada. Por lo que había visto y oído de Dongbae, su mensaje respondía tan sólo a la satisfacción de asustarme. Una pequeña venganza por tener que trabajar más por mi culpa. Decidí que sería mejor que no supiera que yo había visto aquella infantil nota o que me había sentido asustado por ella. Pensándolo bien, estaba seguro de que había sido él el que había leído mis notas y que lo había dejado abierto sobre el escritorio sólo para enojarme.
Seokjin me había sugerido que descansara, pero estaba demasiado nervioso. Fui al salón. La nota de Dongbae me había recordado que no bajara la guardia y que no confiara en nadie. Entonces, mis preocupaciones se reducirían a la comida del Comandante y a evitar a Son.
Ojalá fuera tan sencillo o yo fuera tan fuerte... Tal vez Yunjong y Son me habían arrebatado la ingenuidad y la confianza ciega en los demás, pero, en lo más profundo de mi ser, aún me aferraba a la esperanza de encontrar un amigo. Hasta una rata necesita la compañía de otras ratas.
Desgraciadamente, en aquellos momentos, mi prioridad era seguir vivo al día siguiente, pero algún día trataría de encontrar un modo de escapar. El conocimiento suponía poder, por lo que yo pensaba sentarme, escuchar y aprender todo lo que pudiera.
Decidí examinar los libros y papeles de Seokjin. Encontré un par de textos sobre venenos que me interesaron, pero sus contenidos tenían que ver principalmente con el asesinato y la intriga. Algunos de los libros estaban escritos en un lenguaje arcaico que yo no era capaz de descifrar. O era un coleccionista, o había robado aquellos libros de la biblioteca del Rey.
De repente, al pie de la escalera, encontré un diagrama de la distribución del castillo. Por fin algo que me podía ser de utilidad.
Decidí dejar para otro momento la inspección de las habitaciones de la planta de arriba. Fui por mi cuaderno. Como el mapa estaba a vista de todos, no creí que Seokjin pudiera molestarse. Probablemente, se alegraría de que no tuviera que pedirle indicaciones constantemente. Despejé un trozo del sofá, me puse cómodo y empecé acopiar el mapa.
Me desperté muy sobresaltado. El cuaderno me cayó al suelo. Parpadeé y examiné el salón a la luz de las velas. Entonces, vi a Seokjin, que estaba encendiendo las lámparas del salón una a una.
Había estado soñando con ratas, pero, decididamente, Seokjin no era como yo. Era más bien un felino y no uno corriente. Más bien un tigre de nieve. El depredador más eficaz de todo el territorio de Athalom. De un blanco puro, el tigre de nieve era como dos perros enormes juntos. Rápido, ágil y letal, el tigre de nieve mataba a su presa antes de que ésta sospechara que había peligro. Permanecían principalmente en el norte, donde las nieves eran perpetuas, pero se había aventurado al sur cuando la comida escaseaba.
Nadie en la historia de Athalom había logrado matar a un tigre de nieve. El felino olía, oía o veía al cazador antes de que éste pudiera acercarse lo suficiente como para herirlo. Se marchaban con la rapidez del rayo cuando oían que se tensaba la ballesta. Lo único que los habitantes del norte podían hacer era alimentarlos, esperando mantenerlos así alejados de las zonas pobladas.
Después de encender la última lámpara, Seokjin volteó para mirarme.
—¿Tiene algo de malo tu habitación, Taehyung? —dijo, tomando una bandeja y entregándomela.
—No, Seokjin. Simplemente podía dormir.
—Ya veo —replicó él con cierta sorna—. Siento que tu cena esté fría —añadió, señalando la bandeja—. Me entretuve. Por cierto, Jin es suficiente.
Asentí. Tras comprobar automáticamente si había venenos, tomé un par de cucharadas. Después, miré a Jin para ver si él se había ofendido por el gesto. No fue así. Entre bocado y bocado, le pregunté si alguien tenía la llave de sus habitaciones.
—Sólo el Comandante y Dongbae. ¿Te ayudará eso a dormir mejor?
—¿Dongbae es tu mayordomo personal? —le pregunté sin responder.
—El mío y el del Comandante. Queríamos a alguien en quien pudiéramos confiar. Él estaba con nosotros antes del cambio de régimen, por lo que su lealtad está más allá de toda duda —comentó Jin, sentándose al escritorio—. ¿Recuerdas cuando estuviste en la sala de guerra?
—Sí —respondí, algo confundido por el cambio de tema.
—Había tres generales en la sala. A Son ya lo conocías, pero, ¿puedes identificar a los otros dos?
—Shin y Lee —respondí, orgulloso de recordarlo.
—¿Puedes describirlos? ¿Decirme su color de cabello, el de sus ojos?
—No —admití—. Creo que el general Lee tenía barba.
—Los identificaste por sus uniformes y no les miraste el rostro, ¿me equivoco?
—No.
—Eso me había parecido. Ése es el problema de los uniformes. Hace que las personas se vuelvan vagas. Un guardia ve el uniforme de un mayordomo y da por sentado que esa persona debe estar en el castillo. Resulta demasiado fácil que alguien se cuele, razón por la cual el Comandante se rodea siempre de personas de confianza. Y la razón por la que Dongbae es el único mayordomo al que se le permite limpiar las habitaciones y el despacho del Comandante y los míos.
—¿Por qué no despidieron a todos los sirvientes del castillo y utilizaron a su gente?
—Nuestro ejército está compuesto principalmente por soldados. Los civiles son consejeros u ocupan otros puestos de importancia. Algunos de los sirvientes del Rey ya estaban en nuestra nómina y a los otros les pagamos el doble de lo que ganaban con el Rey. Los empleados bien pagados están contentos.
—¿Todos dentro del castillo tienen un sueldo?
—Sí.
—¿Eso incluye al catador de comida?
—No.
—¿Por qué no? —insistí, a pesar de que no se me había pasado por la cabeza reclamar un sueldo hasta que Seokjin habló de dinero.
—Al catador de comidas se le paga por anticipado. ¿Cuánto crees que vale tu vida?
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Polvo de Mariposa [☣JinTae☣]
Fanfiction"Cuando estaban a punto de ejecutarlo por asesinato, Taehyung recibió una oferta extraordinaria. Comería los manjares más deliciosos, viviría en un palacio... y se arriesgaría a morir asesinado por cualquiera que intentara matar al Comandante de Ath...