14- El muelle del lago

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Cuando Sam se despertó aquella mañana, decidió ir a buscar a Louis para mostrarle las maravillas de Greenwoods. Le hubiera llamado previamente, pero la noche anterior olvidó pedirle el móvil y, aunque podía decirle a Harry seguramente estaría estudiando y no quería molestarle. Harry no le había contado nada sobre él; aunque, en realidad, hacía tiempo que no hablaba mucho de nada. Nunca se imagino que Louis le agradaría tanto, además con lo guapo que es.

Al parecer, Lou apenas había salido de casa en las dos semanas que llevaba aquí, y eso a Samantha le parecía inaceptable. Harry era un completo desastre. No le habría costado nada, por mucho que tuviera que estudiar. Precisamente él, que conocía esos sitios tan alucinantes en el bosque... Seguro que podía haber hecho un hueco para darse una vuelta con su primo. Sabía que Harry necesitaba su tiempo para darse a conocer y abrirse, pero aquel pobre chico merecía una excepción. Y es que, aunque era evidente que Harry no había superado todavía lo ocurrido, tenía que darse cuenta de que con toda probabilidad Louis lo estaba pasando mucho peor.

Antes de que Harry le contara lo del accidente de sus tíos, no sabía que tenía un "medio primo" en Estados Unidos, y nunca pensó que ese chico terminaría viviendo con ellos. Resulta sorprendente el modo en que cambian las familias. También la suya ahora era muy distinta, con la mujer de su padre y sus nuevos hijos. Le costaba verlos como sus verdaderos hermanos y, aunque los quería, su relación no tenía nada que ver con la de Caleb, hermano de padre y madre, y con el que había vivido toda su vida. Él tan solo le sacaba dos años y medio, así que compartían muchas cosas; hasta sus amigos aquí en Greenwoods eran los mismos. Eso no evitaba que a veces tuvieran sus diferencias, sobre todo cuando él se comportaba como un idiota. Aún estaba enfadada, no porque no la llevara a la fiesta aquel día en Londres, sino porque seguía insistiendo en que no era él a quien vio. ¡Todo tonto! La verdad es que últimamente andaba algo esquivo y preocupado.

Louis y Harry estaban desayunando en silencio cuando llegó. Harry leía concentrado el periódico y tardó unos instantes en darse cuenta de que se encontraba allí.

—Pense que tal vez te gustaría salir—le dijo a Louis mientras se sentaba al revés en una silla.

—Me encantaría —respondió él con una sonrisa.

—¿Te apuntas, Harry?

—No, gracias, no puedo. Tengo examen mañana.

—¿Ya es el último?

—No, me queda otro —respondió sin levantar la vista del periódico—. Que les vaya bien.

No le extrañó que Louis se alegrara enormemente de que hubiera ido a buscarlo con la poca amabilidad y simpatía que demostraba Harry. Se prometió a sí misma decirle algo al respecto cuando se presentara la oportunidad. Louis termino rápidamente de desayunar para irse a vestir.

—¡Trae un traje de baño! —le gritó desde el piso inferior.

Salieron del jardín en el pequeño carro de Sam y tomaron la serpenteante carretera que llegaba hasta el pueblo. Greenwoods se erigía sobre el río, en cuyas aguas se reflejaban las hermosas casas de galerías acristaladas. A pesar de ser verano, aún bajaba estaba fresco, pues ese invierno habían caído fuertes nevadas y, hasta hacía poco más de un mes, todavía podía verse algo de nieve en las cumbres.

Dejaron atrás la calle principal y el bar en el que se habían encontrado la noche anterior y prosiguieron por el camino que bordeaba el río. A medida que descendían por el valle, la vegetación se hacía más frondosa y el cauce se ensanchaba hasta que, al final de la carretera, alcanzaba dimensiones extraordinarias y pasaba a convertirse en un enorme lago rodeado por un espeso bosque. De la orilla salía un muelle de madera que se adentraba en el agua. Dejaron la el carro cerca de un árbol y fueron paseando por la orilla.

Greenwoods. (Historia Larry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora