Parte 11: Prueba de amistad

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Debía prepararme antes de regresar a mi país, la idea seguía cocinando en mi cabeza pero de alguna manera me sentía menos ágil que la vez que me mudé aquí. No solo porque tengo 35 años, y me he dedicado a no establecer lazos que me lo impidieran. Hasta el momento solo había alguien a quien extrañaría, Sofía. DIez años de amistad estrechan lazos como pocos, y es cierto que la vida se divide por etapas y quizá en el futuro permanezca el recuerdo. Lo que me molestaba es que no he sido honesto del todo.

Alguna vez escuché la frase "El remedio es peor que la enfermedad" y ahora lo entendí, un nuevo jefe llegó, con una actitud más despota, a él si lo quería devorar vivo. Me hacía rechinar los dientes con las ganas de morderlo y probar su sangre, quizá una parte de mi también era un vampiro y no lo sabía. Hubo junta todos los días para de manera resumida exigirnos que salvaramos una empresa con nuestro empeño pero si el apoyo de los dueños, como un bizarro juego en donde debíamos pelear por nuestras vidas en un campo minado. Todos comenzaron a entregar curriculums a diestra y siniestra, algunos no esperaron y prefirieron abandonar el barco. Yo lo tomé con calma pensando que serían mis ultimos días y le dinero de una liquidación me caería bien.

-¿Cómo te fue? ¿Quieres cenar algo?- me preguntó Sofía al llegar al edificio

-Si, claro- y sin filtro le dije- ¿cuanto crees que dure esto?

-Supongo que se adaptará pronto

-Nos van a despedir y van a cerrar la revista, es muy obvio.

-No lo veo así.

-Hemos intentado salvarla de muchas maneras, contenido, información, nos hemos partido la madre día y noche y no les interesa. Además le están apostando a un medio impreso cuando ni siquiera Playboy tiene el peso de antes. Es un ejemplo. Lo digital es la respuesta. El sitio web debe ser la prioridad. Evidentemente quieren que eso quiebre, quieren vender las oficinas y el equipo o quieren mezclarlo con los otros productos que si les importan.

-No lo sabemos

-O no lo quieres ver

-¿Sabes qué? ya no quiero cenar.

-Perdón, no quise echar a perder el humor- le dije mientras tomé las riendas de la cocina y empecé a preparar unos hot cakes que sabía le encantaba cenar como un gusto especial.

-Entiendo, no estoy tonta, sé que las cosas no marchan bien, pero no podemos desanimarnos. No después de todo lo que hemos hecho.

-Pero hay algo que debes comprender, no sé si es el momento indicado para decirtelo pero, no es tu empresa, eres una empleada y solo puedes dar lo máximo de ti hasta cierto limite. Al final de cuentas lo importante es que estés feliz contigo misma, porque, no te enojes que ya casi salen los hot cakes, pero no les importa.

-Lo sé. Tampoco tengo animo de buscar otro empleo. Ya tenía esa seguridad, ya estaba formado una carrera.

-Lo hiciste, llevas más de diez años ahí, fue tu salto de la escuela al ambiente laboral, por supuesto que no fue tiempo perdido. Además, cuando suceda no te quedarás desamparada. Podrías rentar mi cuarto- comenté justo cuando puse su plato en la mesa con una torre de tres hot cakes y acerqué el envase de miel de maple.

-No creo que vivir juntos sea una buena idea, los metros de separación nos hacen bien tomando en cuenta que trabajamos juntos.

-No, me refiero a que lo puedes rentar cuando me mude.

-¿Qué?

-Es mi plan, cuando esto acabe y si mis cálculos o mis tripas no me engañan, no pasamos el año ahí. Y estaba pensando en volver a casa, mis padres ya están más grandes y quisiera estar con ellos por cualquier imprevisto.

-Me imagino. ¿Pero qué voy a hacer contigo?

-Mantener una relación amorosa a largo plazo cuando no esté yo asustando a tus pretendientes celosos.

-Solo fue uno, bueno dos. Con Carlos duré dos años.

-Si, ese.

-No te burles, el amor me cegó, no sabía que sería un mantenido.

Dio unos bocados y miró a la pared como buscando palabras que decir y yo no la forzé. Era un momento muy intimo, y la relación más estrecha que había tenido en mucho tiempo. Me daba vuelta una y otra vez en la cabeza confesarle. Miraba mi celular, entré a twitter y el video seguía siendo posteado una y otra vez pero ahora como una broma. El humor de los mexicanos no siempre lo entendí. 

-Si me dolerá pero entiendo que quieras estar cerca de tus padres. Y al menos tendremos algunos meses para convivir. Y ya después me llevas para allá y me caso con un hombre de India. ¿Todos son como tú?

Era el momento perfecto, podría comenzar a decirle, y entre las risas cuando no me creyera la llevaría a mi habitación, tomaría de mi caja fuerte la usb en donde guardé el video que grabé de mi transformación. No creo que fuese capaz de pensar que es un montaje, es demasiado real. Comencé a sudar más de lo normal e intenté desviar la platica a cosas más triviales.

-Tengo que decirte algo- admití sin analizarlo, forzándome a no dar rodeos.

-Lo sé.

-¿Lo sabes?

-Si, un día vi que no le quitabas tus ojos al trasero de Amanda y estaba a punto de darte un golpe en la cabeza, sobre todo porque no fuiste sutil. Pero ya después fuiste más discreto. Y como me la pasé checandote, lista para darte un sermón. Y unos días más tarde vi que hiciste lo mismo con David. Y ninguna de esas dos veces estuvieron bien pero ya no supe que decir. No me importa si cualquiera puede ser propenso a gustarte, sólo no les trates como pedazos de carne.

Me quedé mudo un momento. No se equivocó pero no era lo que quería decir.

-¿Y tú nunca lo has hecho?

-Nunca dije eso, solo que debemos ser discretos.

Sonreí, tragué saliva y me relajé. La charla se volvió más superficial pero cálida. Sin embargo me quedó la inquietud. Regresé a mi departamento y pasé horas viendo el video de mi transformación una y otra vez. Adrith me mandó un mensaje y para no distraerme de mi obsesión abrí la aplicación en la pantalla del ordenador. Como ya lo imaginaba me hablaba sobre el video del lobo gigante y sus teorías exageradas. Era de madrugada allá pero había esperado a escribirme para no despertar a su esposa y su pequeña niña que ya tenía tres años.

Hice lo primero que se prohíbe en el manual del criminal, no que yo me considerara uno, pero expuse mi verdad en la red, no en publico, pero sé que todo lo que se comparte por ese medio terminará siendo almacenado o puede ser vulnerable. Lo hice sin analizarlo. No medí la consecuencias. Le envíe el video de mi transformación. 

La conversación en pantalla tenía esos puntitos que anticipan que alguien está escribiendo. Pasaron dos minutos y se detuvo. Después cerró la conversación y enseguida me bloqueó. Cometí un grave error.

Los colmillos de Rishaan (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora