Parte 12: El silencio

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Esa noche no pude dormir y si no hubiese sido por la carga de trabajo el insomnio hubiese ganado. Intenté escribir a Adrith pero no me salían las palabras, lo máximo era un saludo, una pregunta. Sabía que más allá del asunto era la traición, que nunca le hubiese dicho en tantos años. No sentía peligro porque por más dolido que se sintiera, no lo pondría en evidencia. Al menos eso pensaba, siento que lo conocía demasiado pero pude estar equivocado. Me creaba historias durante este tiempo y mientras pasaban más días me fabricaba escenarios en nivel cada vez alto.

Esa fue la excusa para retrasar mi regreso, escribí y llamé a mis padres algunas veces y estuve tentado a preguntar por mi amigo pero me acobardaba en el último momento. Sofía estaba emocionada y compraba algunas artesanías para mi familia, pequeños detalles. Comencé a frecuentar bares con mayor frecuencia, tan sólo como distracción ya que el alcohol no hacía efecto en mí. Podía tomar botellas completas y no había efecto, así que al paso de los años, terminaba pidiendo solo un par de cocteles para no derrochar dinero en lo que era simplemente agua para mí.

Los días pasaron con rapidez entre el estrés del trabajo donde la presión por ver explotar la revista continuaba. La principal incertidumbre era llegar al trabajo cada mañana pensando que esa sería la última vez. Parecían alargarlo, como si patearan a un caballo muerto, sin misericordia. Poco a poco ese sentimiento se generalizó entre los que llevábamos más tiempo. Nos volvimos un poco mecánicos en nuestras tareas pero el cariño por hacerlo se había esfumado.

Una de ellas noche, a solo un par de día de otra luna llena, el bar me presentó otra sorpresa. No fue una aplicación de citas, porque había borrado todas. Fue algo más tradicional. En medio de la noche muy cercano a esa fecha la vi sonreír. Tenía el cabello largo y ondulado, ojos café, una sonrisa de esas que te hace olvidar todo. Su piel contrastaba con la mía y esa noche llevaba un vestido floreado y colocó un suéter color rosa a su lado. Nos miramos un par de veces en otras ocasiones pero no creí que sería algo serio. Esa ocasión entre mi mente entumecida por todo decidí dar el primer paso, el rechazo no me dolería tanto como lo demás. Sin contar con la sangre que comenzaba a hervir como todos los días antes de las transformaciones.

Y como en pocas ocasiones, acerté. Su nombre es Alejandra, comenzamos a platicar de una manera tan orgánica que parecía irreal, no lo creía, pero seguí el momento. Las horas se pasaron sin sentirlas y el bar estaba cerrando cuando llegó el momento de compartir datos o dejarlo como una experiencia positiva.

Ella fue la que dio el primer paso, me anotó su número y pidió el mío, me mandó un mensaje para demostrarme que no me engañaba. El primer obstáculo sería mentir, debía inventar algo para evitar vernos al menos una semana después, justo días después de dejar el pelaje. No quería asustarla con las actitudes que van alrededor de ello, con mi sed de carne cruda, con un poco de agresividad. Los demás ya estaban acostumbrados y lo ligaron siempre a mi personalidad, pero no quería asustarla porque después de tanto tiempo la idea de salir con alguien ahora que tenía el control, me llamaba más.

-Estoy en proceso de cambio de empleo y necesito trabajar algunas cosas, ¿te parece bien si nos escribimos un poco y nos volvemos a ver la próxima semana? Una comida, yo invito.

- Si tú invitas si- dijo en broma entre el frío de la madrugada, la vi frotarse las manos aun con el suéter puesto y le pregunté si podía acompañarla o al menos pedirle transporte. Hace mucho que no coqueteaba o me relacionaba con alguien así, no estaba seguro si hacía lo correcto o no. Ella accedió porque también vivía muy cerca, mantuve mi distancia y nos despedimos de lejos.

Esa luna llena no tenía la fuerza de la anterior, no tenía una víctima en mente, y estaba demasiado distraído. Intenté de nuevo refugiarme en una casa abandonada. La sellé horas antes del momento, pasé en la oscuridad analizando, me amarré a las estructuras desnudas y esperé. El hambre era lo único que me preocupaba.

Logré un avance, la transformación sucedió pero me mantuve quieto. Solo me alimenté de algunas ratas que pasearon por ahí, recuerdo que las masqué lentamente. Los dilemas humanos fueron los que finalmente me dieron la victoria al mantener tranquila a la bestia, fuese o no una ocasión especial, lo sentí como un logro.

Esa alegría contagió el resto de mis días venideros antes de la siguiente, si bien el trabajo seguía en picada puse en práctica el reconocer que no era algo que yo podía controlar. Lo que si estaba en mis manos era ser precavido y sembrar una relación con Alejandra. La etapa de enamoramiento inició.

Los colmillos de Rishaan (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora