Prólogo.

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Siempre he tenido el don de ver lo que los demás no ven.

Es un don bastante jodido, creo que algunas personas anhelan tenerlo, pero no es tan divertido como ellos piensan, es un don bastante oscuro y siempre representó una carga casi imposible de llevar.

Las personas muertas no son tan amables como lo imaginan, la mayoría quiere cobrar venganza con sus asesinos o por personas que los traicionaron en vida, saldar cuentas en otras palabras, hay incluso algunas que desean quedarse aquí para no ir al infierno y hacer más maldad en este mundo, muy pocas son las que me tratan amable para que pueda ayudarlas en algo como despedirse de un ser querido o resolver de verdad un pendiente urgente.

Para alguien que no está en mis zapatos, es fácil decir que eso me hace buena persona, que debería estar más dispuesta a ayudarles o simplemente lo acepte como parte de mí de una buena vez, que se jodan.

El verdadero problema, es que no solo puedo ver a los muertos.

Puedo verlos a ellos también.

Y con ellos me refiero a Ángeles y Demonios, algunos pasan inadvertidos al ojo humano normal, pero yo sé cuándo son una cosa u otra, y aunque ellos se hagan invisibles, puedo verlos y ellos a mí, en todo momento.

Como si eso no fuera suficiente, tengo a un espectro pegado a mí desde siempre, no sé si es el alma de alguien o algo por el estilo, pero un demonio o un Ángel no es, ya que de ser así se habría separado del vínculo que nunca hemos logrado entender hace mucho tiempo. Su nombre es James, es muy terco la verdad, puede mover algunas cosas a su antojo, pero sin embargo no puede comunicarse con nadie más además de mí, es un grano en el culo a veces. Es alto, cabello castaño, tez blanca, labios carnosos, nariz respingada y unos hermosos ojos avellana, es bastante atractivo, lo admito, si estuviera vivo o al menos estuviera en la misma condición que los demás, seguro le lloverían las chicas.

En fin, mi vida siempre ha sido un tedio, mis padres pensaron que estaba loca en cuanto les hable de James, y que podía ver cosas, no se lo tomaron muy bien que se diga, tanto así que mi mamá se suicidó unos meses después de decírselo.

Fue duro, me di cuenta de una manera muy horrible.

La vi primero pasar por el pasillo, hacia su habitación, después de unos minutos apareció frente a mí, mientras jugaba con mis juguetes, me abrazo y me dijo que me amaba. La mire sin entender a que venía eso, yo la amaba, y sabía que ella me amaba a mí, su mirada era bastante triste, eso me preocupo.

Vi como camino hasta la puerta principal, y luego la atravesó, como lo hacía James la mayoría de las veces. Supe entonces que algo no estaba bien, mi padre estaba por regresar del trabajo, así que fui a su habitación, esta estaba cerrada desde adentro, con la ayuda de James pude abrirla, por supuesto que él ya sabía lo que me esperaba del otro lado, se negó en un principio, pero finalmente cedió.

Ahora que lo recuerdo, hubiese deseado no verla colgada de una de las vigas del departamento, con una soga al cuello, lo admito, grité como si me estuvieran matando, del horror, del miedo, no se cuánto tiempo estuve así, pero cuando papá regresó y escuché también su grito, todo se puso más tenso.

El que enloqueció fue él, no yo, pero, aun así, después del funeral de mi madre, me mandó al hospital psiquiátrico, para no tener que lidiar conmigo y mis "locuras de fantasmas", de hecho, nunca lo hizo, siempre trabajaba todo el día, así que no lo veía muy seguido en mi hogar.

Es una de las cosas duras que tuve que llevar a mi corta edad y no tener el apoyo de la única familia que me quedaba era aún peor, ni siquiera me visito una vez.

Las terapias eran horribles, las sesiones de electroshock aún peor, los calmantes, los antipsicóticos, todos los medicamentos que me daban no me ayudaban, al contrario, me hacían sentir peor. Pero no por eso deje de luchar, juré que saldría de ese lugar pareciendo una persona normal ante la sociedad y no diría nada a nadie.

Cuando cumplí los trece años, después de estar ya casi siete años en esa institución mental, comencé el proceso de parecer una persona normal, James me ayudó mucho en el proceso, me decía que hacer o que no hacer según lo que escuchaba de los médicos.

Finalmente, cuando tuve dieciséis recién cumplidos, me dejaron salir porque "ya estaba curada y rehabilitada", si supieran, ahora tengo veinticinco años, y me las arregló a cómo puedo en Los Ángeles, trabajo a medio tiempo de camarera en una pequeña cafetería, me da lo suficiente para vivir por mi cuenta.

Esta demás he de decir que mi querido padre me abandono, no sé cuánto tiempo de eso, apenas llegué a casa y supe que él no estaba, se había llevado todas sus cosas y parecía que nunca hubiera vivido ahí.

Supongo que mi madre sabía que mi padre era un hijo de puta, ya que en su testamento me dejó todo lo que estaba a su nombre, incluyendo el apartamento y un seguro de vida, tuve suerte, y me siento afortunada por eso, no vivo con lujos, pero es mejor a no tener nada, trato de parecer una chica normal, sin meterme en problemas tanto con los vivos, los muertos, y los otros.

O al menos así vivía hasta que conocí a John Constantine, mi vida fue en picada libre después de eso.

Eso no fue lo peor, lo peor fue que mientras eso sucedía, yo me enamore de él, haciendo que mi vida diera un giro total de 180° para siempre.

Constantine [Keanu Reeves y Tn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora