22•Fuck off

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"My mind drowns in the possibility of you and me."


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    Todas terminan en la sala de estar, dónde parece haber una pista de baile improvisada pues han alejado el sofá y echo espacio. Me siento extraña mientras las observo divertirse, no es que yo no quiera, sino que me siento muy fuera de lugar para hacerlo. Chris baila con una sonriente Steph, mientras que su amigo Isaac intenta convencer a una ceñuda Hazelle de que baile con él. Nat y Sandra se encuentran en el sofá bebiendo y riendo, sin siquiera prestar atención a su entorno, y yo debo soportar a Benjamín intentando flirtear a mi costado.

—¿Por qué frunces el ceño? Eres muy bonita para hacer ese tipo de gesto—susurra cerca de mi oído y me estremezco un poco ante su aliento cálido, en realidad, no sé como actuar.

     Nunca entablé una conversación con ningún niño de mi edad, al menos, no por decisión propia. Aunque Benjamín no sea tan pesado como Isaac, aún así es extraño tener la atención de alguien como él. Tiene ojos oscuros, además de que su cabello es de un marrón con hebras cobrizas. Antes de que siquiera pueda responder Sandra se acerca a nosotros.

—¡Quiero un novio!—Se queja mientras zamarrea un poco a un confundido Benjamín.

—Tranquila, cariño, de seguro y aquí consigues uno—parece burlarse, pero yo frunzo mi ceño ante su comentario, disgustada.

—¡Pero no quiero cualquier chico!—Continúa Sandra a punto de llorar, Nat se acerca detrás, riéndose mientras tiene su celular en la mano y el flash puesto.

—¡Joder, qué joya!

    Nat se sigue riendo mientras Sandra continúa su discurso y Benjamín intenta zafarse de su agarre en su chaqueta, me mira como pidiéndome ayuda pero me río mientras me alejo del barullo. Aburrida decido subir escaleras arriba, buscando un baño.

    Arriba el ambiente es más tranquilo, pero no por eso significa que está libre de impurezas. Escucho ruidos provenir de algunas habitaciones, y cuando escucho gemidos me sonrojo a más no poder, intentando acelerar el ritmo y adivinar qué puerta es la del baño. Nerviosa miro la hora en mi celular, están por ser las doce y aunque no tenga mensajes por parte de Judith sé que será mejor que la llame o le mande algún mensaje.

    Cuando observo la escalera que lleva al tercer piso lo subo sin pensarlo, observando como hay un pequeño balcón al final del pasillo para contemplar el vecindario. Aquí no se escucha tan fuerte la música como para que me aturda los oídos, y el fresco viento me recuerda que el invierno está terminando. Llamó rápidamente a Judith, quien luce más aliviada luego de escucharme y decirme que eso de las una ya tendrá que pasarme a buscar lo que acepto, mandándole por mensaje mi ubicación. Cuando cuelgo me quedo allí, agarrada fuertemente del barandal mientras contemplo las demás casas bonitas y el cielo nocturno nublado, de un rojizo oscuro que te da escalofríos.

—Oops—alguien susurra tras de mí y cuando me giro choco contra algo para luego sentir un líquido frío sobre mi camisa, chillando me alejo contra el barandal del balcón, sintiendo la piel de gallina—. Hola—el bastardo descarado saluda y yo me enfurezco, alzando mi mirada para chocarla con la suya.

—¿Hola? ¡¿Cómo me saludas cuando acabas de tirarme la bebida encima?!—Exclamo colérica, joder, ¿y si Judith lo huele? ¿Sería capaz de castigarme? Frunciendo la nariz percibo desde mi posición el aroma al alcohol.

He is my daddy!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora