26•Horny

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"I want to hear you beg for my, daddy."


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    Contemplo el perfil de Harry con detalle, desde su preciosa mandíbula cuadrada que luce fuerte y su nariz respingada, además de los lunares que salpican su piel. Sus labios también poseen como un tono rosado, al igual que la tersa piel de los duraznos, pienso mientras siento un estremecimiento en mi columna. Mi mirada sube hacia sus pestañas, medio largas, medio bonitas que enmarcan aquellos ojos que... finalmente me miran.

—Harry—llamo sin aliento, al borde del llanto, ¿es posible llorar por la belleza qué otro posee? Sí, me digo mientras mis ojos se aguan y mi vista se difumina, avergonzada miro hacia el piso de madera, abrumada.

—Lucy, ¿qué pasa?—Cuestiona preocupado, pero aún así, no se acerca a mí.

—Ya no puedo más, Harry—balbuceo mientras atraigo mis manos a mi rostro, sintiéndome rota y débil, con las sensaciones a flor de piel, mientras tiemblo al mismo tiempo que sollozo.

—¿Qué sucede? ¿Te duele algo?—Inquiere mientras se acerca con cautela, sus manos acariciando con suavidad mi cabello pero niego, sorbiendo por la nariz mientras alzo la vista, contemplando sus verdosos ojos.

    Y aquí estoy yo, me digo, frente a ti pidiendo un poco de amor.

—Estoy segura de que te amo—admito, mientras sus ojos se abren ligeramente, sorprendido—, te amo de una forma que una hija no ama a su padre, Harry.

—Lucy...

—Dime, ¿qué estoy haciendo mal?—Tartamudeo mientras limpio mis mejillas, pero las lágrimas no paran.

—No estás haciendo nada mal, Lucy, fui yo quien hizo todo mal—murmura mientras ahueca mi rostro, haciendo que lo mire, pero eso solo hace que mi llanto empeore.

—¿Es qué acaso no me amas?—Pregunto aterrada—. Dime, Harry, ¿me odias?

—Por supuesto que no te odio—asegura mientras toma mi mano, yo le sigo temblando, sintiendo mis rodillas débiles y mis piernas temblorosas. Se sienta en la cama y me subo a su regazo, haciéndome un ovillo en su pecho, llorando y temblando—. Por supuesto que te amo—murmura y escondo mi cabeza en el espacio de su cuello y hombro.

—¿Entonces por qué duele tanto?

—Tranquila, shh—arrulla mientras acaricia mi espalda desnuda, la palma de su mano es grande y cálida, y es como si volviese a tener once años nuevamente y él me estuviera dando mimos.

—He estado esperando por ti durante mucho tiempo, Harry, no sé si podré hacerlo por más—admito mientras me alejo, contemplando su verdosa mirada y su expresión atormentada.

—No deberías esperar por mí, estuve mal, estoy enfermo... no debí hacerte eso, no debí...

—No, para, no hiciste nada que no quisiera—detengo mientras le tomo del rostro, mortificada.

He is my daddy!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora