Capítulo 28: Nuevo comienzo

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Sam:

Estaba sentada en mi cama, con la luz apagada y la ventana abierta de par en par. El aire fresco de afuera lograba calmarme un  poco. Solo un poco. Las lágrimas aún mojaban mis mejillas y tenía el pelo hecho un desastre. Tenía una extraña sensación en el pecho. Los ojos me ardían y me temblaba cada parte del cuerpo.

¿Qué me pasaba? Cuando estaba peleando, en algún momento no pude seguir esquivando o devolviendo los golpes. Era como si las fuerzas hubieran abandonado mi cuerpo. Me sentía débil e inútil, y aún me sentía así. Escuche que alguien tocaba la puerta.

- ¿Puedo entrar? – era la voz de Lucas.

No le respondí, pero él entró igual. Me miró preocupado y al cerrar la puerta, corrió a mi lado. Me abrazó y yo enterré mi cabeza en si pecho. Sentía como las lágrimas mojaban su remera. Él me acariciaba el brazo intentando calmarme. Me susurraba que me calmara, pero parecía imposible. Se recostó sobre mi cama, y yo sobre su pecho.

- ¿Qué pasó allá, Sam?

- No lo sé – respondí luego de variaos minutos.

No sabía que había pasado. No lo entendía.

- No voy a seguir más así – dije tras un momento de silencio.

- ¿Así como?

- No pienso esconder más nada.

Sentí como asentía y luego me abrazó más fuerte. No volvería a esconderme tras unos anteojos de pasta o de un suéter ancho. No ocultaría mi tatuaje. Solo necesitaba un día de descanso, antes de comenzar de cero.

Lucas:

Sam me había dicho que tenía que hacer unas cosas, así que no fue al colegio. Estaba preocupado por ella. Cuando ayer se levantó, en su mirada había miedo. Parecía frágil y débil. Nunca la había visto así. Al llegar a su casa anoche, la vi sentada sola en su cama, con los ojos rojos de tanto llorar y las mejillas brillantes por las lágrimas. Temblaba levemente y cada tanto soltaba un sollozo. Nuevamente parecía débil, pero había algo que la hacía parecer fuerte a la vez. Tal vez era su mirada, que ya no estaba teñida de miedo.

Al llegar al colegio, vi a Marisa. Ella estaba hablando con unas chicas, o mejor dicho, las chicas le hablaban a ella. Marisa no parecía prestar mucha atención. Al voltearse, note que parecía preocupada. Cuando me vio, nuestras miradas se encontraron. Confirmé mi pensamiento. Sabía que toda esa preocupación era por Sam. Se había enterada de lo sucedido, o más bien, de lo que hizo Blake; y se notaba que su preocupación crecía a medida que no la veía caminar por los pasillos. Articulé un “tranquila” y ella sonrió levemente.

Fui directamente a mi casillero. Mientras sacaba mis cosas, sentí que alguien me miraba de atrás. Al darme vuelta me encontré con el idiota.

- ¿Qué quieres?

- ¿Cómo está Sam?

- No te importa, Blake – respondí.

- Necesitamos hablar, nosotros dos – dijo. Parecía nervioso y ansioso. No me agradaba la idea de hablar con él, pero parecía desesperado.

- Hoy a la tarde en mi casa – dije y me fui.

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El reloj de mi cuarto marcaba las cinco y treinta y cinco cuando se escucho que alguien tocó la puerta. Grité un pase y luego la imagen de Blake se mostró en el umbral de mi puerta. Yo estaba recostado sobre la cama, esperando el mensaje o llamada de Sam. Ella me había dicho que llamaría cuando terminara de hacer lo que fuese que estaba haciendo.

- ¿De qué querías hablar? – pregunté.

- De lo que pasó en realidad.

- ¿Existe una versión real?

- Es que Sam malinterpretó la situación.

- ¿Entonces ella solo imagino que vos y Carla se besaban? ¿Estás insinuando que ella imagina cosas?

- No, no, es que yo no bese a Carla – explicó. – Ella se me acercó a pedirme unos apuntes, yo los saqué de mi casillero, y al darme vuelta me besó. Yo estaba aprisionado contra los casilleros. Luego de unos segundos, se separó y yo la empujé lejos, pero era tarde, Sam ya nos había visto – parecía cansado. – No me dejó explicarle, solo se fue corriendo.

- ¿Entonces vos no querías besar a Carla? – él negó con la cabeza.

- ¿Por qué querría yo besarla?

- La verdad… - no logré terminar la frase, porque mi celular comenzó a sonar. Era Sam; inmediatamente conteste – Hola ¿Pasó algo?

- No, desesperado – dijo. – Solo te iba a avisar que ya lo termine.

- ¿Qué terminaste?

- El tatuaje.

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Sam:

Era miércoles. Pero no era cualquier miércoles. Me levanté, me duche, me sequé el pelo y luego me dirigí a mi armario. No tomé la ropa de costumbre. Tome mi  ropa. Me puse un top, pero este solo cubría la parte de adelante, una tira unía la parte de atrás y otra lo sujetaba en el cuello. Me puse unos pantalones ajustados negro  y unos tacos del mismo color. Me deliñé un poco y deje mi pelo suelto.

Me miré al espejo. Ahora dejaba a la vista todo el tatuaje, que ahora estaba terminado. El tatuaje del brazo continuaba, pero ese no estaba terminado, así que ayer lo hice. Ahora bajaba por mi espalda, y daba la impresión de que se tomaba de mi cintura, pero no lograba a dar la vuelta completa, porque la cola terminaba debajo de mi estomago. Todo en blanco y negro.

Hoy no agarré mi chaqueta, solo agarré mis llaves, la mochila y el casco. Salí de la casa, y me dirigí a mi moto. Subí y me puse el casco. Hoy será distinto, pensé. Puse en marcha la moto y me dirigí al colegio.

Esta vez no paré a unas cuadras, sino que paré en el estacionamiento del colegio. Algunos me miraban disimuladamente y murmuraban, y otros no se tomaban la molestia de disimular. Caminé por el estacionamiento, ignorando a todos. Cuando llegué a la puerta, me encontré con Lucas, quien sonreía de oreja a oreja.

- Lindo tatuaje – comentó.

- Tatuajes – lo corregí.

- ¿Qué? – parecía sorprendido.

Baje un poco la cintura de mi pantalón, dejando a la vista una letra. La letra “B”. Él abrió los ojos de par en par.

- ¿¡Porque!?

- El primer amor siempre hay que dejarlo escrito en algún lugar – dije sonriente.

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Un Kiss, SamNovels 

Two faces |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora