Capítulo 31: Pensé mal

618 23 0
                                    

Lucas:

Hoy era el cumpleaños de Sam, y con Mar habíamos acordado hacer el truco de “hoy es un día como cualquier otro.” Organizamos el cumpleaños para que sea después del entrenamiento de hoy en la casa de Sam. Yo me tengo que ocupar de mantenerla ocupada hasta las 9 de la noche. Hoy va a ser un entrenamiento muy largo, pero voy a tener que ingeniármelas, porque todos los del galpón tienen que llegar antes que Sam a la casa, y John tiene que entrenarla. Ya pensaré en algo. Sam llego al colegio en moto, llevaba puesto un short negro, unas botas militares y una musculosa blanca. Llevaba la mochila colgando de un hombro y estaba jugado con las llaves. Sonreí al verla. Ella se acercó a mí sonriendo.

– Hola, Lu – la sonrisa no desaparecía de su rostro.

– No me digas así, Sammy – le revolví el cabello. – Vamos a clase.

Ella frunció el ceño, pero sabía que ella no me iba a decir que hoy era su cumpleaños. Era demasiado orgullosa como para hacerme recordar eso. Caminamos por los pasillos, y nos encontramos con Mar. Hoy no se vestía con sus tacos y sus faldas cortas. Llevaba puesto un short gris, unas Converse y una remera negra con el logo de Ramones. Ella tampoco le dijo feliz cumpleaños a Sam, y en los ojos de ella se reflejaba una clara confusión. No nos odies, Sam, pensé.

- - - - - - - - - - - -

Durante toda la jornada de colegio, logré que Sam sonriera y se divirtiera, aunque se notaba que estaba un poco enojada porque ella pensaba que no me había acordado de su cumpleaños. Ahora estaba entrenando, eran las 8.30 y esto tenía que ir terminando. Solo quedaban Sam, John y yo.

– Lucas, supervísala unos minutos, que me tengo que ir a duchar – dijo. Yo le había pedido que fuera a ducharse temprano para irse lo más rápido posible.

–  Yo también me voy a duchar – esto no era parte del plan. Sam tenía que entrenar un rato más.

–  Pero tienes que seguir entrenando – intente pararla.

–  No, ya entrene demasiado, estoy cansada y quiero ducharme. –  tenía que solucionar esto, y ya.

Sam entró a ducharse, y yo también. Sam tarda bastante en ducharse luego de los entrenamientos, y más si estuvo entrenando por tanto tiempo, así que me bañé lo más rápido que pude y agarré su bolso, donde también estaban mis cosas. Me fui al vestuario de hombres, y me cambié allí. Las cosas de Sam estaban conmigo, así que ella no podía cambiarse.

–  ¿Ese es el bolso de Sam? –  preguntó John cuando ya había terminado de cambiarse.

–  ¡Lárgate de aquí! ¡Te estoy dando tiempo! – grite. Él rió y se fue corriendo. A los minutos se escuchó como Sam gritaba desde el vestuario de chicas.

– ¡Lucas, dame mi bolso! ¡Me tengo que cambiar, idiota! – dijo y yo no pude evitar reírme.

– ¡Déjame pensarlo! – grité. 1… 2… 3… se escucho como la puerta del vestuario de mujeres se abrió y luego se cerró demasiado fuerte. Luego la puerta del otro vestuario, donde yo estaba se abrió, mostrando a una Sam con pelo mojado, con una toalla alrededor de su cuerpo y enojada. Tenía las mejillas rojas, y los puños apretados, pero en cuanto me vio apoyado contra la pared  con una sonrisa burlona en mi rostro, enarcó una ceja y sonrió de lado.

–  Idiota –  me sacó el bolso.

–  ¿Sabías que la palabra “idiota” viene del antiguo griego “idios” que significa “único, peculiar”?

– Bueno, en ese caso eres un peculiar tarado.

– ¡Muy tierno de tu parte, Sam! – grité porque ella ya estaba de camino al otro vestuario.

No sabía que ropa le había metido Marisa en ese bolso, pero supongo que no era la que ella esperaba. Se escucho un “¿¡Que es esto y dónde está mi ropa!?” Marisa había venido a la mitad del entrenamiento, y me dijo que cambiara la ropa que había en el bolso por la de la bolsa. Y así lo hice. Le di la bolsa con la otra ropa a Marisa cuando hice el cambio, pero no me había fijado en la ropa. Después de unos cuantos minutos, se escuchó el ruido de unos tacos, entonces la puerta se volvió a abrir. Ahora se veía a una Sam con el pelo húmedo, con unos tacos aguja negros y un vestido color índigo. Aunque no estuviera maquillada, estaba hermosa con su cara de enojada.

– ¿Qué es esto? – preguntó señalando su atuendo.

– Yo no arme el bolso, querida – me defendí. – Ahora vámonos, tengo hambre.

– Siempre tienes hambre – respondió.

– No siempre, solo cuando Greta cocina – respondo en mi defensa.

– Siempre – dijo caminando más rápido.

Nos subimos al auto, y volvimos a la casa de Sam. Ella había puesto la música alta como de costumbre, y miraba el camino. Yo cada tanto la miraba de reojo, y notaba que estaba perdida en sus pensamientos. ¿Qué estará pensando? Llegamos a la casa, y bajamos del auto. Sam abrió la puerta y estaba todo oscuro. Cruzamos la cocina y fuimos al living, prendió la luz, y…

– ¡Sorpresa! – gritaron todos.

Sam no sabía qué hacer. Se giró hacia mí, y vi que estaba sonriendo de oreja a oreja. Me abrazó y noté que algunas lágrimas se le habían escapado. Cuando se separó, le sonreí.

– Ahora tienes dieciocho – dije sonriendo.

– Pensé que te habías olvidado – otra lágrima se le escapo.

– Nunca me olvidaría de tu cumpleaños, tonta – le limpié las lágrimas.

– Es cierto, eres particular y único, Lu – se rió. – Pero no te lo voy a decir otra vez, porque eso va a agrandar más tu ego.

Me reí, pero no pude responder porque Mar apareció de atrás y nos abrazó a los dos.

Sam:

Estuve todo el día pensando en que ellos se habían olvidado de mi cumpleaños, pero no era así. Mar, Lucas y yo estábamos abrazados y los tres nos reíamos solo porque eso era lo que queríamos.

– Foto –  se escucho la voz de mi papá. Los tres nos separamos un poco y miramos a la cámara. Cuando ya había sacado la foto, me separé de los chicos y corrí a abrazarlo. Él me devolvió el abrazo. – Te quiero mucho, Sam.

– Yo también, papá.

Estaban todos. Colton, Sean, John, Chole, y todos los del galpón. Había algunos familiares y amigos. Todos me desearon un feliz cumpleaños, recibí un regalo de cada uno y demás. Hacía mucho que no la pasaba tan bien. Cuando el reloj marco las cuatro de la mañana, solo estaba Marisa, Lucas, papá y Greta. Mar me entregó una cajita chiquita. La abrí y dentro había un collar con un dije. Tenía una forma extraña, pero comprendí que era como si a un corazón lo hubiesen partido en tres, y esta era una de las partes.

– Es de nosotros dos – explico Mar. – Cada unos tiene una parte.

Ella sacó de adentro del escote el dije escondido de su collar, y Lucas lo sacó de adentro de su remera. Casa unos con una parte. Sentí como las lágrimas amenazaban con salir, me pasé el dorso de la mano para apartarlas. Papá se acercó y me entregó un sobre.

– Cuando tu madre murió, entre sus cosas encontré este sobre, en la parte de atrás decía que era para cuando tuvieras dieciocho. – tomé el sobre. – Es de ella.

Las lágrimas que había intentado retener, se escaparon empapando mis mejillas. Miré el sobre y luego levanté mi vista para ver a papá.

– Gracias.

---------------------

Un Kiss, SamNovels 

Two faces |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora