Capítulo 29: ¡Cállate, idiota!

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Sam:

Cuando alguien dice “Me siento muy observada”, no suelo tomármelo muy en serio. Suelo pensar que está exagerando. Pero ahora, en la clase de biología… así me siento. Siento cada una de las miradas sobre mí. Cuando entre en la clase, el profesor ya estaba adentro, y cuando me vio, no supo disimular su sorpresa. Su mirada automáticamente recorrió el brazo con el tatuaje. El profesor cada tanto desviaba su mirada a mi brazo y cada tanto enganchaba a alguno viéndome de pies a cabeza.

La directora entró sonriente interrumpiendo la clase.

- Alumnos, todos al gimnasio.

Todos nos paramos y fuimos pasando a su lado. A todos les dedicaba una sonrisa o les decía algo. Conmigo, fueron ambas.

- ¿Nuevo corte? – ¿En serio? Sonreí.

- Si.

Cuando entré al gimnasio, busqué a Lucas. ¿Dónde se había metido? No lo encontraba por ningú… Lo encontré y no estaba solo. Al lado suyo estaba Blake. Cuando Lucas me vio, me hizo señas para que me acercara, pero no le hice caso. Me fui a sentar lejos de ellos, o más bien lejos de Blake. Cuando estuvimos todos sentados y callados, la directora comenzó a hablar.

- Alumnos – comenzó – hoy me llegó un mail, que decía que todos los alumnos mayores de dieciséis  se tendrían que hacer un análisis.

- ¿De qué es el análisis?  

- Si me dejara terminar, Benson, lo sabría – algunos rieron. – Como iba diciendo, análisis será para mayores de dieciséis, y la razón es porque es para corroborar de que no uno no tenga VIH o SIDA.

Y ahora el departamento de salud, se volvió paranoico.

- ¿Es obligatorio? – pregunté yo.

- Si, señorita Simons.

Algunos empezaron a murmurar y otros se quedaron callados. Yo forme parte del segundo grupo.

- No habrá clases, pero no tienen permitido salir del colegio – fue lo último que la directora dijo.

Todos salieron del gimnasio. Iba esquivando gente cuando alguien me toma de la muñeca. Al darme vuelta, no me gusta lo que veo.

- Suéltame – espeté.

- Sam… - intentó decir.

- Dije que me sueltes, Blake – volví a decir. Como no me soltaba, lo hice yo. Intentó decir algo, pero yo ya me estaba yendo. No quería escucharlo.

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Marisa no aparece por ninguna parte. Era lo único que todo el mundo repetía. Yo estaba segura de que ella ya había pasado, al igual que yo, pero no la había visto después. Pero sabía perfectamente dónde buscarla.

- ¿La vas a ir a buscar? – escuche una voz a mis espaldas.

Lucas.

- Si – él también sabía dónde estaba. - ¿Venís después?

- ¿Cómo perdérmelo? – dijo con voz divertida.

Negué con la cabeza mientras me reía. Me fui da ahí y fui a donde ella estaba. En el árbol del patio más alejado, sentada en la rama más baja. Cuando llegué, supe que no me había confundido. Sus tacos estaban tirados en el suelo, y ella estaba sentada con los ojos cerrados en la rama más baja con la espalda apoyada contra el tronco del árbol.

- ¿Todavía no podes subir más alto? – pregunté. Ella abrió un ojo y sonrió.

- Sigo siendo igual de inútil para estas cosas.

- Algunas cosas no cambian – susurré.

Ella sonrió y se separó del tronco, dejando espacio para que me sentada. Trepé hasta la primera rama, que no estaba muy lejos del piso, y me senté a su lado. Nos quedamos en silencio, hasta que hable.

- ¿Por qué viniste acá?

Tardo unos minutos en responder.

- Solo fue una vez, y yo estaba medio ebria – dijo. – Siempre uso protección, pero esa vez…

- ¿Hace cuanto?

- Mas de un año.

- ¿Te dieron el resultado?

- No, pero…

- Entonces todavía no hay nada de que preocuparse – la interrumpí.

- Es que… - la callé.

- No va a dar positivo, Mar – dije con tono suave.

Ella apoyó su cabeza en mi hombro, como en los viejos tiempos. Nos quedamos así durante un rato largo, hasta que ella habló.

- ¿Por qué viniste?

- Porque si no venía yo, iba a venir Lucas – dije riéndome y ella también lo hizo.

- ¿Pero por qué?

Había entendido su pregunta desde el primer momento, solo que costaba responderla.

- Porque todavía siento que eres mi mejor amiga – mi voz era casi un susurro –, y las mejores amigas siempre se ayudan.

- Me alegra que sientas eso – hizo una pausa –, porque yo también lo siento.

Ambas sonreímos.

- Veo sonrisas en vez de sangre, así que supongo que todo va bien – dijo Lucas desde abajo.

- ¡Cállate, idiota! – dijimos las dos al mismo tiempo.

- Y también puedo notar que siguen en sincronía – dice él con la voz teñida de diversión.

Mar y yo nos bajamos de un salto de la rama, y cuando ya estamos en el piso, nos tiramos sobre Lucas. Los tres reímos, como en los viejos tiempos.

- Extrañaba tener a una rubia en un brazo y a una pelirroja en el otro – dijo cuando estábamos cada una apoyada en uno de sus brazos –, me vuelvo a sentir un ganador.

Suelta una carcajada, pero para cuando Mar y yo le pegamos un codazo en las costillas.

- Cállate, idiota – dijimos para luego reírnos.

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Un Kiss, SamNovels 

Two faces |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora