Jared.
Un día común y corriente mientras nos alistábamos para ir a cenar en uno de los restaurantes mas reconocidos y que Lorenzo me recomendó hace unas semanas atrás. Me dedicaba a mirarla mientras se abrochaba el vestido y se ponía los tacones.
—¿Que? —me preguntó con una sonrisa bajo el rojo carmín de sus labios.
—Nada. —tome su mano para hacer que diese una vuelta. Cada curva tanto en su cuerpo como en su boca cuando sonreía, era el tesoro más grande que habría podido tener—. Tengo a la mujer más preciosa del mundo.
Su sonrisa se amplio más y me beso la mejilla.
—Gracias. —se soltó de mi encaminándose hacia el tocador donde sacó el anillo de colores de un estuche pequeño color marfil y se lo puso en el mismo lugar que siempre ha estado.
Estaba nervioso por lo que significaba esta noche, había planeado esto por meses. Quería que fuese perfecto.
—Gwen y Lorenzo nos esperan en el restaurante. —cogi mi saco y las llaves del coche. Le tendí mi mano al ver que ya estaba totalmente lista—. ¿Nos vamos?
Asintió acomodando el escote de su vestido en v. Era rojo tal y como eran sus labios y un poco suelto en la falda.
—¿Te lo has puesto a propósito? —le pregunté cuando empezamos a salir de la sala. Su apartamento era mucho más grande que el mío así que se aseguraba que todas las cosas que Klim pudiese rasgar las aparta en un rincón.
Ella me miró levantado una de sus cejas.
—¿Que te hace pensar que todo lo que visto y hago es para ti? —me lo dijo tan cerca que sentí cada vertebra en mi rugir por necesidad.
Se alejo antes de que pudiera siquiera decir algo al respecto cosa que me hizo sonreír. Estaba volviendo a ser ella misma y luego de lo que sucedió justo en esta misma habitación, donde alguien cegado por el rencor hizo de las suyas y acabó con su seguridad, me he impuesto el trabajo de hacer que vuelva a ser la misma mujer de la que me enamoré.
En el coche nuestras manos entrelazadas y la música que a ella le gusta es lo que le da vida a este pequeño espacio. Me imaginaba una vida entera tomando esta misma mano y escuchando una y otra vez los sonetos de Bach, Beethoven, Vivaldi... Compositores que formaban parte del arte que a ella le gusta.
—Está semana me darán los resultados de si puedo empezar a bailar, ya sabes paso leves. —escuche que decía apretando sus dedos con los míos—. Estoy segura que voy bien, no hago esfuerzos y poco a poco tengo más control.
Besé el dorso de su mano.
—Todo irá bien cariño. Eres fuerte como Cristina. —ella se río. La referencia de su madre era un poco chistosa debido a que hasta las fechas, aún no me quiere para su hija.
—Lo sé. —suspiró. Me tomé la libertad mientras conducía de echarle un vistazo, había iluminado su rostro con una sonrisa que hasta a mí me llegó.
Esto era lo que quería, llegar a sentirme tranquilo y estable con ella a mi lado.
Para cuando llegamos ambos no parábamos de mirar lo delicado y elegante que lucia el lugar, había mucha gente charlando y algunos que otros comían. Lorenzo estaba en una esquina con su esposa Gwen que se veía demasiado bien con su vientre nuevamente abultado y con Giada que jugaba sentada en una silla alta. Al vernos ambos se levantaron, Gwen saludo a Crissa con un beso en la mejilla y yo recibí un abrazo medio estrangulado de Lorenzo.
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Una Vida Contigo
Teen FictionPorque para cada relación siempre habrá un límite, habrán peleas y en el caso de Crissa y Jared hay mucho más que eso. Tantos obstáculos que afrontar y tantos secretos que revelar. Ya no existe el juego y el amor los envuelve ahora, ¿serán lo sufic...