Capítulo Trece

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No podía respirar.

Me costaba tanto por las lágrimas. Tanto que le he contado yo sobre mis miedos, sobre mi vida antes de él y por qué es tan difícil que el me cuente sobre la suya. Me había sentado en una plaza cerca del apartamento de Jared.

De nuevo las dudas sobre si seguir, sobre si darle el beneficio de la duda a él. Pero si no es sincero conmigo, como demonios podré confiar en él.

Un Porsche se estacionó frente a mí. El se bajó y yo limpie mis lágrimas.

Se sentó a mí lado.

—No se por donde empezar. —dijo una vez que se acomodó a una distancia prudente de mi.

No lo miré.

—Te he dicho que he cometido muchos errores, demasiados a decir verdad. —su voz se tambaleó. Intentaba no debilitarse—. Hice cosas que no quería, sí, trabaje duro para llegar a dónde estoy pero no en el comienzo.

Lo mire asustada. El tomo un respiro.

—Si no la sacaba del apartamento enseguida estaba dispuesta a delatarme. Y prefiero que lo sepas de mi boca a que te lo diga alguien más. -estaba tan enojada con él pero necesitaba saberlo—. A Mariana la conocí cuando tenia Trece años, empecé a esa edad a vender mis cuadros en la calle.

Sonrió.

—Ella iba pasando una tarde y me preguntó que hacia un chico tan guapo haciendo esas cosas. Le explique mi situación y me dijo que me ayudaría y a cambio le haría favores. Ella tenía casi veinticinco años para ese entonces y yo solo era un joven inexperto. —limpió el sudor de sus manos con sus pantalones—. Luego de que cumpliese los quince se volvió un favor general, ella me pedía que tuviera sexo con otras mujeres. Fue una experiencia muy perturbadora, ni siquiera se si te lo estoy explicando bien.

»El caso es que me prestó demasiado dinero y hasta ahora he saldado la cuenta. Y antes que me digas algo -se giro a verme s los ojos—. Te juro que no quise contártelo antes porque siento que es algo que no se cuenta a la ligera. Me libre de ella a lo que cumplí los diecinueve, unos meses después de haberte conocido.

—Siento que no termino de conocerte. _mi voz estaba ronca—. Que piso en falso y descubro cosas que nunca me has dicho.

Buscó mis manos con las suyas y permití que me tocase.

—Es como andar a ciegas. Crissa. —me dijo suspirando—. Yo estoy tratando de liberar todos mis demonios, quiero dejar atrás lo que fui. Pero tanto pasado es imposible de soltar así de simple y tu lo sabes.

Yo asentí.

—No mas secretos Jared. —susurré—. No soportaría mas secretos.

—Te prometo que ya no hay más. —besó mis manos y casi pude sentirme tranquila. Con él no se sabía si de la noche a la mañana algo como lo que sucedió hoy pasaría.

Siempre me reflejaré en algún tipo de película de acción.

Gwen me llamó esa misma tarde. A pesar de lo que paso más temprano, sigo teniendo las ganas de casarme con él y cuando Mariana me dijo «novia» algo dentro de mi hirvió y solté lo adecuado. Esposa.

Sí. Lo soy.

Mientras yo conducía el coche de Jared con Gwen a mi lado, iba pensado en como sería la boda. Mi maravillosa mejor amiga tenia todo listo, obvio nos metimos en una calurosa discusión porque no quería usar tacones en la playa. Pero del resto estaba totalmente encantada con su voluntad y buen trabajo al hacer todo tan rápido.

—Deberias usar encaje, por el agua salada la seda se pone fea. —nos detuvimos en la boutique de una conocida suya—. Solo digo.

—Tu tranquila que yo me las arreglo. —le sonreí—. Como siempre.

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