Capitulo III: Discreción

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III

"La noche era más perturbadora de lo habitual, el camino en el taxi lo hacía así, gracias al conductor. Solo se podía ver el luar de la luna reflejado en las anti-estéticas y módicas ventanas.

El hombre generaba un aura en el ambiente poco agradable. Se encontraba casi en completa ataraxia, en completa serenidad. Su rostro no era visible, dentro del coche no había luz alguna, siquiera la de la radio o del panel de instrumentos, aquel que debe marcar los gadgets como lo son la gasolina y demás. Lo único que era visible era el retrovisor interior, donde se mostraba la mirada aterradora del conductor, la cual desviaba su mirada del camino para observarla. Hallie se encontraba en el asiento trasero del taxi. Se sentía aterrada. Hacía pocos minutos que había salido del bar. En realidad, quería llamar a Zander, pero no podía. Su corazón latía tanto que incluso se recorría por todo su cuerpo. Ella estaba paralizada observando cada una de las acciones del conductor.

Llegó un momento en el que Hallie desconocía cualquier calle o lugar. No conocía nada a su alrededor y comenzaba a asustarse, su corazón latía cada vez más fuerte, llegando a una agonía terrible.

-hem...disculpe, ¿señor? - preguntó Hallie con una voz apenas perceptible -. Éste no es el camino, se equivocó de ruta.

El hombre seguía conduciendo sin escucharla. Solo se podía observar aquella mirada perturbadora por el retrovisor.

-Se equivocó señor- repetía Hallie aterrándose a cada segundo que pasaba -. Por favor de la vuelta a la ruta para ir a casa.

Antes de que ella pudiese decir una sola palabra más, el conductor guio su mano derecha al asiento del copiloto, el cual, tenía encima un objeto. El hombre siquiera lo pensó y apretó el botón de aquella caja.

Casi al instante, el pequeño artefacto comenzó a emanar un fuerte aroma, el cual dejo a Hallie inconsciente, pero al hombre parecía no afectarle el olor.

-Dulces sueños, Hallie- susurró.

« ¿Gray? »"

Todo era parte de un sueño y una pesadilla que la trasladaba a un mundo inestable, Hallie se despertó rápidamente, aún estaba en aquel coche, viajando a la Illinois, rodeada de una bella ciudad con gente caminando en compás hacia destinos irreconocibles.

-Has despertado- dijo Delia con una pequeña sonrisa-. Estamos a punto de llegar, ¿lista?

-¿Hemos llegado ya?- Contestó, quizá aún estaba con la idea de aquel sueño y no podía percatarse de lo que realmente sucedía.

-Así es, has dormido bastante querida mía.

Hallie suspiro pesadamente, bostezando después. Efectivamente, podía ver la Universidad a pocas calles. Solo imaginaba como sería su vida después de eso, completamente sola, sabía que al cruzar la entrada la idea de ver a Delia se veía muy lejana. Solo podrían comunicarse por cartas después de eso.

Finalmente habían llegado, el auto se detuvo al frente de una pequeña multitud de personas caminando a Illinois, se escuchaban los susurros e incluso risas. Se veían escenas de personas abrazándose, quizá por el gran tiempo de ausencia. Hallie sabía que este año no sería así para ella. El próximo quizá lo seria, pero por ahora no conocería a nadie después de que Delia se alejase lentamente fuera de Chicago. Un mundo completamente nuevo.

-no podré quedarme por mucho tiempo- Habló Delia mientras baja del auto y Hallie iba tras de ella -. Debo llegar a mi casa lo más pronto posible- comenzaba a bajar las maletas las cuales se veían algo pesada -. Oh mi querida Hallie. Escríbeme, ¿de acuerdo?

Ephimeral©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora