Capitulo XVIII: Pesadilla

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XVIII

Harvey caminaba por los pasillos del hospital, todo estaba vastamente tranquilo. Recién se había encargado de las faltas en Illinois y justificar a todos los que habían estado con él. El día anterior fue cuando Hallie había llegado al hospital, Esa mañana todos se encontraban en clase recuperando sus notas. Él había pedido permiso de ausentarse y así poder cuidar de Hallie personalmente.

Iba tomando algunas notas en su libreta, escuchando el cantar de las aves o algunas pláticas de los pacientes de las habitaciones por las que pasaba. Se dirigía a la habitación de la pequeña en los últimos pisos; Subió al elevador y volvió a caminar por los largos pasillos solitarios.

Finalmente llego, dio un suspiro y entro. Entonces fue cuando se sorprendió, de que no había nadie ahí.

-¿Hallie?- Se dijo a sí mismo.

Fue cuando comenzó a buscarla en varios lugares: Baño, cocina, sala de espera. Y nada.

-¡Hallie!- gritaba por todo el hospital alertando a todos los presentes. Había preguntando en recepción si la habían visto pasar, pero negaban.

Ya había pasado a casi todos los pisos, y volvió al piso en el que se encontró al principio. Pensaba que quizá se le había olvidado buscar, o que ya estaba en la habitación.

-¡Hallie! ¿Dónde estás?

Corrió desesperado sin encontrar respuestas. Pasaba por las habitación preguntando. Se dirigió nuevamente al baño, pero antes se encontró con su pequeño ángel. Ella estaba recargada en la puerta de su habitación.

-Hannele, cariño- Dijo él colocándose a su altura -. ¿Has visto a una chica por aquí?

Ella bajaba su mirada, evadiéndolo. Entonces se adentró en la habitación pero Harvey la detuvo.

-Pequeña. Es importante. Ella está herida y necesita mucho reposo, cualquier cosa puede pasarle. Mmh... - dijo pensativo -. Si me dices, más tarde te traeré el postre que gustes. Es un buen trato, ¿no?

-Bueno... es probable que sepa a donde fue.

-¿Y bien?

-Necesitare un mejor trato.

-Bueno. La abuela Maeve no ha podido venir a visitarte últimamente. ¿Te parece si te llevo con ella? Y les compro algo a las dos.

-¡Finalmente nos estamos entendiendo!- dijo sonriente -. La chica de la que hablas subió al elevador, y fue hacia arriba. La vi corriendo por la ventana de la puerta de mi habitación, y me asome. Pude ver los numeritos del elevador iluminarse hasta el último piso.

-¿Último piso? Pero ahí no hay nadie. Ese lugar está en mantenimiento.

-Mmh... ¿la azotea?- comento y Harvey sonrió.

-Eres muy inteligente a pesar de ser tan pequeña.

-¡Soy grande!

Harvey le dio un abrazo y fue corriendo al elevador. Entonces comenzó a pensar en Hannele, había sufrido gran parte de su vida. Y ahora se veía atrapada en el hospital, y no podría irse de ahí hasta pasar la quimioterapia. A sus 10 años ya estaba bastante afectada, y no tenía padres. Los dos habían muerto en un accidente automovilístico mientras Hannele estaba en tratamiento. A su parecer, ella solo lo tenía a él y a la abuela Maeve, que en realidad no era su familia. Maeve le otorgaba sonrisas a la pequeña cuando se sentía triste, platicando historias y de su vida igualmente solitaria. Ninguno de los tres tenia familia, entre ellos se consideraban lo mas importante. Harvey tenía un padre, no prefería llamarlo de esa manera ya que nunca había estado presente para él y lo obligaba a cubrirlo cuando estaba ausente en su trabajo. Maeve y Hannele eran la mejor parte de su trabajo, estando ahí para él cuando más las necesitaba.

Ephimeral©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora