Martes

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No quiero destinar mucho tiempo de su preciada atención para hablar de este día porque sinceramente de todos es el mejor. 

Claramente mi humor no había cambiado nada, pero creo que el hecho de haber salido el lunes me ayudó a soportar este día con más calma. 

A mi mamá le agarró un tipo de resfriado leve, aunque eso le bastó para armar todo un espectáculo y terminar aislándose  a sí misma en una mitad de la casa. Por suerte en casa tenemos una habitación extra destinada a hospedar visitas, y tiene su baño propio. Eso simplificó bastante las cosas, pero ella insistía en que debía desinfectar la casa de pie a cabeza, dejando todo impecable. Así que me pasé todo el día encargándome de cumplir con los deseos de mi exagerada y exigente madre. Limpié los pisos de toda la casa, eché desinfectante en todos lados y sobre todas las cosas que usábamos, bañé a los perros y los dejé afuera con comida suficiente para no tener que preocuparnos por ellos por un buen tiempo y eso, aunque suene cruel, créanme que es lo mejor que les pudo pasar a esos perros porque desde que estamos en cuarentena habían sido el juguete preferido de Matías y los pobres no tenían descanso. 

No conforme con todo eso, mí mamá me gritó desde su habitación que no me olvide de ayudar a Mati con su tarea que es para el viernes, y además que no me crea que por haber ido a comprar las cosas en la ferretería estaba perdonado mi castigo: ordenar sus CDs.


Después de renegar con mi hermano y su dificultad para aprender la tabla del 5, me fui al living para ordenar los CDs de mi mamá. Un mueble entero estaba dedicado a su enorme colección en la que venía trabajando desde sus 16 años. Entre ese mundo de CDs había 150 álbumes de 28 bandas pertenecientes a 12 géneros musicales totalmente distintos uno del otro. 

En realidad no me estaba disgustando tanto esto, ya que yo siempre fui muy ordenado y me encantaba separar por categorías mis cosas, supongo que eso lo heredé de mi mamá. 

Primero había sacado todos los CDs del mueble y los había desparramado por el piso para poder verlos todos. Luego hice un inventario para tener un registro de lo que había logrado mi mamá, y los separé por género, por banda o artista, y por año. Todo iba bien, ya estaba ubicando en el estante todos los discos de Axel (Ella amaba a Axel) pero algo me llamó la atención. Cuando estaba agarrando el álbum llamado "Amo" noté que su peso era menor que el de los demás álbumes y me entró curiosidad. Entonces lo abrí, y al hacerlo cayó al piso un papel viejo doblado en 2. 

Intrigado por el contenido de ese papel miré hacia todos lados para comprobar que no haya testigos del delito que estaba a punto de cometer. Y, en efecto, no había nadie, solo mi papá estaba dormido en el sillón con la computadora en sus piernas, al parecer trabajar desde casa no era un impedimento para no quedarse dormido mientras hacía las cuentas que le dejaban sus clientes (por cierto mi padre es contador). Entonces agarré ese papel y lo desdoblé. Mí asombro se manifestó con un pequeño grito, no podía creer lo que acababa de leer. Miré de vuelta a mi papá y como era de esperarse seguía durmiendo. Guardé el papel en el álbum donde estaba y terminé de acomodar todo. Luego me fui a mi pieza y vi un par de videos tratando de no pensar en aquello.


Los guardias me preguntaron por el contenido de ese papel pero les dije que ese era tema de otro día. Como su jornada jornada había acabado y aún no los convencía para liberarme les pedí que vuelvan al día siguiente con unas facturas y un café y estaría dispuesto a contarles todo. Y ellos se rieron y se fueron sin prometer nada. 

Escapar de la cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora