Viernes

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(Lo que pasó a continuación lo recorté del audio porque noté que el policía estaba llorando y me pidió permiso para ir al baño a limpiarse la cara y despejarse un poco. Al volver del baño, cuando ya se lo notaba mas calmado, le pregunté por el motivo de su reciente estado y aquí les dejo su respuesta.)

- No me gusta hablar de eso. Además, no eres tú el que me tiene que escuchar a mi sino al revés.

- Por favor, Jeremías, yo estoy bien. Mi historia puede esperar. Cuéntame qué te pasó, porque es evidente que algo te afectó.

- Esta bien, te voy a contar. Hay una razón por la que mi jefe me encomendó la tarea de tener esta entrevista contigo, y es que cuando yo tenía 18 años pasé por algo muy similar a lo que tu acabas de sufrir.

- ¿Es en serio? Sabía que había un motivo por el que sentía que podía contarte todo, pero ¿Por qué no me lo dijiste desde un principio? Habría sido mas cuidadoso con mis palabras. Lo siento mucho...

- Tu no tienes la culpa. Precisamente la idea de mi superior era esa, que podríamos hablar mas tranquilos y yo podría entenderte. Lo único que me molestó es que me eligiera a mí, sabiendo lo mal que me pone revivir estas cosas.

- No tienes por qué ponerte mal. Eso quedó en el pasado, ahora eres mayor y tienes mucho aun por delante. Quizás pases por más situaciones difíciles y complicadas, pero estoy seguro de que, si pudiste superar ese trauma, también podrás superar lo que el futuro tenga preparado para ti. Si quieres hablar de eso, yo también tengo dos oídos y puedo escucharte.

- ¿Cómo puede ser que siendo tan chico suenes tan sabio?

- Yo solo te digo lo que me gustaría creer.

- De acuerdo, te contaré, pero muy brevemente porque aun me falta escuchar la parte mas importante de tu historia, el final.

Todo comenzó cuando cumplí 18 años. A mi mamá siempre le gustó invitar a los vecinos a nuestros cumpleaños, se llevaba bien con todos en el barrio. En ese cumpleaños hubo muchas personas, entre ellas muchos de mis amigos, familiares y también vecinos del barrio. Pero también había gente que yo no conocía y no iba a ser tan aguafiestas como para echarlos. Entre esas personas que no conocía se encontraba Javier, un hombre de alrededor de 35 años que desde que llegó a la fiesta se la pasó coqueteándole a mi mamá, quien en ese momento se acababa de divorciar de mi papá.

Para resumir el final, ese hombre, que se había hecho pasar por nuevo en el barrio solo era un sociópata que cuando mi mamá le dijo que no estaba interesada en tener nada por ahora porque recién estaba saliendo de una larga relación, se molestó bastante y esa misma noche, cuando le pidió a mi mamá que lo acompañara hasta la puerta para despedirse, se la llevó a la fuerza y la tuvo encerrada en su casa por un mes entero. Claro, en ese tiempo no era tan fácil encontrar a una persona que había sido secuestrada.

La razón por la que me puse mal hace un momento es que tu descripción del momento en que encontraste a tu mamá tirada en el piso en un estado tan lamentable, me hizo recordar al día en que la policía fue a la casa de mi papá, que era donde me estaba quedando en ese tiempo, para contarnos que la habían encontrado, pero lamentablemente ya era tarde para hacer algo. El maltrato, la falta de alimento, el desgaste emocional de un mes entero sin salir a la luz, presa de un desgraciado (uso esa palabra por no decir tantas otras que se me vienen a la mente), terminó por matarla lentamente y de la forma más dolorosa.

- En serio lamento oír todo lo que me estas contando. Debió haber sido muy difícil para vos. Gracias a Dios mi madre esta viva, pero las cosas pudieron ser diferentes y hoy estaría en tu lugar, así que lo siento mucho, Jere.

- Ahora que lo pienso, no todo salió mal. Gracias a ese horrible experiencia hoy puedo estar acá, trabajando por hacer de mi ciudad un lugar mas seguro y tranquilo, y ayudándote en parte a superar esto como yo lo hice, y lo sigo haciendo.

(En ese momento nos levantamos y nos dimos un abrazo de esos que te hacen sentir que todo va a estar bien, no sé si saben a lo que me refiero.)

- Bueno, ahora que ya nos desahogamos un poco, ¿Podes seguir contando qué pasó el viernes?

- Por supuesto. Ese día me despertó una música muy fuerte que sonaba desde atrás de la habitación en la que estaba. Muy confundido, me levanto del suelo y empiezo a dar vueltas por el diminuto cuarto en el que estaba encerrado. Estaba buscando algo para taparme los oídos, esa música era muy molesta.

De repente, escucho que alguien pide que bajen el volumen de la música. Su voz me sonó bastante conocida. Era Matías, mi hermano. No podía ser, yo mismo lo había dejado en casa de Doña Rosita. ¿Cómo podía estar en esa casa?

Sin dudarlo, empecé a gritar: "!Mati! Soy yo, tu hermano. Vení."

La música se detuvo. Hubo un silencio en toda la casa. Entonces, volví a gritar su nombre, y escuché cómo alguien se acercaba lentamente y dice en voz baja "Fer ¿Sos vos? ¿Qué haces en la casa del abuelo?", "¿Cómo que en la casa del abuelo?", le pregunté. El me respondió que papá lo había ido a buscar a casa de Doña Rosita para que conozco a su papá. Mi cabeza estaba a punto de explotar, nosotros no teníamos ningún abuelo Jorge. Pero, no tenía tiempo para seguir hablando de eso, así que sin más rodeos le dije: "Escuchame, Mati, hay unas llaves en el pasillo que da con el baño, necesito que me las alcances ¿Sí?", me dijo que bueno y fue a buscarlo. En un minuto estaba de regreso con las llaves. Le pedí que me las pase por debajo de la puerta, y, aunque fue muy difícil, funcionó. Era como un milagro. Luego, le pedí a Mati que no diga nada de que habló conmigo, sino que siga actuando normal. El me dijo que nos volveríamos a ver, y se fue.

Ahora que tenía las llaves, no lo pensé mucho, salí de esa habitación y fui directo a ver a mi madre. Pero, cuando abrí la puerta ella ya no estaba mas ahí. Se la habían llevado a algún lado, pero no sabia a donde. Así que, salí sin que nadie me viera por la puerta trasera y di vuelta alrededor de la casa para ver si el hombre estaba cerca e intentar hacerle algo. Sinceramente, no tenía ningún plan, solo sabia que tenia las llaves y tenia que aprovecharlo. Y si lo aproveché. Mientras yo lo buscaba, el hombre que me secuestró llegaba en su auto gris. Intenté verlo lo mejor que pude sin ser visto, aunque la distancia me jugó en contra. Lo único que pude ver fue que no venia solo, a su lado había una mujer. Supe que era mi mamá cuando escuché que Mati salió corriendo desde dentro de la casa gritando: "!Mamá! ¡Mamá! Viniste. Por fin vas a conocer al abuelo Jorge.!". Apenas entraron todos a la casa, me acerqué con cuidado al auto. Entré por la puerta del acompañante y me agaché para no ser visto. Una vez adentro, abrí la guantera para revisar los papeles del auto y encontré el carnet de conducir de Fernando, mi padre biológico. En ese momento mii cabeza hizo un click. Era Fernando el que fue a casa de Doña Rosita a buscar a Mati. Era Fernando el que había encerrado a mi mamá en esa habitación. Era Fernando el que me había llevado hasta esa casa en ese auto gris al que me subí.

Cuando entendí eso, salí del auto y vi claramente el rostro de mi secuestrador (por fuera idéntico a Miguel, el esposo de mamá, pero tan diferente a él), estaba saliendo de la puerta trasera de la casa. Ya había notado mi ausencia y salió a buscarme. Cuando me vio, se acercó a mi y apuesto a que quiso hacerse pasar por Miguel, pero supo en mi mirada que yo ya sabia toda la verdad. Sin embargo, esta vez no tenia fuerzas para oponer resistencia. Simplemente me rendí. Caminé hacia él, le devolví las llaves y me dejé llevar nuevamente a mi celda. Vi cuando me cerró la puerta, y escuché luego de eso cómo se reunía con mi familia y les hablaba como si fueran la suya. 

Escapar de la cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora