Miércoles

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Aunque no lo parezca, mi primer noche durmiendo en una celda no fue tan mala. Tenía una cama equipada con su pequeña almohada tamaño Stuart Little, y una colcha un poco fina, pero lo bueno era que por fin pude dormir sin escuchar las peleas de mis vecinos, o a mis perros ladrándoles a los gatos.
Al día siguiente, muy temprano, llegaron los guardias de la otra vez. Me despertaron echándome un baldazo de agua fría, y pidiéndome a gritos que continúe mí historia. Pero no eran solo sus gritos los que escuchaba, ahora se sumaban a mi audiencia otros 4 sujetos que al parecer habían sido retenidos por la misma razón que yo, por querer escapar de la cuarentena. Se ve que la otra noche no tenían muchas ganas de charlar porque la verdad no los había notado.
Cuando ya me había despertado del todo, les pregunté a los guardias por el café y las facturas que les pedí anoche. Sin embargo, solo conseguí un mate cocido en taza de lata con un criollito, y además 6 personas insistiendome que siga contando la historia. Así que agarre mi taza de mate cocido, tomé un sorbo y continué por donde me había quedado.

El día miércoles, como para cortar la semana, pasó una de las peores cosas de la semana. Me desperté muy temprano. Cansado de ignorar los ruidos que venía escuchando durante toda la noche me dispuse a averiguar cuál era su origen. Cuando llegué al living, de dónde escuché el último ruido, casi me caigo del susto. Empecé a gritar para llamar a mi mamá o a alguien que venga a ver lo que había pasado. El sillón estaba corrido de su lugar, la alfombra echa un bollo, el televisor no estaba más, y lo peor de todo, los CDs de mi mamá que tanto me había costado acomodar estaban tirados en el suelo, abiertos y rotos algunos.
Mi hermanito lloraba, mi papá insultaba y mi mamá no podía creer lo que había pasado. Entonces me pidió a mí que llame a la policía para avisar que nos habían robado. Fue una conversación corta e incómoda, lo único que hicieron fue decirme un chiste del tipo "se ve que ni en cuarentena dejan de trabajar algunos" y me dijeron que lamentablemente no podían hacer nada más que notificar el robo porque eran pocos los policías trabajando y no podían dejar la estación por "un robo menor". Luego colgaron.
Más tarde, cuando todos estaban más tranquilos, mi mamá, que ya estaba un mejor por lo visto, me pidió que acomode el living y trate de dejarlo como estaba antes. Y así hice. Primero limpié los pisos porque a mi familia le incomodaba el hecho de pensar que un ladrón había pisado el mismo piso que ellos, dejé el sillón donde estaba antes, planché la alfombra y la dejé bien centrada en el piso; pero cuando vi el estante de los CDs recordé todo lo que me había costado acomodarlos y decidí regalarme un descanso antes de continuar con mi tarea. Entonces fue cuando recordé el álbum de Axel que tenía el papel y no sé porqué me dio curiosidad saber si todavía estaba allí. Pero no podía encontrarlo sin antes ordenar todo, así que hice eso. Nuevamente a clasificar todos los álbumes para poder acomodarlos. Pero cuando estaba haciendo eso noté que faltaba el álbum de Axel en el que estaba el papel ayer.
No entendía nada. ¿Porqué alguien querría robarse un álbum de Axel? ¿A quién le interesaría el contenido de ese papel? Ahora solo quería saber quién había entrado a robar a mi casa para hacerle esas preguntas.
En el barrio hay muchos que se dedican a robar, y para su mala o buena fortuna, todos saben quiénes son. Pero esta vez creía saber quién había sido.
Me encerré en mi pieza para unir mis pensamientos y poder aclarar mis ideas. Hasta que se acordaron de la nueva tarea que le seguían mandabdo a Mati y tuve que ir a ayudarlo.
El día no concluyó así, sino con otra mala noticia. Mi papá había perdido a sus últimos clientes porque tal parece que la situación económica en el país no es muy favorable que digamos, y las personas habían empezado a prescindir de algunos servicios como el que brindaba mi papá. Fue muy triste verlo con esa cara de perro mojado. Hacía mucho tiempo no conseguía nuevos clientes, el paso de los años lo iban agotando y ya no era el mismo. Le hacía falta un descanso, pero este no era precisamente el que necesitaba.
Primero me llega la mala noticia de que no iba a tener clases, y ahora nos quedamos sin un ingreso en la casa. Mi padre tenía que conseguir algún cliente o yo iba a tener que buscar trabajo, y como ya les conté antes, es muy difícil que me den un trabajo a mí, y más ahora que el mundo parece estar paralizado.
Ese día cortamos la semana yendo todos a dormir sin ganas de despertarnos al día siguiente, preguntándonos qué iba a ser de esta familia. Necesitábamos que la cuarentena se acabe, necesitábamos nuestra vida de antes.

Escapar de la cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora