Jueves

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- ¿Cómo fue que supiste dónde estaba tu madre?

- Es simple. Lo supe apenas escuché sonar su celular en esa casa.

Verás, mi mamá no era una mala mujer, ni menos una mala madre. Que se ausente unos días de casa era entendible, pero que haya pasado una semana entera sin regresar ni siquiera para ver cómo estaban sus hijos, eso ya era algo sospechoso, me corrijo, muy sospechoso. Es por eso que cuando nadie contestó el teléfono de casa mis sospechas empezaron a convertirse en más que solo eso. Escuchar el tono de llamada que solo ella podía ponerle a su celular, (y digo esto porque no conozco a otra persona a la que le guste tanto el Himno Nacional Argentino, por lo menos no al punto de escucharlo cada vez que alguien te llame) eso solo me confirmó que mis sospechas daban en el ángulo y que el hecho de que mi mamá deje la casa por tantos días estaba muy relacionado con que me hayan secuestrado a mí.

No te voy a mentir, al principio pensaba que ella nos había abandonado porque tenia otra familia o ya se había hartado de nosotros, (de eso ultimo me hizo dudar mi hermano con sus llantos) pero cuando me desperté en ese lugar tuve la sensación de que no era al único al que lo habían llevado ahí contra su voluntad. Lo único que me preguntaba en ese momento, a la mañana del jueves, acostado encima del barro con la luz del sol pegando directo en mis ojos, era quién podía tener motivos para hacernos esto, y por qué a mi familia. Bueno, también me preocupaba por mi hermano y mi papá, pero algo me decía que ellos estaban bien, por lo menos Mati estaba bajo el cuidado de alguien mas normal que nuestra problemática madre.

Luego de un rato pensando y de llegar a la conclusión de que mi madre y yo habíamos sido secuestrados por el mismo hombre, cuya identidad aun permanecía siendo una incógnita para mí, solo me quedaba descubrir donde tenia encerrada a mi madre. Sentía como si el solo hecho de reunirme con ella me pudiera dar la libertad de esa prisión, o por lo menos dejaría de importarme estar encerrado porque sabría que a su lado estaría a salvo. Es algo que siempre me transmitió: seguridad.

Y, como ya te había dicho antes, ya tenía una idea de donde podía estar mi mamá. Así que, esperé a que me trajeran algo para comer, lo cual pasó como al mediodía, pero esta vez no lo esperaba para poder comer, sino que esta vez iba a usar ese vaso y ese tazón de metal para escaparme de ahí sin que ellos lo supieran. Volqué sobre la tierra el agua que me habían servido en el vaso, comí unos cuantos bocados del trozo de carne que habían puesto en el tazón, y empecé a cavar un pozo por el lado trasero del establo, es decir, por el lado opuesto a la puerta por la que se entraba a ese lugar.

¿Que si me demoré mucho? Demasiado, pero valió la pena. Después de alrededor de cuatro horas sacando tierra, pues la madera continuaba hasta un metro de profundidad, pude lograr hacer un agujero lo suficientemente grande para pasar por ahí y salir por el lado de afuera. No fue difícil que no me descubrieran porque no me iban a ver muy frecuentemente, de vez en cuando escuchaba como si alguien se acercara, pero nunca entraba nadie.

Una vez afuera, sentí el aire fresco rozando mi rostro y despeinándome un poco, miré hacia el frente mío y vi un paisaje hermoso: una montaña por la que el sol se volvía a esconder para dejarle el escenario a la luna. Tuve la tentación de salir corriendo hacia allí pero no podía irme dejando a mi mamá ahí dentro, aunque solo hubiera sido una suposición mía no podía hacerlo. Así que, teniendo mucho cuidado de no ser visto, me asomé por uno de los costados del establo para observar la gran casa y analizar de qué modo podía entrar ahí sin ser visto. Me acordé de la puerta trasera de la casa, por la cual el señor me había hecho salir corriendo el día que me preparó el desayuno. Podía entrar por ahí, sería el modo más rápido de llegar a ese pasillo donde se encontraban las dos habitaciones que había visto antes, pero no sería tan fácil como entrar y abrir las puertas. No, necesitaba las llaves que colgaban del jean del hombre que me secuestró. Entonces, revisé el resto del terreno para ver si el auto gris del hombre estaba estacionado por algún lado, y al no verlo ahí deduje que estaría fuera, quizá en la ciudad, atendiendo otros asuntos. Pero no sabia hacía cuánto tiempo habría salido, porque con el ruido de la tierra en mis oídos no pude escuchar nada, ni tampoco sabía cuánto tardaría en volver. Lo único que sabía era que no podía volver a entrar ni mantener oculto el túnel que había fabricado por mucho tiempo. Así que era necesario que actuara rápido, antes de que ese sujeto regresara, y de manera prudente para que no me descubra nadie.

Pude ver al interior de la casa por las ventanas de vidrio que el señor granjero no se hallaba en la sala de estar ni en el comedor, por lo cual supuse que estaría descansando en su dormitorio o quizá en el baño tomándose una ducha. Entonces, fui corriendo a toda velocidad hasta la puerta principal de la casa y entré, no sin antes comprobar que no hubiera nadie cerca que me pueda haber visto. Entré sigilosamente y haciendo el menor ruido posible. La puerta estaba abierta y no me dio ningún problema entrar. Primero, revisé toda la casa con la vista para tener una idea de donde podían estar esas llaves, si es que no se las había llevado consigo adondequiera que había ido. Busqué sobre la mesa, entre los libros de la biblioteca, hasta entre los almohadones del sillón de la sala de estar, pero nada.

Entonces, se me ocurrió buscar adonde me había desmayado el día anterior, junto a la alacena de la cocina. Abrí las puertas de par en par para poder ver bien. La imagen que tuve al mirar dentro fue impactante. Me llamó la atención que no haya nada de lo que se suele encontrar en una alacena, es decir, no había latas de conserva ni condimentos, ni nada por el estilo. Dentro de la alacena había una especie de altar con velas, ropa interior femenina, fotos de mi mamá, su celular, juguetes que había perdido hacia bastante tiempo y hasta encontré la manta de Harry Potter que me pedía Mati para ver juntos la saga entera.

Después de ver eso, quedé petrificado hasta que un ruido cerca de la concina me hizo reaccionar y quise esconderme, pero el señor salió antes del baño y me vio. Sin pensarlo mucho, fui hacia donde él estaba parado y le pegué un cabezazo, dejándolo tirado en el piso con su bata rosita. No tenia tiempo para ver cómo estaba ni pedirle disculpas, en ese momento solo pensaba en encontrar a mi mamá y salir corriendo de ahí. Cuando lo vi en el pasillo me di cuenta de que todavía no había buscado allí, así que busqué en las paredes y encontré detrás de la puerta de la cocina un llavero con un par de llaves. No estaba seguro de que fueran las que abrían las habitaciones que yo buscaba, pero nunca lo sabría si no lo intentaba.

Ya no tenía tiempo de volver a salir para entrar por atrás, así que fui directo por la puerta de la cocina que afortunadamente solo tenia un seguro corredizo. Después, me acerqué rápidamente a las puertas del pasillo y medio susurrando dije: "Mamá ¿Estás aquí? Soy Fer, tu hijo." Y en ese momento escuché un ruido dentro de la primera puerta, pegué mi oído a la puerta y pude escuchar como si alguien quisiera hablar, pero no pudiera. Me puse a probar con cada llave, intentando abrir esa puerta desesperadamente. Después de probar con seis o siete llaves, la puerta se abrió y vi a mi mamá. - en ese momento empecé a llorar y el guardia sin decir nada me dio un pañuelo que tenía en su bolsillo y me pidió que continúe cuando me sienta listo – Perdón por esto, es que nunca vi a mi mamá así y creo que no hay imagen mas triste y dolorosa. La encontré en un rincón de la habitación, estaba desnuda y con moretones en la piel, y no podía decir nada porque una toalla atada en su mandíbula se lo impedía.

En ese momento corrí hasta donde estaba ella para desatarla y abrazarla, pero ella empezó a llorar y parecía que intentaba decirme algo. Y, justo cuando le saco el trapo de la boca para que pueda hablar, escucho que me grita: "!Atrás!", y antes de que yo pueda darme vuelta para ver qué había ahí, alguien me agarra fuertemente por detrás y, con una voz que me sonó demasiado conocida, me dice: "No te alcanzó con el mensaje que te escribí anoche, tenias que cuestionarme. Si te digo que tu madre está bien, tu tienes que creerme y quedarte en tu cuarto tranquilo. Está bien, si lo que querías era estar más cerca suyo, entonces tú te vas a quedar en el cuarto de al lado." Luego, me llevó hasta la segunda habitación, me sacó las llaves del bolsillo y abrió la puerta. Entonces me tiró contra el piso y antes de que pueda darme vuelta para ver su cara, cerró la puerta de un golpe y me dijo "Esta noche no vas a comer. Estas castigado."

Era tal mi confusión que no podía pensar en nada. Y, debido a que no había comido casi nada en todo el día, y haber sufrido tantas emociones en tan poco tiempo, quedé exhausto y me dormí inmediatamente en el mismo lugar donde caí cuando ese hombre me tiró.

Escapar de la cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora