Viernes

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En la madrugada del día viernes sentí algo muy extraño. Eran alrededor de las 3 o 4 de la mañana cuando me desperté solo como si hubiera dormido un día entero. Tenía los ojos completamente abiertos. Me dirigí al baño, de forma mecánica, ya que era lo que hacía siempre que me levantaba. Mientras me lavaba la cara escucho como si alguien estuviera caminando en la cocina. Así que agarré el palo de piso del baño (era lo más peligroso que encontré) y fui hasta la cocina. Cuando llegué ahí pregunté en vos alta "¿Quien está ahí? La policía está en camino" le mentí. Pero no recibí ninguna respuesta. Entonces prendí la luz de la cocina para ver quién estaba ahí y lo vi parado encima de la mesa, era mi hermano. Esa era la noche menos indicada para descubrir que Mati era sonámbulo. Lo cargué suavemente en mis brazos para llevarlo a mi pieza de nuevo. Él estaba dormido profundamente pero yo no podía cerrar los ojos. Me sentía observado, como si alguien estuviera en la cocina, esperando a que me duerma para hacernos daño.

Nunca me había sentido así, tenía miedo. Era la primera vez que mis papás me dejaban solo con Mati y, capaz se deba a la advertencia de mí mamá, pero de verdad estaba preocupado por Matías y no quería que por un descuido mío le pasara algo.

Pasaron las horas y yo seguía despierto. El sol de esa mañana era especialmente fuerte y daba justo en los ojos de Mati, por lo cual él también se despertó. Y así me dí cuenta que ya no iba a volverme a dormir.
Así que nos levantamos de la cama, desayunamos, almorzamos, hicimos toda su tarea. Él seguía preguntando por papá y mamá, y realmente yo ya no sabía qué responderle.

Todo el día me sentí asustado. No sabía si tenía más miedo a salir por el coronavirus o por la advertencia de mamá. Pero no iba a pasarme todo el día con miedo. Me acordé que le había prometido a Mati que le prestaría mi computadora para jugar a los videojuegos, así que me senté con él a jugar. Nos pasamos toda la tarde jugando, nunca hablamos estado tanto tiempo juntos sin pelear, supongo que sería porque no tenía con quién acusarme y eso lo forzaba a ser más amigable conmigo.
No nos dimos cuenta en qué momento se hizo de noche, y seguíamos solos en casa. Así que se me ocurrió hacer pizza, que a los dos nos encantaba pero mamá muy pocas veces hacia porque no la consideraba un alimento, y le pregunté a Mati si quería ver de nuevo la saga entera de Harry Potter. Se puso muy contento y empezó a saltar de la felicidad, hasta que se acordó que se había lastimado la rodilla y se largó a llorar. Obviamente no le duró mucho el llanto porque era mayor su emoción por ver sus películas favoritas y comer pizza.
Además aprovechamos que nuestros padres no estaban para acostarnos a ver la tele en su habitación, que era más cómoda y tenía el televisor más grande. Pero antes de empezar Mati me pidió que le busque su manta de Harry Potter para taparse. Me dijo que mamá se la había pedido para taparse con ella la noche que durmió en la habitación de huéspedes porque la que había allí estaba sucia. Me pareció muy extraño que le pida a él en lugar de pedirme a mí, pero tenía hambre así que no lo pensé y fui a buscarla. Cuando entro en la habitación, la cama tenía su propia colcha y estaba bien tendida, seguro mi mamá la había dejado ordenada cuando se recuperó del resfrío. Entonces fui a revisar al ropero y cuando lo abrí se me cayó una campera que estaba mal colgada. Así que me agaché para recogerla, y cuando lo hago veo abajo de la cama algo negro. Me acosté en el suelo para poder sacarlo de allí debajo. No podía creerlo, ¡El televisor del living!. Pronto todo cobró sentido en mí cabeza. El supuesto robo no era más que una fachada para poder desaparecer ese maldito álbum de su lugar sin que nadie sospeche. Pero yo lo había visto y no podía evitar dudar de su repentina desaparición. Sabía que nadie entraría a una casa a robar solamente un televisor. En ese momento supe en manos de quién estaba ese papel ahora.

Mis 6 oyentes exclamaban por el asombro. No entendían porqué mi mamá haría algo así. Todavía no sabían lo que decía ese papel y me preguntaban por su contenido. Les dije que ya faltaba poco para llegar a esa parte y se tranquilizaron.

Volví a dejar el televisor abajo de la cama, agarré una colcha que encontré en el ropero y se la llevé a Mati quien se puso a llorar porque quería su colcha de Harry Potter. Ese chico lloraba por todo. Agarré una porción de pisa y se la encajé en la boca para que coma y deje de llorar. Por lo visto funcionó porque después de eso no lo escuché decir una sola palabra durante 5 horas, cuando nos dormimos al mismo tiempo mientras las películas seguían reproduciéndose.

Escapar de la cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora