Día 1 : Tren de las 06.22
Como cada mañana desde hacía un año, Alba Reche subió deprisa en el tren de las 06:22 que tardaría cincuenta minutos en llevarla a Madrid, donde trabajaba. A esa hora, todos los pasajeros se conocían de vista pues todos se cruzaban cada mañana en su camino al trabajo. Casualmente, cada uno se había apropiado de un lugar. Estirándose sobre dos asientos para acabar con su noche tranquilamente antes de tener que realmente comenzar su jornada laboral.
Pero esa mañana, cuando Alba subió al tren, lo primero que observó fue la diosa morena sentada en su sitio. Al entrar se quedó quieta, poco acostumbrada a darse cuenta de los encantos del personal femenino. Como cualquier persona, podía encontrar guapa a una mujer, pero nunca se había cruzado con una que emanara tanta prestancia en solo un vistazo.
Era la primera vez en un año que alguien se encontraba sentado en el asiento 3520, su sitio, al lado de la ventana donde ella habitualmente se sentaba, estirando las piernas hacia el pasillo para dormir profundamente hasta su llegada a Madrid. Inspiró profundamente, tragándose la cólera que quería salirse por un tiempo a esta parte a la menor ocasión, y decidió no hacer caso. Deseaba estar tranquila, pero no contaba con ceder su territorio, así como así.
Así que, retomó el camino por el pasillo del tren y se sentó en el lado del pasillo, al lado de la joven morena que se sobresaltó por su simple presencia, su rutina matinal bien fijada.
Apenas se hubo sentado, dos ojos chocolate le traspasaron literalmente. La morena miró a su alrededor, notando con fastidio que otros muchos asientos estaban libres, preguntándose qué podría haber hecho para que esa recién llegada se pegara a ella e invadiera su espacio.
Alba no hizo caso del descontento manifestado por la morena y se rio por lo bajo colocándose confortablemente en el asiento.
- ¿Piensa mirar por la ventana o es posible correr la cortina? - pidió educadamente la rubia.-
- Deseo mirar por la ventana- replicó su vecina a la defensiva.-
- Humm... ok...-
Alba se hundió en su asiento y estiró sus piernas hacia el pasillo para no invadir el espacio de la morena. Conectó los auriculares a su teléfono y se puso música para relajarse. Rápidamente notó a la joven de su lado agitarse, abrió discretamente un ojo y la observó.
Ella movía frenéticamente la rodilla, visiblemente molesta y le lanzaba regularmente miradas asesinas mientras resoplaba. Después de un rato, Alba comprendió que era el sonido de la música lo que molestaba a su vecina y tuvo que luchar contra un irreprensible deseo de subir un poco más el volumen. Decidida a ser civilizada, se resignó a escuchar la música más bajita y sintió a la morena gruñir algo.
- ¿Me ha hablado? - preguntó ella retirándose un auricular.
Su vecina la miró sorprendida, pero no manifestó su desconcierto antes de responder.
- No particularmente, expresaba mi alivio por no tener su ruidosa y molesta música de fondo – dijo ella secamente.
- Ok – exclamó Alba, comenzando a cansarse del comportamiento de esa morena estirada.
Como respuesta a su comportamiento subió el volumen mirándola a los ojos y se permitió una sonrisa provocadora.
- ¿ Se está riendo de mi?- exclamó la morena.
- Sencillamente reacciono a su amabilidad-
- ¿ Y a usted no le importa que el sonido desagradable proveniente de sus auriculares moleste a todos los pasajeros del vagón?-
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Asiento 3520
RomansNatalia encerrada en una vida que la hace infeliz, Alba con un pasado doloroso a sus espaldas. Dos mujeres que se conocen en un tren y que no saben cuánto cambiarán sus vidas a partir de ese encuentro. Adaptación Ce tren, cette femme, cette place.