Hagámoslo

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Día 426 Tren de las 00:44

Para esa cita, Alba había tirado la casa por la ventana. Se había pasado días enteros buscando el restaurante, en Madrid, al que quería llevar a su compañera. Había mirado bien los horarios para estar segura de poder coger el tren de las 00:44 en el que sabía que habría pocas personas. Después de haber llevado a su compañera a un pequeño restaurante romántico, después de darle la sorpresa llevándola a un piano bar de moda que ella conocía, donde Natalia había tomado posesión del instrumento durante una hora para el gran placer de la rubia y de otros clientes, Alba llamó a un taxi para que las llevara tranquilamente a la estación. Ofreció su mano a su compañera como un perfecto "caballero" para ayudarla a subir y la siguió al entrar en el vagón. Contuvo un suspiro de alivio al ver que su compartimento estaba vacío y fue con ella a sentarse en sus sitios.

-He pasado una noche maravillosa, Alba- dijo Natalia besándola tiernamente -Gracias por todo-

-El placer ha sido mío, te lo aseguro-

La morena la besó otra vez y se pegó a ella suspirando. Alba sentía su corazón tamborilear desenfrenadamente en su pecho y le estaba costando contener el miedo que se estaba apoderando de ella. Cerró los ojos y se concentró en la respiración calmada de su compañera para intentar tranquilizarse lo suficiente para atreverse a hacer lo que llevaba días preparando. Puso su mano sobre el bolsillo de su abrigo para asegurarse que la cajita estaba aún ahí y buscó en ella el valor para hablar.

-Yo...- comenzó con voz insegura -He estado pensando durante horas en la manera en cómo te diría esto, las palabras que elegiría, el lugar, el momento. Pero el hecho es que aunque lo preparase durante días delante del espejo, lanzarse a la piscina es terriblemente aterrador-

Esas palabras eran torpes, pero ella sabía que no podría hacerlo mejor, así que decidió no pensar más y dejarse llevar por el instinto

-¿Alba?-

-Hace algo más de un año que estamos juntas. Y cada día que pasa es una felicidad. Gracias a este tren tú y yo estamos aquí, y hasta el fin de mi vida, representará algo especial para mí. Me ha traído el amor de mi vida, un renacimiento en el que ya no creía, y por supuesto una salida del armario completamente inesperada-

Natalia rio pegada a ella sin moverse y Alba se dejó tranquilizar por su risa.

-Ven conmigo- dijo levantándose y tendiéndole la mano.

Ella la miró incrédula y la tomó para dejarse llevar hasta la puerta de cristal que las separaba de la plataforma del vagón.

-¿Qué ocurre?-

-¿Te acuerdas del día en que todo cambió?-

-Sí, a través de este cristal. Comprendí y acepté mis sentimientos y tú también- respondió ella interrogándola con la mirada, un poco perdida por la situación.

-Eso es. Ese día comprendí que me había enamorado irremediablemente de ti y que quería tenerte en mi vida. Hace un año empecé a desear poder compartir mi vida contigo, Natalia Lacunza. Hoy es el caso y...siento que necesito más, quiero más de nosotras y quiero ofrecerte más, porque mereces mucho más-

Natalia parecía que ya no respiraba y se quedó, sin moverse, mirando cómo abría la puerta. Alba se colocó al otro lado y cuando la cerró, separándolas momentáneamente, posó sobre el cristal un papel en el que estaban escritas esas palabras que tenía tanto miedo y tanta prisa por decir "Natalia Lacunza, ¿quieres casarte conmigo?"

Su compañera leyó el mensaje y se llevó las manos a su boca ante la sorpresa y dio un paso hacia atrás. Alba vio sus ojos llenarse de lágrimas y combatió las suyas que amenazaban con caer. Era el momento de la verdad, Natalia podía aceptar o huir, una cosa o la otra y su vida cambiaría en algunos segundos.

Asiento 3520Donde viven las historias. Descúbrelo ahora