Capítulo 25:

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Solo pude dar tres pasos antes de ser inmovilizada, me elevaron por el aire para lanzarme contra el campo protector. El golpe fue tan fuerte que por un segundo deje de pensar, pero al recuperar mis sentidos, pude oír claramente  como toda la parte trasera de mi cuerpo se fría por el rose de la electricidad magnética. Quería gritar a todo pulmón, llorar e incluso liberarme para cortarle la cabeza a... no sé, cuál de los dos hombres, que me torturaba de esta forma tan despreciable. 

Comencé a desear la muerte, para poder descansar y terminar con el dolor.  Cuando de un momento a otro, el sonido de aceite friendo mi cuerpo se detuvo, volvía a sentir como me alejaban de la pared para lanzarme y azotarme al otro extremo del campo, aunque esta vez fue de frente y la agonía fue mucho peor. 

Estaba por perder el conocimiento, cuando pude distinguir la figura de dos personas, que venían corriendo por la calle y al estar relativamente cerca, uno de ellos emano luz para lanzarla contra la barrera de protección y antes que ambas fuerzas se conectaran, me alejaron de la pared para dirigirme a la  parte más alta que permitía el domo y sin remordimiento, me dejaron caer. El impacto fue como caerse de la cama; fuerte, sorpresivo y un poco doloroso. En ese instante pude tomar un gran bocado de aire, pero no pude evitar ahogarme del dolor, mientras intentaba mover mi acalambrado y adolorido cuerpo. 

Por un momento no podía pensar en nada más que en el dolor y la impotencia de no poder hacer nada. 

 - << por ese motivo todo se puso de cabeza >> << ¡tenemos que hacer algo! >> - pude distinguir de Aaron y Theresa. Era como oírlos detrás de un grueso vidrio. 

Estire mi cuerpo; para oír y sentir como los huesos y piel se regenera. Quise levantarme para ver lo que sucedía e intentar escuchar lo que decía, pero el sonido que emitía mi cuerpo era tan intenso que apenas puse girar mi cabeza -jamas me habia sentido tan cansada. - Y ver como el chico de pelo extremadamente rojo y de traje color café claro, se acercaba a mis amigos. Al fin sabía de quien trataba, porque la energía vital que fluía en él; era extremadamente atractiva e incluso me invitaba a poseerla.

-¡no puedes hacer esto, Raguel! - le gritaba Mike. -¡No fue su culpa! -  

La respiración junto con la fuerza la estaba recuperando rápidamente, me iba a poner de pie cuando sentí unos pasos acercarse. Gire mi cabeza para encontrarme con Ian, que se ponía en cuclillas a mi lado. 

-sabes, Mical...  yo no quería llegar a estas instancias... Necesito tener libre albedrío y estar sujeto a tu hermana, no es tan satisfactorio... - levanté mi cuerpo pero volví a caer de espaldas. – solo tienes que liberar y te dejaremos en paz, además el mundo ya es bastante malo. No creo que sea tan horrible, que estemos todos aquí. – no puede evitar que mis ojos se aguaran en lágrimas. 

Ian, tiene mucha razón al decir:  - "el mundo ya es bastante malo." -  Pero aún existen muchas personas buenas que no merecen sufrir por Demonios sin corazón ni alma. Tener el poder de decidir, por lo que pueda suceder con el mundo, no debería ser mi decisión. Aunque cada día el humano se está condenado así mismo por egoísmo y la ambición de poder, no seré yo, la responsable de un genocidio ni la destrucción del mundo.

Lo mire directamente a sus hermosos ojos azul brillantes, para afrontarlo e indicarle que no cedería ante su capricho.

-¡no! – le grite, haciendo que él frunciera su ceño, - hagas, lo que hagas... no... cambiare de parecer. – mi respiración se agito por el esfuerzo de hablar.  Ian, me sonrió de manera sínica para negar lentamente con su cabeza, ponerse de pie y alejarse.

Sostuve la respiración e intenté ponerme de pie, logrando solo levantar un par de centímetros mi cabeza, para volver a dejarla caer en su mismo lugar a causa del mareo que comenzaba a sentir. - << se supone que debería mejor. >> - Tomando respiraciones más profundas, me concentre solo en enviar toda la fuerza a mis piernas para así, nuevamente sentir como todos mis músculos se tensionaron. << ¡Genial! >>

La Hija del Portador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora