Capítulo 7: << ¡No puede ser posible! >>

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Una vez más desperté temprano gracias a la maldita pesadilla que se repite -- El monstruo que aparece hasta en mis mejores sueños – y ya me está hartando. Sin importar sonreí, ya que, hoy y mañana tenia libre, además me sentía mucho mejor y lo más maravilloso es que podía estar un rato más en mi cama. Como siempre Tamara se fue a clases y mi madre a su trabajo; sin antes recordarme que tenía que ir por algunas cosas para comer y para hacer el aseo de mi casa. Me levante y duche a tal grado de quedar como una verdadera abuelita. Desayune tranquilamente y al ser mi día libre, decidí vestir muy casual, optando por unos jeans holgados que doble un poco más arriba de los tobillos, una polera blanca y una camisa a cuadros la cual coloque sobre mis cintura, mi maquillaje habitual y sencillo, mi cabello rizado bien definido y me fui al supermercado.

**

Al llegar pague y agradecí al taxista, para ir en seguida por el carrito, saque el listado que me había dejado mi madre y comencé el recorrido. Caminaba lentamente, entrando y saliendo en cada sección. Mirando y cotizando cada alimento y útiles de aseo; para poder llevarme algo bueno. Todo estaba normal hasta que se atascó el carrito y maldije fuertemente, llamando la atención de varias personas, de seguro estaba sonrojada e igualmente me disculpe y seguí mi camino como si nada hubiera pasado.

Cuando estaba doblando a la sección de lácteos, mi celular comenzó a vibrar y con una de mis manos busque el aparato, pero una vez más el carro se atascó. Por la frustración lo empuje fuertemente, para seguir avanzando y un fuerte sonido y un obstáculo, impidió mi acción. Apretándome el estómago, solté el celular pero no me importo; Había impactado... más bien había chocado con alguien y esa era mi preocupación. Por acto reflejo, baje mi cabeza con mis ojos cerrados y lo que para mí parecieron minutos; sabía que solo fueron segundos. Abrí mi ojo izquierdo; encontrándome con un par de botines negros, jeans grises y un suéter café de cuello redondo. Y por su figura fornida sabía que tenía excelente cuerpo, todo lo delataba. Luego abrí mi ojo derecho para poder mirar a la cara de esta persona y al hacerlo; me encontré con un chico muy alto, de tensa mandíbula que acentuaba sus prominentes facciones, un par de ojos verde esmeralda hechizante, cabello castaño claro y algunas partes más oscuras; que lo utilizaba hasta los hombros. Muy guapo paras ser exactas.

- ¿dirás algo o te quedaras callada mirándome? – su voz era grave y su tono muy hostil. Me levanto una ceja, desafiándome con su mirada. – responde. – demando.

Moviendo mi cabeza para aclarar mis pensamientos, mire los carritos y pude volver a la realidad.

- Yo... yo lo siento mu... – me aclaré mi garganta y soltando un gran suspiro añadí rápidamente. – de verdad lo siento, no era mi intención chocar contigo pero el maldito carro se atasca. Lo siento mucho de verdad que lo siento... – el chico comenzó a reír divertido y aparecieron dos hoyuelos que me sacaron una pequeña risa.

- ¡hey!... tranquila – logro gesticular y esta vez era yo la seria y al ver mi expresión volvió a tomar su postura seria, pero más relajada. – nadie salió herido y por lo que veo, nada tuvo alguna consecuencia fatal. --

- De verdad que lo siento mucho. – formó una sonrisa de costado.

- No te preocupes. – asentí con una sonrisa. – solo relájate.

- Está bien. – Nos quedamos mirando unos segundos y luego retrocedió para seguir con su camino pero al pasar por mi lado, esa sensación extraña de familiaridad y desconocida me erizo toda la piel. Suspire dejando pasar ese sentimiento por alto, seguí mi camino y al oír un silbido, me detuve y mire hacia atrás, encontrándome con el chico.

- Se te olvida esto. – meneo mi celular. Negué divertida y fui por el. – eres linda pero bastante distraída. – reí.

- Gracias. – lo tome entre mis manos temblorosas, negó divertido y se retiró tranquilamente.

La Hija del Portador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora