Capítulo 6: ¿te encuentras bien?

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Como siempre desperté temprano, prendí mi celular y la bandeja de entrada de textos, estaba llena de mensajes de mis amigos y compañeras de trabajo; que me felicitaban por mi cumpleaños. Leía y reía con cada uno de los textos e igualmente agradecí que se acordaran de mí.

La puerta se abrió sorpresivamente, causándome un gran susto pero al ver a mi madre y mi hermana, con un pastel blanco con rosado y cantando en mi honor. Sonreí ampliamente y me senté sobre la cama.

- ¡un deseo y apaga las velas! – dijo una emocionada Tamara.

Mi madre puso el pastel a centímetros de mi cara e hice lo que me pidió mi hermana. Cerrando mis ojos pedí mi deseo. <<Me gustaría vivir una gran aventura. >> Y apague las velas de colores pasteles.

- ¡Felicidades hija! – entregándole el pastel a Tamara, me dio un abrazo muy apretado.

- Muchas gracias mamá, gracias Tamy. – fruncí el ceño al verla con una de las velas prendidas y luego apagarla. -- ¿Qué haces? – reí.

- Pidiendo un deseo para ti – le pasó la torta nuevamente a mi madre y salió corriendo, para volver rápidamente con dos bolsitas de regalo. – ábrelos están preciosos. – dio pequeños aplausos.

Abrí el primer paquete y era una polera de tirantes blanca con una calavera negra, y el otro obsequio era un pijama de vestido arriba de la rodilla translucido, con encajes y bordados de flores moradas; en el sostén del vestido y una pataleta negra.

- Te vi mirarlo el mes pesado y creí que sería un buen regalo. Además si se me cumple el deseo que te pedí, es realmente perfecto. – mi madre la miro como si le hubieran salido dos cabezas y yo explote en carcajadas junto con ella.

- Dios te escuche y el diablo se haga el sordo, hija. – ahora fue el turno de nosotras mirarla sorprendida y todas nos reímos.

Después de tomar desayuno con el delicioso pastel, ambas se comenzaron a alistar para que comenzara su día – mi madre; a su trabajo de administradora en una tienda de ropa. Y mi hermana; para ir a clases. – sin antes pedirme mil disculpas, por dejarme sola en mi día pero estaba acostumbrada a quedarme sola, además, hoy entraba un poco más tarde de lo habitual y mañana celebraría con mi familia y al otro con mis compañeras de trabajo.

Rato más tarde, salía de la ducha con una toalla envuelta en mi cuerpo y otra en mi cabello, al cepillarme los dientes, cuando algo llamó mi atención; tenía tres manchones rojos (uno en el medio de mi pecho y los otros dos en mis clavículas) no sentía dolor ni comezón, lo cual fue bastante raro pero no le tome importancia. Me puse mi collar de crucifijo, coloque un poco de máscara de pestaña en mis largas pestañas – haciendo resaltar un poco mis ojos marrones. – peine mi largo cabello rizado (me llegaba casi hasta mis codos) un poco de brillo en mis labios rosados y estaba lista. Una polera blanca con franjas blancas, unos jeans azules y mi tenis nike negros y mi bolso café. Estaba lista para ir al trabajo. 

 Al salir de mi casa, sentí que era uno de esos días maravillosos -- donde el sol brilla, las aves vuelan de un lado a otro y el fresco aroma lo hace más perfectos -- de los que no vas a olvidar nunca porque son extraordinarios y fuera de lo común. Mientras caminaba tranquilamente, hacia el paradero, alguien hablo.

- ¡buenos días! – respondí de igual manera, buscando a la persona pero no había ningún alma en la calle.

- Definitivamente estoy loca. -- hable en voz alta y reí por la situación.

La Hija del Portador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora