Capítulo 23:

29 0 0
                                    

Abrí mis ojos de golpe y la primera persona en mi rango de visión, es al hombre que comenzaba a odiar con todo mí ser: Benjamín. Volviendo a cerrar mis ojos, intenté moverme un poco de mi lugar pero estaba tan cansada que solo pude girar a duras penas mi cuerpo y quedar boca al suelo. 

Podía sentir la satisfacción que Benjamín y toda su prole me transmitían,  al ver en el estado en el cual me encontraba, aunque quería con todas mis fuerzas ponerme de pie e ir por cada uno de ellos no podía. Estaba totalmente derrotada, cansada y frustrada pero no caería como una marginada. 

Sosteniendo la respiración, me puse en gatas e intente ponerme de pie pero una vez más caí al frío pavimento provocando fuertes bulas. Furiosa, volví a intentar levantarme pero volví a caer. - era muy agobiante  y frustrante. - Así que no tuve más opción que arrestarme como un gusano hacia ellos, sin importar críticas o insultos.  Todo sea por ayudar a mis seres queridos. -  Y de un momento a otro me tope con un par de zapatillas, levante mi vista y solté un pequeño bufido de fastidio.

Me tomó del brazo para levantarme bruscamente e intente defenderme pero él fue mucho más ágil al jalar mi cabello y colocar una daga en mi cuello. 

-eres un perro maldito. - solté con mis dientes apretados

-no te equivoques preciosa... --me susurro al oído para pasar su lengua por mi mejilla. - son todos fichas en mi juego. - gruñí, volteando mi rostro pero a Ian, parecía divertirse con la situación. 

-¡hija! – grito fuerte y claro mi madre, llamando la atención de ambos. 

-Es increíble tu fuerza de voluntad.- dijo Jacobo.

-¡por favor! ¡déjenla!... ¡es una niña, carajo! –  suplicaba, mientras forcejeaba con la mujer fornida que la sostenía. 

-ahora verás lo que es realmente tú hija. -- dijo Benjamín. 

El hombre sacó de entre sus ropas un cuchillo extremadamente grande para acercarse lenta y peligrosamente, mientras mi madre le decía un sin fin de maldiciones. Y para variar una segunda persona se unía a Ian, para  mantenerme  completamente a la disposición de Jacobo. 

Utilizando la poca energía que me quedaba, comencé a removerme bruscamente para intentar liberarme y tener la oportunidad de defenderme, hasta que sentí como el aire se esfumado por completo de mis pulmones y un fuerte dolor atravesaba mi abdomen. Una vez más tocaba suelo para retorcerme del dolor y buscar el aire perdido. 

-¡la enviaron para enviar caídos al cielo pero yo digo que es para darnos poder! – la ovación fue fuerte y yo solo quería llorar a todo pulmón. - y si nos lo da, la muerte será su castigo. --  hablo con la mandíbula apretada.

No tenía escapatoria, ya no tenía ni fuerzas para seguir luchando y solo cerré fuertemente mis ojos para esperar el golpe. Y tal cual como lo había asimilado pude oí el filoso cuchillo atravesar mi cuerpo, mezclado con el jadeo de sorpresa y dolor, junto con el golpe de mi cuerpo al caer al suelo.

Temerosa de mover alguna extremidad, abrí mis ojos con mucho cuidado e inspeccione mi cuerpo para suspirar tranquila ya que, no tenía ningún rasguño. Aliviada palpe mi cuerpo, verificando que no era un ilusión y entonces me percate que aún estaba tendida sobre el suelo. -- << ¿y el golpe? ¡nos salvaron! >>  Aun con una pequeña sonrisa en mi rostro, alcé mi vista para conectarla con Benjamín, pero él la desvió rápidamente hacia el cuerpo de una mujer que estaba tendida sobre el suelo con ambas manos sobre su estómago y me dejó perpleja. 

Por un segundo sentí que el tiempo se detuvo junto con mi corazón. 

El hombre giró sobre su eje, se encoge de hombros para alejarse del cuerpo y limpiar el arma con que la había apuñalado, mientras que yo intentaba asimilar la situación.

La Hija del Portador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora