Capitulo VIII

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pasaron unos días siguientes bastantes tranquilos los inquilinos de la casa, luego de esa tarde bastante bochornosa para la hija de la señora de la casa todo se calmó bastante, los hombre a penas y se veían, las damas por su parte pasaban sus tardes en los jardines o preparando sus vestuarios para las fiestas que se les acercaban.

-amalia. ¿estas segura que no te afecta la negativa del duque?

-prima estoy bien, no es el unico duque de la ciudad- soltó con un tono relajado

-en eso tienes razon, no te preocupes encontraras un esposo que te ame tanto como tu padre amó a tu madre-

-si... extraño a padre desde su muerte pero no necesitamos esos animos de tristezas al elegir vestidos-

-no quiero participar en esas reuniones de té ni en esas fiestas de noche repletas de nobles falsos y llenos de malas intenciones -

-prima tu siempre tan amargada-

-y así me quedare por siempre-

-bueno ya es muy tarde es hora de dormir- hablo la menor de todos 

-si no queremos bolsas bajo los ojos- imitó diane a su tía.

-jajaja en eso tiene razon madre- reverenciando de manera sutil

-duerme bien prima- 

Diane en ninguna noche dejó de pensar en ese acontecimiento tan extraño con el duque.

-es muy extraño- pensó la chica antes de dormir.

Antes de que el sol se asomara por las ventanas diane ya estaba lista para salir de la casona, sus flores ya estaban secas por lo que queria recoger algo nuevo, las hierbas antiguas las escondio en un cofre que ella siempre traía consigo. esta vez se vistio como una dama no queria que cierto hombre la reconociera para decirle a su tia las fechorias que cometia su sobrina cuando todos dormian. usaba uno de los tantos vestidos regalados por su tia aunque era bastante pomposo aún mantenia su esencia simple y su comodidad para salir corriendo si es que algún extraño se le acercaba. 

-hoy es un día delicioso- dejo que el viento suave de la mañana tocara su rostro con delicadeza

el duque pasaba todas las mañanas por aquel balcón pero siempre terminaba desepcionado, ya que su dama en cuestion no aparecia pero se esteró que la sobrina de la marquesa estaba en pie incluso antes que el, la servidumbre la estimaba bastante lo cual era extraño puesto que las mujeres siempre se hacian respetar pasando a llevar incluso los derechos del servicio lo cual para el era reulsivo, por alguna razon esta chica le atraia bastante era bella, largo cabello castaño piel blanca y tersa, ojos juguetones claro no con el, pero era muy problematica muy alejada de su mujer ideal  por lo que eligio mantenerse lejano de la muchacha aunque le gustaba verla caminar o jugar con su doncella a lo lejos, se preguntaba si podria verla reir tan casual con el ya que siempre que lo observaba era para soltor algun comentario sarcastico, rapidamente se saco esos pensamientos de la cabeza pero no a la joven en cuestion porque estaba en la colina donde vio a su dama del lago.

-vaya señorita diane no pense verla jamas tumbada en la tierra como un cerdo comiendo flores- quizas fue demasiado antipatico y muy poco caballero al compararla con un cerdo pero con ella le salia una parte que ni el conocia de si mismo

-vaya mi lord, no sabia que su costumbre era mirar a las sombras, que pasatiempo mas extraño-

hablo la chica ya que estaba muy conciente de que este la miraba mientras caminaba por los jardines.

-y en cuanto a comer flores, solo las tomo para mi cuarto, pero no sabia que era tan poco caballero para comparar a una dama con un cerdo pero dejeme decirle que hasta estos animales tienen mas educacion al tratar con mujeres que usted gran duque-

La indomable e incorregible señorita DianeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora