Aún seguía pensando en el día que atacaron esa base, recuerdo que los demás llevaban los cuerpos como si de nada se tratase pero aquel chico, el "osito malvado" se lo miraba decaído por el suceso, mis pensamiento fueron interrumpidos por el ya nombrado.
-¿En que piensas?- pregunto
-Nada, solo estoy nervioso por ver el sol- sonreí
-Si, yo también un mes y dos semanas en una cueva no es sano- suspiro- Vamos ya esta todo listo
Me levante y lo seguí, él me aplico algo en mi cuello y de repente todo se volvió oscuro y no podía escuchar ni ver nada, por un momento entre en pánico pero una mano cálida sostuvo la mía y al instante me sentí relajado.
Caminamos por más de dos horas y la inyección fue perdiendo efecto y distingui el letrero de karmaland no muy lejos de donde estaba.
-Ya esta, no te vayas hasta que traigamos a Ruben deben entrar juntos- Explico el oso- Bueno este es el adiós, supongo
-Gracias- dije- Bueno, por cuidarme, claro que no por tirarme una comisaría en la espalda- rei
-Ya, ya perdón por eso, bueno Vegetta aqui me des-
No deje que terminará y lo abrace, si puede que crean que soy un tonto pero se que el no es malo y jamas quiso que esto pasara así que no me importaba.
-Vegetta-
-Lo se, solo quería despedirme de mi amigo- le mostré una sonrisa- Y espero que no sigas haciendo cosas ilegalisimas-
Y empezó a reír, esa risa era muy dulce y cálida asi sonara un poco rara por el distorsionador que llevaba
-Vale, no lo prometo pero lo intentaré, adios-
Luego de eso desapareció entre los árboles, sentí un pequeño vacío al verlo alejarse pero no podía hacer más que solo seguir con mis ojos esa silueta que se iba desvaneciendo
Aún seguía pensando en el día en que atacaron aquella base. Recuerdo que los demás llevaban los cuerpos como si nada hubiera ocurrido, pero aquel chico, el "Osito Malvado", parecía abatido por lo sucedido. Mis pensamientos fueron interrumpidos por el propio Osito.-¿En qué piensas? - preguntó.
-Nada, solo estoy nervioso por ver el sol - sonreí.
-Sí, yo también. Un mes y dos semanas en una cueva no es saludable - suspiró-. Vamos, todo está listo.
Me levanté y lo seguí. Él me aplicó algo en el cuello, y de repente todo se volvió oscuro. No podía ver ni escuchar nada. Por un momento, entré en pánico, pero una mano cálida sostuvo la mía y al instante me sentí relajado.
Caminamos durante más de dos horas, y el efecto de la inyección comenzó a desvanecerse. Distinuí el letrero de Karmaland no muy lejos de donde estábamos.