Capítulo 55

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Narra Vanesa

El mismísimo Joaquín Sabina cantó Noche de Bodas para mí ¡Joaquín Sabina! Las lágrimas me brotaron de los ojos sin control, Mónica me abrazó por la espalda y nos movimos en el lugar al ritmo de la música todo lo que duró la canción, aferré mis manos a las suyas, no podía ser más perfecto.

-Al fin tengo el gusto de concerté, Vanesa.- Dijo Joaquín acercándose.

-¿Usted a mí? Pero si el honor es todo mío.-

-Primero, no me hables de usted, ¿estamos? Y segundo, sí, es un gusto porque moría de ganas por saber quien hace tan feliz a esta morocha. Esos ojos no brillan por cualquiera.- Dijo haciendo referencia a Mónica.

-Y no sabes como agradezco ser ese alguien.- Remarqué y le di un beso en la mejilla a Mónica.

Todos mis amigos estaban ahí, Pastora, Manuel, Pablo y muchos otros, hasta Leiva, que si lo hubiese conocido unos días antes, me hubiese resultado más fácil hacer el dueto con él, pero en fin, era demasiado bueno, tan bueno que hasta me asustaba, ¿no os pasa que cuando suceden demasiadas cosas buenas tenéis miedo de que algo salga mal?

-Ala, hora de cantar, que me han hablado maravillas de ti, que dicen que tocas el alma cuando cantas en vivo, así que, vámonos.- Demandó Joaquín y por supuesto, que sin un ápice de duda, subí al escenario.

Cantamos y sin embargo, pero la introducción era mi prueba de fuego, que al parecer le gustó mucho, porque apenas terminamos y los aplausos de todos los presentes retumbaron en el lugar, el maestro me dijo algo tan simple como:

-El 22 te quiero conmigo en el Luna Park de Buenos Aires.-

Me quedé estática, ¿me estaba invitando a cantar? ¿Era eso posible?

-¿En el Luna Park con usted? Contigo, lo siento.-

-Sí, se que el 23 estás en el Gran Rex y nada más necesitaba escucharte para saber que te quiero en el escenario conmigo, si te parece, claro.-

-¿Es una pregunta seria? Claro que quiero, por favor.-

Él lanzó una carcajada que retumbó en los rincones mientras mis lágrimas brotaban de nuevo, extendió sus brazos y me invitó a un abrazo, ¿iba a negarme? ¡Claro que no! ¡Estaba abrazando a Joaquín Sabina! ¡AL MAESTRO!

Narra Mónica

Vanesa permanecía en un estado de éxtasis constante, sin dudas, llegó a su lugar en el mundo. Las guitarras no tardaron ni dos segundos en salir, Leiva, ella, Pablo, Manuel, Pastora, de canto en canto, si a mi me parecía el lugar perfecto, no puedo siquiera imaginar la emoción de Vanesa.

Aunque quería enforcarme y disfrutar de la fiesta, había una espinilla que se me había clavado desde que llegamos, apenas pasamos el umbral, una vez que Nali y Ana se toparon cara a cara, Nali avisó que cuidaría desde afuera y salió, y sí, no podía obviar el hecho que Nali estaba afuera en plena noche helada de Madrid, así que salí a ver como estaba, Vanesa seguro no me extrañaría, en el instante en que salí, cantaba junto a Pastora, así que os podéis imaginar.

-Para el frío.- Dije a Nali pasándole un poco de whisky.

-Estoy en servicio.-

-Anda, Nali, hace demasiado frío y algo me dice que no piensas entrar.-

-Estoy bien aquí afuera, señito, gracias.-

Me senté en el escalón de la entrada e hice seña para que se siente a mi lado, cuando lo hizo, volví a pasarle el whisky y esta vez sí lo acepto.

Vánica. El tiempo todo locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora