Cinco

497 77 125
                                    

Llegué a casa más tarde de lo normal. Después de ayudar a Sean y prometernos que no volveríamos a nombrar aquella incómoda situación, recogí mis cosas y caminé sola hasta mi casa.

Cierro la puerta con el máximo cuidado posible ya que están todos durmiendo.
Voy directa a la habitación de Serena y me siento a los pies de su cama.
Una vez allí, sola y desprotegida, no puedo retener más el llanto.
¿Qué estaba haciendo con mi vida?
Prácticamente no pasaba tiempo con ella.
Tras varios minutos sin poder controlar mi lágrimas, y con las manos tapando mi rostro recuerdo mi infancia.

Solía ser una niña muy curiosa y valiente.
Me encantaba jugar a ser una mujer poderosa y que dominaba a todos los que la rodeaban.
Cuando crecí, no tardé en destacar por mi rápido desarrollo y por, como ya dije, mis relaciones tóxicas.
Tuve varias pero ninguna pura.

Ahora mismo no quedaba rastro de aquella niña que soñaba con que nadie la pisara. Ahora solo era una sumisa que no era capaz de salir del infierno en el que, ella solita se había metido.

Con un nudo en la garganta, me dirijo a mi cama. Caí en el sueño cansada y con los ojos doloridos y rojos.

Cuando desperté tardé varios segundos en recordar todo lo que había pasado el día anterior.
Agarro el móvil como de costumbre y veo que tengo tres mensajes de Nyna.

"Oye, tía, hoy hay una fiesta en casa de un diseñador muy prestigioso y me han invitado!!! Me ha dicho que puedo llevar a alguien así que no te escapas."

Nyna era diseñadora y, muy buena. Siempre había sido su sueño y después de varios años estudiando, consiguió que una buena marca se fijara en ella.
Ella tenía la vida idílica; buen trabajo, cuerpazo y buena vida.
He de decir que necesitaba beber y olvidarme de todo así que sin rodeos acepto.

Salgo a la cocina para encontrarme a mi madre, sentada frente al televisor y con una expresión de desconcierto.

—¿Qué clase de persona puede hacer eso?— sentencia. Aquella frase capta mi atención así que dirijo mi mirada hacia la pantalla, de nuevo, la noticia del asesinato de Handel. Resoplo cansada del tema.

—Mamá, hay personas que hacen ese tipo de cosas por los suyos.— digo intentando suavizar el ambiente.

—Claro. Deberían buscarse un trabajo y no ser tan sin vergüenzas.— Pongo los ojos en blanco. Mi madre tenía una mente bastante cerrada. Por eso, cuando la noticia de que su hija se había quedado embarazada se extendió por todo el vecindario no me dejó salir de casa hasta que las aguas se calmaran.

—Como si fuera tan fácil.— murmuro sin intención de que me oiga.

Mi teléfono vibra y compruebo que Dennis me ha llamado.
Me encierro en el baño para llamarlo de vuelta.

—Hola, Ren. ¿Qué tal va todo?— pregunta.

—Bueno, ha sido un poco incómodo porque Handel era muy buen amigo de Sean.

—No jodas.

Le resumo mi tarde de ayer y se queda callado.
Dennis nunca fue un chico de muchas palabras. Bastaba con una mirada penetrante para entendernos.

—Oye, Díaz me ha dicho que Sean no estará hoy en la oficina así que, tienes vía libre para descubrir el paradero de la caja fuerte. Ten cuidado.— últimamente todas sus frases acababan con esa muletilla. Ten cuidado.

Obligada a él Donde viven las historias. Descúbrelo ahora