Me quedé unos minutos mirando la foto. Era alto, sobre un metro noventa. Su pelo castaño combinaba a la perfección con sus ojos pardos. Era un hombre que imponía, ya sea por su corpulento cuerpo o por ese algo que su mirada fija desprendía. Sabia que podía hacerlo, lo había hecho mil veces más.
Díaz me había conseguido una entrevista de trabajo en su empresa para mañana a las siete.
Aún tenía el resto del día para mí.
Sentada en el sofá reflexiono de nuevo sobre la idea de enamorarme, pero de verdad, no como lo solía hacer. Me gustaría que en momentos de debilidad alguien me abrazara y me dijera que todo estaba bien. Y si, tenía a Dennis pero, nunca lo vi con esos ojos, los del amor. Me parecía más un amigo. Siempre lo tenía a él pero, echaba de menos los besos en el cuello, abrazos carnales, darnos la mano, mirarnos a los ojos y saber que es mío...La última vez que sentí algo parecido fue con Mikel. Antes de recordar ese doloroso recuerdo mi madre entra en la habitación.
—Renna, me he enterado de que te despidieron de la tienda. Concretamente hace cinco meses.— Me mira decepcionada. Siempre he sabido que fui una decepción, para ella y para mi padre. Tenía ganas de contarle todo y ponerme a llorar como un bebé que lleva aguantando meses, concretamente cinco.
Me mira fijamente a los ojos. Me cuesta mantener la mirada.
—¿Qué estás haciendo? Porque sigues trayendo dinero a casa.Trago saliva y la miro sin poder contestar.
—¡Renna! Yo no te eduqué para que fueras una delincuente ni hicieras cosas ilegales.
—Tu no sabes lo que he tenido que hacer por Serena, porque lo hago por ella no por ti. He dejado de vivir mi vida por ella y no voy a dejar que tú me digas lo que tengo que hacer, estoy harta.— El bebé estalló. No puedo controlar las lágrimas y para evitar reventar a golpes la primera cosas que pille salgo de casa.
Trato de tranquilizarme. Doy varios pasos hacia atrás resoplando hasta que el choque con algo hace que caiga al suelo.Mis rodillas tienen magulladuras y hago un esfuerzo sobrenatural para no seguir llorando como una cría.
—Perdona, no te había visto.— Una voz profunda se disculpa por un acto que no había sido culpa suya. Me tiende la mano para ayudarme y cuando me incorporo y le veo, no puedo confundir esa mirada que ,en persona, impone más.
Mi cara debió expresar que había visto un fantasma, uno demasiado atractivo.
—Em, ¿te conozco?— Parpadeo varias veces para dejar de ver sus ojos hipnóticos. Niego rápidamente y me disculpo. Se despide con una sonrisa y se marcha. Me quedo unos minutos mirando como sus piernas esbeltas se movían para poco a poco perderse en el horizonte.Me levanto a las seis y media.
Salto de la cama y me dirijo a mi armario. Remuevo las perchas hasta encontrar el vestido elegido.
—Bingo.— Es un vestido corto pero no lo suficiente como para que se vea algo. Atrevido pero no del todo. Es de un color rosa coral que con el negro de mi pelo hace la combinación perfecta.
Una vez puesto, me arreglo es escote y sonrío por última vez antes de maquillarme e ir a la cocina.Vuelvo a encontrarme con Serena.
—Cariño, no puedes despertarte tan pronto.—Es que no puedo dormir.— Me analiza de arriba a abajo para decir, —Estás muy guapa, ¿vas a ir a buscar a papá?
Directa al corazón, como una bala que atraviesa mi pecho sin detenerse ni un mínimo.
Noto como empiezo a sudar y, si no salgo de esa situación se que acabaré desmayándome.
Casi como si hubiese escuchado mis pensamientos, mi madre se asoma desde la puerta.-Serena, cariño, ven con la abuela.— Me mira seria mientras que Serena corre hacia ella. Si una madre se determinara por las horas que pasa con su hija, yo sería una desconocida para Serena.
Camino e intento recuperar la confianza con la que me había despertado. Me detengo enfrente de la oficina de Versace. Es un rascacielos de unos quince pisos. Miro la nota donde pone la sala en la que tengo la reunión.
—Uno más y ya.— Se había convertido en mi nuevo lema, mi grito de libertad.
Entro al enorme edificio. Está repleto de gente yendo para aquí y para allá.
No sé a donde dirigirme. Busco con la mirada hasta que encuentro una especie de recepción.
Hay una señora peleándose con un montón de papeles. El teléfono no para de sonar pero ella no presta atención.Es una señora de mediana edad. Con gafas granates, ojos marrones, pelo castaño...pasa muy desapercibida. Intento imaginar su vida fuera del trabajo pero, parece una de las que viven por y para su trabajo.
Se percata de mi presencia y me hace un gesto para que espere un segundo.—Oficina de Versace, Valencia. ¿Dígame?— Se digna a contestar a la dichosa llamada.
Después de varias palabras sueltas cuelga.
—Hola, debes de ser Sierra, ¿verdad?— Sí. Debía cambiar mi nombre en cada misión para protegerme, es obvio. A veces, no reaccionaba al nombre asignado pero me excusaba con que era muy despistada.Asiento sonriente.
—Piso siete. Espere a que le llamen.—
Me dirijo al ascensor y puedo ver por última vez el ajetreo de personas, papeles, ropa hasta que se cierran las puertas y subo.Una vez en el piso, lo encuentro a él. Lleva una camisa blanca y unos vaqueros color canela. Su pelo está alborotado y su expresión está seria. A su lado está un hombre muy delgado y por supuesto, no tan alto como Sean. El otro muchacho parece mucho más joven, lleva gafas y una pila de papeles en sus brazos.
Respiro hondo y me acerco.—Hola, soy Sierra. —Alargo mi mano hacia Sean esperando que me dijera "oh, tu eras la de la calle" pero seguí esperando.
Me miró extrañado y consultó varias cosas con el otro chico.—Eres la de la entrevista, ¿no?— Bajo la mano al ver que nadie la iba a coger. No me reconocía. Tenía claro que solo había sido un encuentro casual pero, había sido el día de antes, ¿tan rápido se había olvidado de mi cara? Pienso que me voy a tener que esforzar un poco más.
Vuelvo a asentir como algo mecánico.
—Calvin será el que decida si entras o no.— Decepcionada por pensar que sería él quien me haría la entrevista sigue a Calvin hasta una sala amplia. Una de las paredes está completamente acristalado y se ve toda Valencia. Es una oficina muy mona. Todo en su sitio.—Bueno, señorita Sierra. Como ya sabrá, Versace solo admite a las personas más disciplinadas ya sea para un trabajo como modelo o ,en su caso, administrativa.
Haces varias preguntas e intento parecer lo más correcta posible. Creo que lo he hecho bien, porque sonríe a todo lo que digo.
Al final me confirma que estoy dentro y llama a Sean.Entra y clava su mirada en mi. Me incomoda su presencia.
Después de unos segundos de silencio y seriedad sonríe y ahora, él alarga su mano delante mía.—Bienvenida. Se que vamos a hacer grandes cosas juntos.— Suelto una pequeña risa y asiento.
Claro que íbamos a hacer grandes cosas pero, creo que cada uno hablaba de diferentes cosas.
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Obligada a él
RomanceRenna Noun, madre soltera con veintitrés años, una chica que casi sin darse cuenta, se mete en el sitio equivocado. "Haz que se enamoren y luego róbales el dinero" Aquella frase era fácil para ella, siempre lo ha sido, hasta que se encuentra con él...