3. Tritón

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—Noriaki...

La voz de su tío, sumado con la suavidad en su forma de abrir la puerta de su cuarto le hizo adivinar que él ya hubo investigado lo suficiente como para acercarse a conversar. Suspiró, cubriéndose el rostro con el cobertor, preparándose mentalmente para la pregunta más molesta que podía recibir de alguien considerado en la comunidad como un ser omnisapiente.

—¿Hay algo de lo que quieras hablar?

No dijo nada, agarrando la tela para evitar ser descubierto. Ese sería su primer y único intento por comenzar una conversación pacíficamente, esperando que las respuestas aparecieran de forma voluntaria. Por lo tanto, lo que vendría a continuación poco a poco escalaría en lo invasivo.

—He oído que tienes un amigo...

Sintió su peso sobre las sábanas, se había sentado a su lado, informándole de esa manera que no iría a ningún lado hasta obtener la respuesta que quería. No permitiría que su tío se saliera con la suya, ya no era un niño como para conversar sobre sus problemas. Era vergonzoso, en especial porque era claro que se estaba refiriendo a Jotaro, quien claramente no era su amigo, por lo menos no en este momento.

—Me alegra que estés haciendo amistades—dijo, buscando su rostro entre la tela—, pero...

Suspiró, odiaba, de todas las cosas ese "pero", porque lo hacía sentirse próximo a ser regañado y si no hablaba terminaría siendo peor.

Era raro su interés, ya que su tío no solía ser realmente autoritario ni inmiscuirse en sus asuntos, o al menos no lo hacía desde que había terminado la escuela. Este era uno de esos momentos donde la curiosidad le ganaba. Cuando eso sucedía, nada en el mundo podía impedir que lograse su objetivo. Y como veía en ese momento, quería saber sobre su supuesto nuevo amigo de primera fuente.

—Me preocupa un poco que sea mayor que tú—expresó—. Digo, estaría encantado que fuera de alguien de tu edad, sin embargo creo que es un buen comienzo.

—Jotaro no es mi amigo...

Sacó levemente el rostro de entre las sábanas, viendo como una sonrisa ganadora se torcía en su rostro. Lo había hecho hablar. Volvió a esconderse, resignándose a decirle parte de la verdad, ocultando por supuesto, lo del beso y de la atracción que sentía hacia alguien que, al parecer, ni siquiera era humano.

—¿Tuviste una pelea? Eso es algo normal, todos nos enojamos de vez en cuando pero no significa que nuestras relaciones se corten tan fácilmente.

No dijo nada, de verdad no estaba de humor para hablar del tema. Tenía mucho que pensar primero, en especial cuando no había sido capaz de regresar a pescar a la playa sur para no tener que encontrárselo. Yendo en cambio al sector norte, haciendo que su botín final fuera considerablemente inferior al del mes pasado.

No era como si estuviera comportándose como un niño pequeño, solo no se sentía listo para enfrentarlo y quería darse un poco de tiempo con el fin de hacerse una idea de que su amor no era ni sería correspondido. Una semana, claramente, era muy poco como para arreglar un corazón roto.

—Podrías decirme qué pasó, tal vez pueda ayudarte.

Sintió que su peso sobre el colchón aumentaba, se había inclinado para intentar sacarlo y mirarlo a los ojos de una vez. Sintiendo miedo de ser visto, pues se encontraba al borde del llanto.

—¿Qué le haces al niño, Avdol?

Esa voz, perteneciente a la pareja de su tío, fue como una salvación para su alma. Agradeciendo que su personalidad fuera tan impulsiva como para irrumpir en cualquier lugar sin avisar todo el tiempo. Se destapó apenas sintió que el peso se alejaba, viendo como una amplia sonrisa yacía formada en su rostro. Tenía las manos escondidas en la espalda y la emoción que transmitía era tan fuerte que incluso sintió deseos de felicitarlo, pero en realidad, no sabía por qué.

Un vals entre las olas  -JotaKak-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora