10. Recuerdos

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El islote en el cual Jotaro intentaba descansar de la pesadilla ocurrida durante la noche anterior, pertenecía al par de Sumpall conocidos como Emporio y Weather. Este era casi inaccesible para el hombre común y corriente. Solo podía recorrerse desde el exterior, ayudado con una lancha o quizás un bote a remos debido a lo cambiante que eran las marejadas y el fuerte y cambiante viento que se producían en las proximidades de la bahía.

Muchos de los exploradores que ponían un pie en ese lugar, la mayoría intentando revelar los secretos de esa pequeña isla tendían a desaparecer una vez que ingresaban en la espesa vegetación que rodeaba a la misma y que circuncidaba la playa de forma abrupta. Solo un par de drones última generación habían podido sobrevolar la zona, revelando parcialmente la existencia de un pequeño lago sobrepoblado por patos de plumas rojizas, que los lugareños de las islas colindantes conocían como hualas.

Tras un incidente demasiado complicado como para explicar, el islote, que en antaño era conocido como Fondo Sumpallhue, comenzó a llenarse repentinamente de conejos (y en menor medida de pingüinos), convirtiéndola en la Isla de los conejos gracias a las referencias de los turistas.

El lago, era el refugio perfecto tanto para el par de Sumpall como para las sirenas y tritones que solían reunirse a tomar el sol lejos de las miradas humanas y a la vez evadir las responsabilidades sin que sus compañeros los sorprendieran. De hecho, incluso una joven llamada F.F, cuya raza y composición genética era un misterio para todos, solía ir y venir, aprovechando un túnel subterráneo que conectaba el mar con el lago.

De hecho, que Jotaro estuviera tomando el sol allí no era ninguna sorpresa, desde que su hija dio con el lugar hace ya una década, ambos solían frecuentar aquel lago. Ella, por supuesto, lo hacía porque los dos Sumpall que vivían allí eran sus mejores amigos, mientras que él, iba en busca de su propia tranquilidad, desapareciendo últimamente solo para ver a Kakyoin.

—¿Me dirás lo que sucedió?

Abrió los ojos, mirándola con una clara expresión de molestia, no solo porque estuviera tapándole el sol, sino también por su pregunta. No dijo nada, girando sobre sí mismo para evadirla. Arrastrando su cola rápidamente. No estaba de humor para ser interrogado por su propia hija. No quería meterla en peligros innecesarios, en especial cuando podía hacerles frente por sí mismo.

—Oye, no me ignores.

Miró el agua, notando cuan engañoso era ese lago en realidad, entendiendo porqué tantos humanos se ahogaban allí. Podía ver el fondo rocoso con facilidad, a pesar de que la profundidad era superior a treinta metros. No solía prestarle atención, pues nadar en aguas más profundas que esas era cosa de todos los días, así que darse cuenta de ese detalle era bastante desagradable.

—No es nada que deba importarte.

Pronunció al fin esas palabras, forzando una expresión de indiferencia a pesar de todos los sentimientos agolpados en su pecho, los cuales se negaban a desaparecer. No miró a Jolyne a los ojos, no se sentía capaz de hacerlo a pesar de que aquello parecía estar convirtiéndose en un concurso de quién era más fuerte convenciendo al otro de desistir en sus propósitos.

—¡Prometiste que me contarías todo! —reclamó.

Suspiró, continuando con su camino.

—¿De verdad piensas hacerme lo mismo que a mamá? —preguntó— ¿Sabes acaso cuánto sufrió?

Se detuvo en seco. Apretó sus puños, intentando contener su enojo. Había sido un golpe bajo.

—No metas a tu madre en esto —dijo.

Un vals entre las olas  -JotaKak-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora